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'La Valencia que queremos' son sólo cuatro palabras aunque encierra un propósito duradero, que pasa por abrir un debate público desde LAS PROVINCIAS acerca del estado actual de la capital de la Comunitat, sus puntos más débiles y las mejoras que necesita, todo ello lo más alejado posible de la refriega electoral del próximo 28-M. Hay los problemas que se arrastran desde hace generaciones y otros no serán resueltos hasta dentro de algunas más, por lo que la premisa pasa por huir del reduccionismo que ofrece un simple eslogan político.
Así, LAS PROVINCIAS dedicará cada mes este año a un sector, un tema como se suele decir en periodismo, para profundizar con expertos y entidades a través de reportajes de fondo, artículos de opinión, mesas redondas y cualquier otro formato que sirva para enriquecer el debate. También a través de la web www.lasprovincias.es donde uno de los propósitos es fomentar la participación ciudadana con encuestas y una newsletter de cada una de las áreas que se traten.
Los siete asuntos serán tratados uno al mes y responden a los principales para el desarrollo de Valencia, aunque podrían ser muchas más. De ahí la flexibilidad de 'La Valencia que queremos', que a lo largo de este año o sucesivos sumaría así nuevos enfoques y cuestiones de actualidad.
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Para abrir boca, nada mejor que pedir a reputados expertos que elaboren un decálogo de cada uno de los sectores que serán objeto de debate. Urbanismo, movilidad, turismo, medio ambiente, patrimonio histórico, la Valencia metropolitana y comercio han sido los ejes trazados para estos meses.
Así, han marcado estas líneas la presidenta del Colegio de Arquitectos de Valencia, Marina Sender, el arquitecto Julio Gómez-Perretta, el director de HOSBEC Valencia, Alberto Galloso, el decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Levante, Joaquim Aguilella, el presidente de la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, César Guardeño, el catedrático Javier Hermosilla y el presidente de la asociación de Comerciantes del Centro Histórico y el Ensanche, Borja Ávila.
Mayo estará dedicado al patrimonio histórico de la ciudad. El cuidado y puesta en valor de los monumentos es fundamental porque encierran la memoria que debe preservarse para el futuro. La Lonja, la Catedral o el Mercado Central aparecen a diario en las noticias, pero hay muchos más. El vandalismo se ceba demasiadas veces con estos inmuebles, a pesar de las aportaciones de entidades privadas como la Fundación Hortensia Herrero, que se ha implicado en numerosos proyectos.
También interesa hablar del estado de salud de museos como la Almoina o el Museo Histórico Municipal, además de la perenne reivindicación de nuevos pabellones para el Museo de Bellas Artes o el González Martí. En Valencia hay 97 monumentos declarados Bien de Interés Cultural (la máxima) y 473 como Bien de Relevancia Local, lo que da idea de la magnitud del tema. Sólo el concurso de mantenimiento de las propiedades municipales abarca 337 esculturas, 14 cruces de término, 33 fuentes, 109 placas conmemorativas y 31 museos, edificios y puentes.
Se hablará y mucho del urbanismo, que al fin y al cabo determina en gran medida la ciudad. Desde aspectos esenciales como el modelo de unión del casco urbano con la huerta que rodea la mayor parte de Valencia a otras más mediáticos que han surgido los últimos años. De estos últimos, las supermanzanas se llevan la palma sin duda, como una de las novedades más interesantes y cuestionadas al mismo tiempo.
¿El centro de Valencia debe ser peatonal? ¿Cuál es la cifra idónea de población? Son interrogantes que se lanzarán a los expertos, lo mismo que los nuevos barrios pendientes de desarrollo o la llamada arquitectura de autor. ¿Es el Grao la última oportunidad de Valencia del proyecto de alguna firma de prestigio mundial?
Hay necesidades perentorias, como sucede por las escasas promociones públicas de viviendas, por no decir inexistentes. El trabajo de la Administración es ahí más necesario que nunca, más urgente que la propia regulación del mercado. Al margen del debate sobre si hay solares suficientes para hacer frente a la demanda, la realidad es que en Valencia hay decenas de miles de pisos vacíos.
En el registro de solares y edificios del Ayuntamiento aparecen 30 casos en el centro, mientras que en el resto de barrios sólo son casos aislados. Esta es una de las herramientas para forzar que se pida la licencia de obras.
De las supermanzanas, el debate llega precisamente cuando se ha adjudicado la segunda después de la inaugurada en la Pechina. La firma Bertolín será la encargada de realizar las obras en Orriols y también está en marcha el concurso para delimitar estos nuevos espacios en el Ensanche y Extramuros.
Todo ello en el marco de una población que oscila alrededor de los 800.000 habitantes y que se va hasta los 1,5 millones si se incluye el área metropolitana. Con una población envejecida que requiere servicios específicos, incluso una manera de hacer urbanismo dirigida a este colectivo. La esperanza media de vida es de 86,5 años en el caso de las mujeres y de 80,8 para los hombres, mientras que la edad para dar a luz el primer hijo se ha retrasado ya a una media de 32,4 años.
La movilidad es otro asunto de gran trascendencia. La remodelación de las líneas de la EMT, las nuevas zonas ORA, los vehículos de movilidad personal, el futuro eléctrico y la necesidad de puntos de recarga en las calles. En todos los barrios hay demandas que deben ser respondidas los próximos años.
En otro peldaño se encuentran las grandes infraestructuras inacabadas. La segunda fase del Parque Central ha echado ya a rodar, de manera precipitada dado que tras la solemnidad inicial apenas se ve movimiento entre Malilla y la calle San Vicente Mártir, por donde discurrirá el túnel que permita el soterramiento de las vías, la obra que acabe con el 'cinturón de hierro' que separa los barrios del sur. La ampliación de Metrovalencia está también en bandeja de salida, con nuevas líneas de tranvía en el Marítimo y la parte sur de la ciudad, en especial La Fe de Malilla.
¿Está descartada la apertura de una línea de metro que cruce Valencia de norte a sur? Para los gestores actuales sí, dado que han decidido que la línea 10 acabe en la estación de Alacant, para conectarla a la red con un pasaje peatonal subterráneo que llegará hasta los andenes de la estación de Xàtiva. Pero es indudable que sigue siendo una cuestión abierta para muchos.
La EMT llegó a 78 millones de viajeros en 2022 y se quedó a 18,9 millones de usuarios por detrás de 2019. De poco ha servido la gratuidad en el billete para los menores de 31 años y el descuento general con las ayudas del Gobierno. Es obvio que otro de los puntos del debate debe girar alrededor de la mejora en los itinerarios, frecuencias de paso y, en general, oferta de la empresa municipal para sacudirse de una vez los restos del desplome causado por la pandemia. Los resultados han sido algo mejores en el caso de Metrovalencia, con 63.361.626 viajeros en 2022, aunque todavía está lejos de los 69,4 millones registrados en 2019, hasta ahora la más alta de su historia.
En el resto del transporte público, la movilidad estará sin duda dominada por los motores eléctricos. Los 3.000 taxis de Valencia y su área metropolitana son híbridos y se están dando algunos avances en la ciudad para la incorporación de los que utilizan sólo baterías.
El Ayuntamiento ha puesto en marcha concursos para repartir cargadores eléctricos tanto en recintos municipales como en la calle. Será una de las líneas de negocio importantes los próximos años y la EMT ya se ha posicionado para su gestión, lo que suma a los encargos de aparcamientos públicos.
Otro asunto de calado en Valencia pasa por el sector turístico. La gallina de los huevos de oro de la que dependen miles de empresas y familias, pero que incluye problemas de convivencia en algunos barrios y saturación de oferta. La evolución de los hoteles abiertos va al alza desde hace lustros, mientras que los apartamentos turísticos, al menos en los registros oficiales, se han frenado entre otras razones por la presión del Ayuntamiento.
Así, el resultado no ha superado por poco los registros de 2019, la referencia a tener en cuenta, aunque eso sucederá sin duda este año dado el arranque de ejercicio que ha habido, con fuertes incrementos. De ahí la necesidad de analizar la evolución de hoteles, apartamentos, las líneas aéreas y la influencia del tren, sobre todo por la irrupción de las líneas de alta velocidad de bajo coste en Valencia.
¿Son beneficiosos los grandes eventos y en qué medida hay que promoverlos? Es otra de las preguntas a tener en cuenta. Hasta los más discutidos como el reciente de la Capitalidad Mundial del Diseño han tenido un impacto económico, según sus defensores. Y todo con la sombra de la tasa turística, aprobada por la Generalitat, defendida por unos partidos y denostada por otros.
No es un asunto menor, dado que el turismo es un sector que puede fluctuar con rapidez. De ahí la importancia de ver también lo que está sucediendo en el entorno de Valencia, con el caso paradigmático de Málaga. En definitiva, el modelo de oferta que debe liderar la ciudad.
Otro de los debates que afronta la ciudad es el relativo al medio ambiente, algo tan transversal y genérico que abarca todo tipo de sectores. Está el reto de resolver el problema de cómo acabar junto al mar o el modelo de gestión elegido para la Marina, pendiente por la falta de acuerdo entre las administraciones públicas.
También la conservación de las playas, sobre todo las de la Albufera, y el efecto que causa en ellas el puerto. La reforma del paseo marítimo es otro asunto estructural. Hay consenso en que el construido en los años 90 se ha quedado desfasado, pero nadie da el paso para que sea sustituido por uno nuevo más allá de enseñar figuraciones virtuales.
La zona de bajas emisiones llega para revolucionar la ciudad, con restricciones al tráfico en algunas zonas aún por determinar. ¿Es necesario en una ciudad como Valencia? ¿Los índices de contaminación son tan elevados que obliga a una limitación amplia o por el contrario será testimonial? La legislación obliga a implantarla, aunque es cuestión de cada ayuntamiento decidir el cómo, con lo que la cuestión está igual de abierta en Valencia que en otras grandes ciudades.
La contaminación acústica también preocupa a los vecinos. ¿Cómo evitarla en las zonas de ocio? ¿El derecho al descanso debe estar reconocido de una manera más clara? Hay varias zonas en Valencia con horarios reducidos por sentencias, lo que no dice nada bueno a favor del gobierno municipal por su incapacidad para anticiparse al problema.
La Albufera, la gran joya de Valencia, también tendrá su hueco con un análisis sobre su estado y las mejoras obligadas de cara al futuro. ¿Cómo convive un parque natural con la población que vive dentro de sus límites? Y una mención especial a la Devesa de El Saler, con su problemática y reivindicaciones.
El mantenimiento de los jardines es una cuestión que encabeza todos los meses las quejas vecinales. Los grandes proyectos verdes de Valencia, como el nuevo cauce y la finalización del Jardín del Turia, son motivo de debate. También el cuidado de los árboles monumentales y los jardines de barrio. ¿Están preparados los parques para los mayores? Valencia es una ciudad que envejece a ojos vista.
En cuanto al área metropolitana, es fundamental hablar de la relación de Valencia con los municipios del entorno, sobre todo en cuanto al transporte y los grandes equipamientos públicos que se comparten.
No se entiende la ciudad sin su entorno, por lo que hay que analizar el Plan de Movilidad Metropolitana y las estrategias para ofrecer polígonos industriales y tecnológicos. La movilidad de decenas de miles de personas depende de los accesos a la ciudad y del transporte público. El ejemplo más claro de mejora es Cercanías.
Más allá de las grandes cuestiones como el suministro de agua potable o los grandes accesos para el tráfico, hay multitud de otros que importan a todos los ayuntamientos y donde es importante también la aprobación de una ley de capitalidad para Valencia.
Y el debate de la Valencia que queremos no puede dejar aparte el comercio, un sector que es considerado el pegamento que une en todos los barrios. ¿Cómo protegerlo? ¿Se escucha lo suficiente al sector cuando se toman decisiones acerca de la movilidad o el urbanismo? No hay nada más triste que una ciudad sin pequeño comercio, sin esa señal de vida que dan los escaparates y los mercados abiertos.
URBANISMO
La recta final de este mandato está trufada de la presentación de nuevas soluciones para el desarrollo de Valencia, como es el caso del nuevo barrio del Grao, el corredor verde que seguirá al Parque Central o el todavía desconocido parque tecnológico en el que se pretende convertir el polígono industrial de Vara de Quart. En muchos casos se trata de cuestiones arrastradas desde los primeros años de este siglo, como la conexión de Valencia con el mar a través del Grao, donde expertos y partidos políticos no se ponen de acuerdo acerca de la mejor manera. De ahí que estas cuestiones estén más abiertas que nunca, dada la próxima cita electoral para renovar el Ayuntamiento. En algunos casos, además, se necesita la participación de otras Administraciones públicas, lo que atasca todavía más los plazos prometidos a los vecinos, cansados de esperar y contemplar una y otra vez vistosas figuraciones virtuales.
MOVILIDAD
La irrupción del patinete eléctrico en las grandes ciudades ha cambiado los modos de movilidad, lo que se vio agravado los dos años largos de pandemia del Covid-19. La desconfianza hacia el transporte colectivo es un ejemplo más de lo vivo que está el debate de la movilidad en Valencia, al igual que ocurre en el resto de grandes ciudades. La EMT ha recibido más dinero de los impuestos que en toda su historia, pero los resultados están todavía lejos de los registros prepandemia. Hay líneas de metro dibujadas en un mapa que serán desarrolladas los próximos lustros y la Generalitat ha renunciado a que el metro atraviese la ciudad de norte a sur, construyendo en su lugar el pasaje peatonal más largo de España, entre las estaciones de Alacant y Xàtiva. Todo un caldo de debate donde se añade la posición del coche privado y la aprobación de la zona de bajas emisiones, que sigue en un cajón.
MEDIO AMBIENTE
Esta década será la de la inteligencia artificial pero también la del medio ambiente. El planeta empieza a dar signos de debilidad y las ciudades deben ser ejemplo de una mejor convivencia. Dejar de ser islas de calor para convertirse en entornos más amables. Ese es el punto de partida de un debate que en Valencia se concreta en su convivencia con el urbanismo y la movilidad. Hay numerosas piedras de toque y recientemente se dio paso más en una importante, como es el acceso a la ciudad por la avenida Ausiàs March. ¿Es posible una reducción tan brutal de carriles? Es uno de los debates, al igual que mejorar las cifras de reciclaje de basuras y obtener de una vez un compost de calidad de los residuos orgánicos. Muchos frentes abiertos, donde uno sigue pidiendo a gritos una solución: la conservación de las playas del parque de la Albufera.
PATRIMONIO
La lista de patrimonio en peligro en Valencia que muestra Hispania Nostra es demasiado larga. A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento, hay quien piensa que se ha instalado una nube de mala suerte sobre la gestión con ejemplos como la paralización de las obras de recuperación de la muralla islámica, igual que ha quedado desierto el concurso para la limpieza de pintadas de monumentos. Conservar los inmuebles protegidos y los restos de la historia de la ciudad es a veces la tarea más ingrata, pero también la más necesaria. El desarrollo de la ciudad no puede llevar implícita la desaparición de su pasado. De ahí la importancia de destinar más dinero público a la recuperación de los inmuebles relevantes. El llamado 1% cultural del Gobierno es el camino, aunque con un mayor porcentaje sin duda y con la adecuación de usos que permita la entrada de capital privado en las obras para desbloquearlas.
LA GRAN VALENCIA
Ha sido siempre la asignatura pendiente y sólo hay que echar un vistazo al límite municipal de Valencia con otras poblaciones. Desorden, acumulación de viviendas sin ningún tipo de dotación pública compartida o, sencillamente, calles que cambian de mobiliario y arbolado debido a que la misma calzada atraviesa el límite. La ausencia de una coordinación en estrategias en la llamada Gran Valencia es tan antigua como urgente la necesidad de resolver numerosos problemas de cara al futuro. La movilidad es el más evidente, dado que el transporte público está todavía lejos de llegar a un nivel aceptable. Más allá de que la competencia de Cercanías sea del Gobierno o de la Generalitat, adolece de numerosos problemas, mientras que Metrovalencia tiene mucho trecho de mejora. La consecuencia es el atasco diario en los grandes accesos.
COMERCIO
Es el llamado pegamento de los barrios, pero en numerosas ocasiones no son lo suficientemente escuchados por el Ayuntamiento. Los comerciantes mantienen viva la ciudad y cualquier decisión les afecta, bien sea una alteración en el tráfico, la reurbanización de una plaza o el desvío de una línea de la EMT. De ahí que sean parte obligada y necesaria en el debate acerca de la Valencia que queremos. La reforma de la calle Guillem de Castro, por ejemplo, ya ha tenido su contestación, además clamar, de momento en el desierto, para que todas las líneas de autobús del centro no pasen por la calle Colón sino que algunas sean desviadas por Marqués de Dos Aguas, con el fin de rescatar la antigua Milla de Oro, deslucida por los numerosos cierres de negocios. Su voz es necesaria hasta en los asuntos relacionados con el turismo, como sucede con la petición de cámaras de vigilancia en las calles.
TURISMO
La Copa América de vela de 2007 situó a Valencia en el mapa internacional del turismo, una posición que ha ido subiendo con el paso de los años. El éxito ha sido tan rotundo (el secreto mejor guardado de Europa, llamaba a la ciudad el magnate de la F-1, Bernie Ecclestone), que era inevitable la aparición de problemas. Las costuras empezaron a romperse con las quejas vecinales en algunos barrios por la proliferación de apartamentos turísticos, Ciutat Vella, Ruzafa y el Cabanyal, por el freno que supone al aumento de residentes empadronados. Después llegó el debate sobre la tasa turística, rechazada por el sector y varios partidos, a lo que se ha sumado la saturación de la ciudad por la llegada de visitantes, como se ha visto las pasadas Fallas, lo que perjudicó notablemente a la limpieza de las calles y al descanso vecinal. Si hay debate en Valencia, es sobre el turismo y en concreto, su modelo.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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