Vecinos y comerciantes se muestran divididos por el derribo de la antigua Fe

Para José María, propietario del bar Got y taula en el entorno del complejo, la tardanza del proyecto es negativa. «Nos están perjudicando las obras. Ahora mismo esto no es negocio. Decían que en 2023 lo iban a inaugurar, ha habido mucho retrasos. Se va a ir a dos o tres años más de obras, igual hasta me jubilo yo antes. Se podía haber aprovechado lo que hay, era un edificio de 50 años, mi finca tiene más tiempo y no se va a caer», expresa.

Por su parte Juan Antonio, vecino que vive muy próximo a la zona, admite que «hay algo de ruido, pero para que no estuviera en uso, mejor demolerlo y que hagan algo más útil y nuevo», indica. «Aquí por ejemplo pediatría no hay en este punto de atención, hay que ir a La Fe nueva y en bus son 40 minutos, estaría bien que pusieran consultas externas aquí, que nos quedaría muy cerca», añade.

Sin embargo para José, propietario del bar Rufino, confiesa que a su negocio le está «beneficiando, porque están viniendo diariamente unos 40 trabajadores de la obra a almorzar y comer, y eso se nota mucho. Polvo y ruido dentro no tenemos, quizá un poco en la terraza», cuenta el hostelero. «El centro de especialidades que van a hacer ha tenido mucha demora y eso me fastidia más, si lo hubieran abierto sería bueno para el barrio», apunta.

Los obreros han retirado el amianto del edificio principal y están compactando los escombros para hacer montañas, en las que se subirán las máquinas para realizar el derribo a partir de la última semana de febrero. «Está tardando demasiado, llevan años de obras, espero que se termine lo antes posible. Podían haber aprovechado alguno de estos edificios, aunque si tenían amianto, mejor derribarlo. Me parece un acierto que hagan el complejo sanitario, porque La Fe está muy lejos», opina Daniel, vecino de Campanar.

Hace ya 14 años que la antigua Fe dejó de estar en activo, pero vecinos como Juan Carlos siguen reivindicándola. «Fue malo que quitaran el hospital, nos fastidiaron al tener que irnos a Malilla, que en transporte son 40 minutos. Pero ahora para el barrio es bueno que hagan el nuevo complejo, lo que pasa es que está tardando mucho», asegura el hombre. «El ruido afecta seguro, pero los beneficios de tener este centro aquí cuando lo acaben serán más. Yo creo que no estaba para tirar, tenía 50 años, lo podían haber rehabilitado para muchos servicios, al menos algunos de los edificios», apunta.