El centro es un auténtico hervidero de bicis. Se ven menos patinetes, pero que los vehículos de movilidad personal han venido para quedarse es una realidad. 24 horas después de que el concejal de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi, presentara el borrador de la nueva ordenanza, que equipara en la práctica a los patinetes con las bicicletas, LAS PROVINCIAS recorre plazas como la del Ayuntamiento, la Virgen o la Reina para hablar con los usuarios de este tipo de vehículos.
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Uno de los puntos más transitados por bicis o patines es el anillo ciclista de la ronda interior. En la práctica, los usuarios de patinete ya circulan por este carril bici, aun sin la ordenanza aprobada. Por eso reciben de buen grado las líneas maestras del documento presentado ayer. «Yo ya voy siempre por carriles bici, es por donde vas más cómodo. A veces tienes que pasar a la acera. Sí, ya sé que está prohibido«, se adelanta Carlos, de 28 años, al periodista, »pero muchas veces no tienes alternativa«. Esa es la principal queja de los usuarios de patinete. Podrán ir por el carril bici, sí, pero cuando no haya, ¿qué tienen que hacer? La ordenanza parece clara en este sentido: bajarse del patinete e ir andando. «¿Y cómo afectará esto a quienes usamos el patinete para trabajar?», se pregunta Eduardo, ecuatoriano de 32 años, que trabaja como repartidor de una conocida empresa. Es una de las incógnitas de la nueva ordenanza.
Los ciclistas reciben de buen grado los nuevos inquilinos de «su» hasta ahora exclusivo carril bici. En torno a las 11 de la mañana, el anillo es un hervidero de bicicletas, que hacen cola en el embudo que se forma en la esquina de Xàtiva con la calle Alicante. «A mí personalmente no me importa compartir el espacio, pero la verdad es que hay veces que hay patinetes eléctricos que van más rápido que los ciclistas», dice Sara Pérez, estudiante de 22 años. La nueva ordenanza también fija velocidades máximas para los usuarios de patinete: 15 kilómetros por hora en aceras bici y 20 kilómetros por hora en carriles bici.
También los hay que circulan por las aceras. Son sobre todo turistas, que reconocen que no conocían la reglamentación de Valencia, aunque el Consistorio repartió hace unos meses unas guías en varios idiomas para informar a los visitantes de la ciudad por dónde pueden circular las bicicletas. Así lo admite Marco Fiuccino, que ha venido a Valencia con sus amigos. En una mezcla de español e italiano, explica que si quiere visitar Ciutat Vella tiene que hacerlo «sí o sí» por la acera. Sin embargo, también hay vecinos de la ciudad que se resisten a bajarse de las aceras. Son sobre todo usuarios de patinete eléctrico que insisten en que no es peligroso circular por las aceras y en entornos peatonales como la plaza de la Virgen.
«¿De verdad crees que por aquí hay problemas?», pregunta Manuel, un usuario de patinete que se niega a dar su edad: «Lo que tienen que hacer es preocuparse por las cosas importantes y no por dónde voy yo en mi ciudad«. Sin embargo, lo cierto es que en su recorrido por la calle Caballeros, Manuel supera los 10 kilómetros por hora a los que podrá circular por la nueva ordenanza y tiene que esquivar a decenas de viandantes. Las terrazas montadas en la plaza de la Virgen también añaden mobiliario urbano a las zonas peatonales, como ocurre en la plaza del Mercado, lo que enfada a los peatones. En apenas 20 minutos en la esquina de la calle Trench con la plaza Lope de Vega, pasan dos grupos de turistas en bicicleta que no respetan los tres metros de paso franco (algo casi imposible en calles tan abigarradas como las del barrio del Mercat o de El Carmen) y hacen sonar el timbre para que los peatones se aparten.
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Está por ver, por tanto, si la nueva ordenanza permitirá una mejor coexistencia entre bicicletas, patinetes y peatones. Por el momento, lo cierto es que el centro de la ciudad se ha convertido en una suerte de yincana móvil donde aceras como la noreste de la plaza del Ayuntamiento, junto al Ateneo Mercantil, se llenan cada día de usuarios de todo tipo de medios de transporte que esquivan peatones, ciclistas y terrazas de manera casi indistinta. Aunque tanto la nueva como la antigua ordenanza son claras en que estos vehículos no pueden circular por las aceras, el limbo legal en el que se encuentran los patinetes, como ocurre en otras ciudades como Bilbao, deja a discreción del usuario la zona de la vía pública por la que prefieren rodar.
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