Tres pintadas enormes, recientes y brillantes. Se nota que se han dejado el dinero en comprar suficiente espray para ensuciar unos muros que se remontan siglos atrás, catalogados con la máxima protección patrimonial y que son el remate de la degradación del entorno del antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes, del siglo XVI, la actual Biblioteca Valenciana.
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Quien da la voz de alarma es César Guardeño, de la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio Histórico. «El problema es que supondrá un efecto llamada y vendrán más para hacer pintadas y ensuciarlo todo», comenta. La entidad ha obtenido ya varias recomendaciones del Síndic de Greuges sobre la salvación de un muro de tapial unido indiscutiblemente a la huerta que encierra a lo largo de la avenida Constitución y el límite con Tabernes Blanques y la ronda norte. Una construcción arruinada desde hace años y donde las únicas reparaciones, señala, han sido de lo más desafortunadas cuando se han hecho.
«Una esquina la reconstruyeron con encofrado de hormigón en lugar de utilizar los mismos materiales y técnicas de muro de tapial», apunta, mientras que cita lo que a su juicio son incongruencias. «Los huecos del muro y el espacio que hay hasta la acera suele estar lleno de basura, pero nadie limpia», dice.
En una de las últimas respuestas de la Conselleria de Cultura y el Ayuntamiento, la contestación ha supuesto en ambos casos «escurrir el bulto, nadie asume responsabilidades e incurren incluso en contradicciones, cuando la realidad es que se trata de un Bien de Interés Cultural», recuerda el experto.
Los campos de huerta rodean el antiguo monasterio y la mayor parte están en plena actividad. Junto con la parte de Vera están considerada una de las zonas agrarias más valiosas de la parte norte de Valencia, tanto por el paisaje como por la presencia de varias alquerías. El anterior gobierno municipal llegó a plantear en la revisión del Plan General que se quedara como zona verde, como una manera de conseguir a base de cesiones que un importante trozo de huerta de la ciudad pasara a manos públicas.
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Al final se optó este mandato por no modificar la calificación urbanística del suelo protegido, en un entorno donde entre la Biblioteca Valenciana y la ronda norte se levantan varias naves industriales y viviendas abandonadas. Un coche desguazado, un pequeño vertedero y un solar convertido en un aparcamiento, donde se ha llegado a ver alguna chabola de manera ocasional, completan un panorama que apenas ha cambiado estos años.
Origen: En 1383, el Rey Pere el Ceremoniòs concedió licencia al abad del monasterio de Santa María de la Valldigna para edificar en una antigua alquería islámica en plena huerta de Rascanya.
Edificio actual: El proyecto original, luego modificado, fue concebido por el duque de Calabria.
Entorno: Los campos de huerta sirvieron para los monjes, que los arrendaban para generar ingresos.
La tercera recomendación del Síndic de Greuges, de mayo de 2017, es la que para Guardeño ofrece más contradicciones. Un año después, la Conselleria de Cultura indica que «se tiene constancia del inicio de la tramitación de un expediente por parte del Ayuntamiento, cuyo objeto es requerir a la propiedad del muro para el deber de conservación y la ejecución de los trabajos necesarios para evitar la degradación».
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No obstante, el servicio de Disciplina Urbanística indica que el muro al no «tratarse de un edificio de uso residencial, no le compete a este servicio exigir el mantenimiento y conservación del mismo», aunque al suponer un Bien de Interés Cultural apunta que según la Ley de Patrimonio Cultural, le «corresponde a la conselleria competente en materia de cultura».
Guardeño subraya también la falta de accesibilidad en las calles del entorno. «En la avenida Constitución hay bordillos de acera con el doble de altura de lo normal», cita como ejemplo, para insistir en que la respuesta de Cultura es que «corresponde al propietario la limpieza de la basura junto al muro».
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Al otro lado de la ronda norte, en el barrio de Orriols, un conjunto de alquerías junto a la calle Santiago Rusinyol está asociado también con el antiguo monasterio, en concreto campos cedidos en régimen de arrendamiento. La misma asociación denunció hace meses el hundimiento parcial de uno de estos inmuebles. De esta manera será prácticamente imposible recuperar toda la manzana, donde el Consistorio rehabilitó en mandatos anteriores dos de los inmuebles para una dotación pública destinada al barrio.
Las primeras denuncias al Síndic de Greuges se remontan a 2013, recordó Guardeño, quien cuestiona lo poco que se ha hecho desde entonces. «El tráfico es un peligro en la avenida Constitución porque circulan como si fuera una carretera. Todo el entorno es algo que no se merece un monumento de la categoría de la Biblioteca Valenciana».
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