P. M.
VALENCIA.
Lunes, 7 de junio 2021, 00:17
Menos de seis meses después de la reforma integral del jardín que forma la cubierta del Museo de Historia de Valencia, el vandalismo y el botellón han acabado con la zona verde. Como si hubiera sufrido el paso de una manada de caballos salvajes, así ha quedado la mayor parte de los cactus y otras plantas crasas plantadas, además de destrozos en la red de riego.
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El concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo, alertó ayer de lo sucedido e hizo un llamamiento al «civismo». En la zona todavía se ven vasos de plástico y residuos de todo tipo, restos del botellón ocurrido hace días y que acabó en vandalismo.
Los cactus y plantas crasas (de tallo y hoja gruesa para almacenar agua) fueron especies elegidas precisamente para evitar un riego abundante en esta zona verde, enclavada en el límite con Mislata. El motivo es que se trata de la cubierta de la antigua sala Hipóstila, los depósitos de agua potable de la ciudad, reconvertidos hace años en Museo de Historia de Valencia. Así se evitan filtraciones y humedades.
Plantas rotas, desaparecidas, mantos vegetales y de tela destrozados, red de riesgo destrozada y tierra removida se reparten ahora por la zona verde, con algunas zonas cerradas con cinta de la contrata de mantenimiento de jardines hasta que se complete su recuperación.
Se trata del segundo episodio grave ocurrido en apenas unos días, después del botellón que sucedió en el parque de Marxalenes y que dejó también un reguero de basura esparcida por el jardín. Aquello degeneró incluso en un enfrentamiento de varios jóvenes contra vigilantes de Ferrocarrils y la Policía Nacional.
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El jardín de la sala Hipóstila se encuentra entre edificios y un solar, sobre un inmueble encajonado en un callejero difícil por los desniveles, justo al lado de un centro de atención a refugiados. El edil señaló que las plantas destrozadas no necesitaban apenas agua ni presentan problemas de mantenimiento puesto que también tienen poca afectación de plagas y enfermedades.
Las obras realizadas a finales del pasado diciembre incluyeron la colocación y reparación de mallas, el acondicionamiento del terreno y el esparcimiento de gravas decorativas, lo que ahora se tendrá que repetir.
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El ajardinamiento se basó en la técnica de la xerojardinería, que consiste en el diseño, construcción y plantación de unidades con un bajo y eficiente consumo de agua. Además, las mallas y el uso de gravas decorativas en toda la superficie restringen también las pérdidas de agua y la evaporación.
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