El único novillero de la tercera edad se planta en la Plaza de Toros

No quiere dar demasiados detalles acerca de cuál fue la causa de que su trayectoria profesional se cortara de golpe y porrazo. «Tampoco he puesto el nombre artístico que usaba en los años 60. Mucha gente se parará a buscarme en Internet y no me encontrarán porque antes se referían a mí de otra manera», explica José Pérez.

En su familia no había nadie que se dedicara al mundo del toreo. Él vivía en Monte Olivete y solía ver a un novillero vecino suyo. Casi 70 años después, recuerda la emoción que sentía al verle y pensar «yo también quiero dedicarme a torear». Así que ese niño de 7 años se acercó al novillero y le expresó su admiración. Desde entonces, comenzó a practicar en la Plaza de Toros de Valencia. Hasta 1967. El año en el que su mundo se rompió en dos por razones que no quiere desvelar. Y no volvió a pisar una plaza.

Hay pasiones que, lejos de desaparecer con el paso del tiempo, se intensifican. «Siempre digo que prefiero morir en una plaza de toros que en un hospital. Yo quiero que la muerte me pille toreando», dice 'El José' de manera rotunda. No quiere quedarse con las ganas y pensar que no lo intentó lo suficiente. En una pizarra pequeña va apuntando los días que permanece frente a la plaza. No sabe cuánto tiempo seguirá allí plantado esperando a que alguien se fije en él y le deje mostrar su valía.

Hace dos meses estuvo en la plaza de Vistalegre, en Madrid. Cogió su caravana y se quedó allí acampado durante 20 días. «Dijeron que iban a sacar plazas para que debutaran novilleros así que me vine para ver si me cogían pero luego todos los seleccionados eran jóvenes de la academia», desvela decepcionado. Pero no se rindió. Aquella experiencia le sirvió para comenzar su andadura y luchar por sus sueños.

Después de regresar a su casa en Alcoy y aunque le hacía gracia que lo reconocieran en Valencia tras su experiencia pasada, decidió no amedrentarse. Valenciano de nacimiento, reclama su derecho de poder torear en la Comunitat mientras siga con fuerzas para poder hacerlo.

Mientras se exhibe junto a grandes carteles en los que se promociona como el único novillero de la tercera edad, escucha comentarios desagradables de los viandantes que se detienen a mirarle. «Hay personas que creen que no les oigo pero que se ponen a decir que soy muy viejo para esto pero no les hago caso», confiesa.

No deja que los comentarios negativos logren hacerle mella. Si hay algo que no le falte a 'El José' es confianza en sí mismo y en sus capacidades taurinas. «Yo siempre digo que el toro no te pide el carnet de identidad para saber qué edad tienes», comenta bromeando. A sus 75 años, considera que se encuentra «en plena forma física».

Después de que lo «apartaran» del mundo taurino, se dedicó a ser bailaor de flamenco y dejó a su pasión de lado. Pero nunca olvidada. Siempre que veía una corrida pensaba en que esa vida era para él, y no pudo disfrutarla. Aun así, fue feliz bailando. «Por eso tengo las piernas tan fuertes. Me sirven bien para torear», dice mientras se señala. En el oficio al que se dedicó a lo largo de su vida conoció a su mujer. Tuvo dos hijos y ahora es abuelo.

Su familia conoce bien su pasión y han tratado de que se le vaya de la cabeza. «Quieren que con mi edad me dedique a descansar pero al final, como no consiguen que cambie de opinión, me apoyan y me dicen que es mi decisión», comenta con una sonrisilla.

Aunque a cualquiera le agota estar tanto tiempo esperando sin recibir nada a cambio. Lo primero que dice al saludarle es: «Estoy aguantando el tirón». No todos los comentarios que le dedican son malos. También hay personas que se maravillan por su trayectoria y su empeño. Antes de empezar la entrevista, charlaba animosamente con otro hombre de avanzada edad. 'El José' no deja indiferente. Si su tesón ya es admirable, «mi forma de torear desprende arte. Seguro que quieren que lo repita», desvela.