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Un mito lo es porque está muy arraigado, pero nada impide que un día se desmonte. Si se explica, tal vez se consigue. Y eso es lo que ha hecho la ilustradora valenciana Virginia Lorente en su creativo homenaje al botijo. Virginia ha diseñado una bolsa de tela con una ilustración que explica cómo funciona el botijo, «uno de los mejores inventos de la Historia y de la Prehistoria».
Con ello ha venido a decir que puede quedar sin sentido esa frase popular tan manida que alude al simple mecanismo del botijo para expresar un desprecio. «No es tan simple», recalca la ilustradora de Typical Valencia, que cuando se dispuso a rendir homenaje a tan útil compañero en horas de calor, se puso en contacto con el Museo l'Etno. Y de la casa experta recibió el visto bueno. Así que el texto que se lee en las bolsas es «información revisada por los técnicos de l'Etno». Nada que objetar.
Ante el deseo de homenaje a esta especie de cántaro portátil pensó en una imagen «de líneas como los planos de diseño industrial» para explicar el funcionamiento de tan preciada pieza. Virginia está convencida de que «seguro que no se diseñó con planos, pero sí con mucho ingenio». Y como, aunque hayan pasado muchos siglos, siempre se llega a tiempo a los reconocimientos, la firma ha buscado la representación «mediante esos planos».
Y así es como aparece impresa en la bolsa la imagen que muestra las distintas partes del botijo y las claves de una 'técnica' que consigue de la manera más ecológica posible refrescar el agua. De esta manera Virginia Lorente ofrece una «revisión» del tradicional recipiente «desde el punto de vista del diseño».
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El objeto merecía el esfuerzo. No en vano, explica la diseñadora que «el botijo es, sin duda, uno de los mejores diseños de la Historia y de la Prehistoria. El origen de los cántaros de barro que enfriaban el agua gracias a la evaporación data del IV milenio a. C».
Y para completar, también facilita Atypical Valencia instrucciones a seguir antes de estrenar la pieza. No hay que olvidar sumergirlo en agua con 'cassalla'. Tiene que sudar por sus poros descansando a la sombra.
La bolsa llegó en vísperas de la pasada Navidad, y el público la ha recibido muy bien. Un bonito homenaje a una pieza que llegó antes, muchísimo antes, que las cantimploras y las sofisticadas botellas de agua que acompañan los días de este siglo XXI. Nada nuevo bajo el sol.
Tal vez ahora quede pendiente explicar cómo beber sin mojarse, pues si su mecanismo no es tan simple como se cree, beber 'a gallet' también tiene sus trucos. Y la experiencia, que es un grado, se ha ido perdiendo.
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