Aspecto del quiosco actual en la calle Narváez de Madrid. Cedida por José García López

Los valencianos que abrieron la primera horchatería de Madrid

Francisco Guilaver y Francisca Segura llegaron en 1910 a la capital desde Crevillent y abrieron un quiosco en el que introdujeron la venta del tradicional refresco I Tras varios emplazamientos, la cuarta generación de la familia mantiene el puesto en la calle Narváez

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 10 de junio 2023, 00:25

Llegaron a Madrid en 1910. Abrieron lo que en la capital llaman 'aguaducho', y por estos lares conocemos como quiosco, y triunfaron. Tanto que allí siguen José y Miguel García López, descendientes de la familia valenciana, de la localidad alicantina de Crevillent, que estrenaron el ... siglo XX abriendo plaza de venta de horchata y agua de cebada para hacer más llevaderos los veranos de la villa. La perseverancia y el buen hacer les han convertido en el primero de aquellos 'aguaduchos' que vendió horchata y en el único que sigue sirviendo la sabrosa agua de cebada.

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La pregunta se hace obligada cuando se habla con José desde Valencia: ¿Qué son los 'aguaduchos'? Nacieron como establecimientos en los que «se vendía agua de todo tipo, como aguas de violeta o de canela, como refrescos. También tenían botijo», destaca José, para añadir que «cuando llegaron mis bisabuelos había muchos 'aguaduchos' en Madrid», pero qué duda cabe de que esta familia los valencianizó al concederles acento propio introduciendo la venta de horchata y de agua de cebada. Relata el heladero que contaba la prensa de allá por 1965 «había unos trescientos» de los que ha logrado sobrevivir el de los valencianos.

Hoy se les puede visitar en la calle Narváez «desde 1944, el año que viene cumplimos ochenta años en este sitio», apunta José, pero antes estuvieron en otros. No en vano en la ciudad se les conoce. El relato de esta estirpe valenciana forma parte de la historia individual de muchos madrileños y de no pocos turistas que se acercan a los mostradores de un pequeño establecimiento de calle pintado de azul y blanco que si bien se ha ido adaptando a las exigencias de los tiempos -ha pasado de la madera al metal- siempre se ha cuidado de «mantener la tradición en su aspecto. A mí las moderneces no me gustan», sentencia José.

Imagen histórica del quiosco en 1976. Cedida por José García López

Cuando los bisabuelos de los heladeros de hoy, Francisco Guilaver y Francisca Segura, se instalaron lo hicieron en la calle Cedaceros, en el distrito centro. «Allí estuvieron hasta 1928». Ese año se trasladaron a la Carrera de San Jerónimo, «frente al Palacio de las Cortes, donde estuvieron hasta que llegó la Guerra Civil». La ubicación rezuma interés: «Los ujieres del Congreso salían con recipientes para comprar horchata y cebada para los políticos que estaban dentro». Así, bien podría decirse que los bisabuelos de José y Miguel a los que sucedieron los abuelos, María Guilaver y Manuel López, se inscribieron en la trayectoria del parlamentarismo español a lo largo de un viaje vital que también emprendieron los padres, Dolores y Miguel, «aunque mi padre no trabajó aquí».

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Cartel que luce en uno de los lateraes del 'aguaducho' de José y Miguel. Cedida por José García López

La guerra de 1936 alejó a la familia de Madrid. Se trasladaron a Crevillent hasta que en 1942 hicieron las maletas para regresar a la capital. Se asentaron en la plaza del Carmen y ya en 1944 pasaron a la localización actual desde la que hace ya dieciocho años se ocupa José junto con su hermano Miguel, a quien le queda menos para retirarse de un establecimiento que muestra un cartel en el que junto a la bandera de la Comunidad de Madrid, y el escudo de la ciudad, se puede ver también la Senyera y el emblema identificativo de Crevillent. Un texto que habla del tradicional helado valenciano, incluyendo la legendaria y conocida afirmación 'aixó és or xata' como origen de su nombre completan una tarjeta de presentación que no deja lugar a dudar del made in Valencia.

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Desde siempre «la horchata la hemos hecho nosotros, y también el agua de cebada», aclara el heladero que asegura que cada día sirven «una media de entre ochenta y cien litros de horchata, que es la estrella. Agua de cebada un poco menos, pero últimamente la venta ha subido».

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La madre de José y Miguel, Dolores, en el antiguo quiosco de la calle Narváez

Por el puesto de José y Miguel pasan miles de madrileños, valencianos de paso en Madrid, «gente de nuestro pueblo, Crevillent», y turistas que llegados de cualquier parte del mundo se sienten atraídos por el incomparable sabor de la horchata y el agua de cebada. Y cuenta José que un día llegó «un coche que venía a comprar horchata para un acto de los entonces Príncipes de España, Juan Carlos y Sofía» y recuerda que por allí han pasado famosos de las distintas épocas «como Luis Mariano en la época de mi abuela». Después López Vázquez y hasta fecha reciente en la que allí se han refrescado Víctor Manuel, Ana Belén o Javier Bardem. Y claro, también alcaldes. «La primera vez que un alcalde nos visitó fue el día que vino la alcaldesa Manuel Carmena. También han venido Martínez Almeida y la presidenta Isabel Díaz Ayuso», apunta José.

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Y allí siguen José y Miguel, que ya han publicado un libro que cuenta la vida de la primera familia que sirvió horchata en Madrid para seguir escribiendo un relato de dedicación a un quiosco que se ha ganado lucir, y lo hace con orgullo, la placa del Consistorio madrileño que lo acredita como el «último aguaducho existente en Madrid». Ya saben, aquel en el que unos emprendedores introdujeron la horchata y el agua de cebada.

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