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Viaje a la Valencia romana

Viaje a la Valencia romana

Los restos de 'Valentia Edetanorum' aún pueden observarse. Algunos están a pie de calle y otros se encuentran a refugio de espacios privados

María Gardó

Valencia

Viernes, 18 de octubre 2019

Hay una Valencia que vemos a diario, pero bajo nuestros pies se hallan los restos de las diferentes urbes que fueron, cada una construida sobre la anterior. Así que para descubrir los orígenes de la ciudad es necesario ir quitando capas, excavar, en una especie de viaje en el tiempo. Y en el centro, en la base, aparecería la Valencia romana, el origen. Los restos de aquella época aún pueden observarse. Algunos están a pie de calle y otros se encuentran a refugio de espacios privados.

'Valentia Edetanorum' ( Valentia, 'valor' y Edetanorum, 'en la región de Edetania') fue fundada el 138 a.C, siendo cónsul romano Décimo Junio Bruto, sobre una pequeña terraza aluvial. La fundación del centro urbano, como era costumbre en la sociedad romana, precisó de ritos religiosos que confirmasen la idoneidad del lugar. Cerca de l'Almoina se encontró una profunda fosa con restos de una ofrenda de carácter público relacionada con la creación del viario de la ciudad. Una vez seleccionado el lugar, y con la aprobación de los dioses, se procedía a la parcelación topográfica del espacio urbano y rural. Tras organizar las principales calles, se construyó el sistema defensivo.

Las primeras construcciones fueron precarias, pues la prioridad fue construir el recinto amurallado y transformar el entorno para convertirlo en habitable. Allí se instalaron antiguos soldados que habían participado en la guerra contra Viriato en la Lusitania y que recibieron tierras alrededor de la ciudad.

¿Dónde empezar a buscar las huellas de aquella época? La Almoina es el kilómetro cero de Valentia y el mejor exponente del elevado desarrollo de la arquitectura romana. Desde ahí comienza el viaje por la capital del Turia de hace 2000 años, que tan bien conoce Albert Ribera, exarqueólogo municipal y exdirector del museo arqueológico, quien nos guiará a través del recorrido.

Valencia se construyó siguiendo el esquema típico de toda ciudad romana. Las vías romanas vertebraban el territorio conquistado y comunicaban el lugar más recóndito con el imperio. L'Almoina alberga los dos ejes principales que atravesarían toda la urbe: Decumano Máximo y Cardo. Sobre esta última pasaba la Vía Augusta, parte de la antigua autopista romana, que conectaba Cádiz con la capital del imperio, pasando por Valencia. «Nuevas investigaciones han desvelado que también podría ser otra vía importante de la ciudad», explica Albert Ribera, exarqueólogo municipal y exdirector de La Almoina. A través de estos caminos se generaba una intensa actividad tanto comercial como económica. El trazado del Cardo coincidía con la actual calle Salvador.

En el mismo museo arqueológico se hallaron, en las excavaciones de 1985, los restos del santuario de Asclepios, un espacio compuesto de baños y fuentes con fines terapéuticos. Aunque la joya más sorprendente que puede contemplarse son las termas, donde se observa la bañera de agua caliente, la sala de agua templada, el banco donde se daban masajes con aceites y la zona de vestuarios, en una especie de balneario romano de la época. «El museo es el mejor exponente del elevado desarrollo de las construcciones de la época», explica Ribera.

Vista de las termas de La Almoina. M. Gardó

También en La Almoina se puede contemplar lo que ha quedado del 'horreum', edificio público donde se conservaban las cosechas de cereales y otros productos de primera necesidad, de tal manera que el abastecimiento de la ciudad estuviera garantizado. Por eso se situaba en el centro de la ciudad y parte de esta «gran despensa» se puede visitar en en el museo. Con cuatro grandes naves pararelas idénticas, fue construido con grandes sillares de piedra blanca procedentes de las cercanas canteras de Rocafort-Godella. «Seguramente, una de las principales fuentes de riqueza de Valentia fuera la de hacer de intermediaria y redistribuidora comercial con el entorno indígena», explica Ribera.

Refundación y época de esplendor

En el 75 a. C. la ciudad fue destruida por la primera guerra civil romana entre Pompeyo y Sertorio y se sumió en el abandono. Medio siglo después fue refundada en época de Augusto con rango de colonia. Es en esta nueva etapa cuando florecen los edificios más imponentes, como el circo o el foro. Este último se hallaba en lo que hoy es la la Plaza de la Virgen y la calle de la Leña. Era el corazón de la vida urbana, agrupándose a su alrededor los edificios donde se desarrollaban las funciones políticas, administrativas, judiciales y religiosas. La curia era la sede donde se reunía el Senado de la ciudad y por tanto era considerada como uno de los máximos exponentes de la romanidad. Junto a ella se situaba la basílica, que solía ser el edificio más grande del foro, donde se hacían las transacciones comerciales y se administraba justicia.

Por esa misma zona, han ido surgiendo restos de construcciones romanas privadas a lo largo de los siglos. En las proximidades del Palacio de Benicarló o Palacio de los Borja (actualmente sede de les Corts) se encuentran parte de una casa romana, con sus muros, arcos, columnas y dos mosaicos.

El 'decumanus maximus' y columnas del foro, en La Almoina. En la tercera imagen, meta del circo romano en Caro Hotel. Fotos: La Almoina y Caro Hotel.
Imagen principal - El 'decumanus maximus' y columnas del foro, en La Almoina. En la tercera imagen, meta del circo romano en Caro Hotel.
Imagen secundaria 1 - El 'decumanus maximus' y columnas del foro, en La Almoina. En la tercera imagen, meta del circo romano en Caro Hotel.
Imagen secundaria 2 - El 'decumanus maximus' y columnas del foro, en La Almoina. En la tercera imagen, meta del circo romano en Caro Hotel.

En Roma no existía el fútbol, pero sí las carreras de cuadrigas, para las cuales necesitaban de grandes estadios. El Mestalla de la época fue el circo romano. Con 350 metros de largo y más de 70 de ancho, era la construcción más imponente de Valentia. Partía desde la calle de la Paz, a la altura del Colegio del Patriarca, y llegaba hasta la calle Almirante, donde se encuentra la sede de Comisiones Obreras. «Se conocen una decena de puntos con restos del circo y que se han ido localizando uno por uno hasta montar el puzzle final», explica Ribera. Pero sólo en tres puntos pueden observarse hoy. Una parte de la muralla del circo está en un restaurante que hay en el cruce de la calle Comedias y la calle del Mar, El Soho del Mar. Existen también tres elementos de las metas en el bar del Hotel Caro y en la Iglesia de San Juan del Hospital se conserva parte del muro central, «donde se colocaban obeliscos e inscripciones», detalla Albert Ribera.

En las afueras

La defensa de la ciudad era uno de los principales asuntos a tratar a la hora de fundar una ciudad y para ello, como no, hacía falta una muralla consistente. La de Valentia, sobre mapa, recorrería la calle Conde Trénor, calle Serranos, calle Juristas, calle de la Corretgería, plaza de la Reina, calle Caballeros, calle Avellanas, calle San Luis Beltrán y calle Pintor López. Parte de sus restos han asomado en el solar de la calle Salvador y otro tramo de muralla en un edificio de los números 11 y 13, visible desde la calle a través de una ventana habilitada para tal efecto.

Tras las Torres de Serrano construyeron un puerto y dos desembarcaderos marinos , que muestran el desarrollo del tráfico marítimo y fluvial y explican la abundancia de materiales romano-itálicos importados, que se guardaban en el Horreo. «Al principio Valencia era una especie de isla rodeada de agua y con gran actividad comercial», señala Ribera. Ahora se sabe que los romanos fundaron la ciudad cerca del mar y sobre una isla producida por la bifurcación del río Turia.

Y otra construcción fluvial importante fue el acueducto. «Poco ha quedado del acueducto que se situaba entre la calle Caballeros y Quart, pero los estudios lo sitúan ahí», dice el exarqueologo. La infraestructura recogía las aguas del Turia y las llevaba al centro. El restaurante 'El Celler del Tossal' conserva una pequeña parte.

En torno a la ciudad de los vivos, fuera del recinto urbano, se construyeron los cementerios, cerca de las vías de comunicación. Del periodo republicano sólo se conoce uno, la necrópolis occidental situada en la actual calle Quart. Otra funeraria occidental estaba en la plaza Marqués de Busianos. «Ya en el Imperio, las más importantes estaban alrededor de lo que ahora es el Mercado Central, junto a las Torres de Quart, en la calle Sagunto, barrio de Orriols y San Vicente Mártir», apunta. Otras áreas de enterramiento menos conocidas se situaban en El portal de Russafa, calle Caballeros, avenida Blaso Ibáñez y Patraix.

Coincidiendo con la decadencia del resto del Imperio, en el siglo III d. C, Valentia entra en una una nueva crisis y es destruida. Más tarde nacerá en ella la primera comunidad cristiana en torno a la memoria de San Vicente Mártir. Pero esa ya es otra historia.

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