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REDACCIÓN/ eUROPA PRESS
Martes, 23 de febrero 2021, 14:33
Las calles de Valencia cuentan con un visitante de lo más peculiar, un gigante de bronce que se ha instalado frente al mar.
Se trata de una escultura de bronce del dúo Coderch Malavia que se expone, desde este martes, en la rotonda de las banderas de La Marina. 'Gigante de sal' es la última obra de los dos artistas, galardonados con el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura en su 52ª edición.
Con 'Gigante de sal', los artistas intentan profundizar en los cambios que se generan tras las grandes tragedias, cuando surge una conciencia de humanidad. En este caso, los escultoras expresan a través de la forma retorcida en la que se encuentra el gigante, la esencia de la vida: caer y revivir. La pieza se inspira en la danza Butoh, un baile japonés «sumamente expresivo y que transmite el dolor colectivo que se siente tras una tragedia y el resurgir después de la misma», puede «conectar muy bien con la sociedad actual que tiene que replantearse cuál será su papel en la reconstrucción social tras la crisis que está causando la Covid-19».
La envergadura de esta escultura hiperrealista, que se podrá visitar desde el próximo 23 de febrero, permitirá a los visitantes «interactuar con la obra». En este sentido, tantos los artistas como La Marina tenían claro que el propósito de sacar esta escultura a la calle era «acercar a los ciudadanos una disciplina artística normalmente reservada a las salas de un museo o a las colecciones privadas». «Las piezas se perciben de forma muy distinta en la calle», explican Coderch & Malavia.
Estos artistas figurativos ya han celebrado numerosas exposiciones individuales y colectivas en países europeos como Alemania, Bélgica o Francia, y ahora mostrarán su trabajo por primera vez en Valencia, ciudad en la que están afincados y donde se ubica su taller, ha indicado la Marina en un comunicado.
«Dos mentes creadoras en constante dialogo», así se sienten Joan Coderch (Barcelona, 1959) y Javier Malavia (Guipúzcoa, 1970) cuando se enfrentar a la creación de cada una de sus piezas artísticas.
El cuerpo humano y las artes son fuentes de inspiración «constantes de las que nutrirse y dejarse llevar para, a través de un método de trabajo propio, esculpir sus obras a cuatro manos».
En el proceso, «ambos dejan de lado egos e individualidades para proporcionar peso y volumen físico a lo efímero y permitir al espectador adentrarse en las múltiples capas de conocimiento de cada una de sus esculturas».
Su discurso estético radica en un «férreo compromiso con la perfección de las formas para conseguir figuras que plasmen las pasiones y frustraciones que mueven al ser humano contemporáneo en constante equilibrio y transformación».
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