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«Ni somos invisibles ni vamos a dejar que nadie hable por nosotros». Así se pronuncia la portavoz de la plataforma vecinal VULLC -Veíns Units llotja del Cabanyal- Manu Ríos, sobre la reivindicación de comprar las viviendas de la Lonja de Pescadores, tras conocerse el encargo del Ayuntamiento a la sociedad Plan Cabanyal-Canyamelar para vender los solares de 96 viviendas entre las calles Eugenia Viñes y Pavía. Los residentes son propietarios de los inmuebles, pero no de las parcelas, por lo que ahora se inicia el proceso de adquisición.
La entidad VULLC está formada por los vecinos de las viviendas de la Lonja de Pescadores, 37 en manos de particulares y otras tres de la Sociedad Marina Auxiliante, en una situación más precaria que los anteriores. Según Ríos, a ambas parcelas la de Pavimar (en primera línea de playa) y la Lonja, (en segunda) tan sólo las separa una calle, la de Eugenia Viñes. Ambas se levantan sobre suelo público municipal y ambas tienen un mismo concesionario.
La diferencia es que mientras la concesión de unas llega hasta 2027 «la nuestra está pendiente de lo que dictamine un proceso judicial que prácticamente termina de empezar y que se puede dilatar en el tiempo». Unas diferencias a las que cabe añadir que las del frente litoral tienen escriturado el vuelo y las de la antigua Lonja del pescado están reconocidas individualmente por medio de la cesión de la titularidad que hizo el concesionario, la mercantil Marina Auxiliante, y que los vecinos denominan coloquialmente como hijuela.
«Este hecho que no les quita ninguna legitimidad a sus vecinos pues están censados, pagan IBI, tasas, seguros comunitarios, están reconocidos por el concesionario y tienen a su nombre los suministros básicos», apunta la portavoz.
Fue en 2016 cuando los vecinos de las 40 casetas- «cansados «del deterioro que presentaban las zonas comunes y de los nuevos planes del ayuntamiento que amenazaban el futuro de sus casas- decidieron unirse en una misma plataforma vecinal, Vullc, y reclamar de forma conjunta lo que «tantas veces se ha hecho de manera individual» ante el ayuntamiento: la enajenación directa de un suelo en el que viven por trasmisión de sus antepasados desde hace un siglo.
Como puntualizan, «somos hijos del barrio y nuestras casas son nuestros hogares y no aceptamos que se nos haga de menos ni se nos invisibilice». Para su presidenta resulta especialmente sangrante que se limite su situación a un conflicto de intereses entre dos partes, el Ayuntamiento y una empresa privada.
«No darnos nuestro sitio hace que nos sintamos simple moneda de cambio. Este no es un edificio fantasma, viven personas». Una observación que también se recogía hasta en las medidas cautelares de la reversión de la concesión que destacaban el hecho «que el edificio lo habitan familias que deberían ser escuchadas».
«Que nadie olvide, añadió Ríos, que nosotros hemos elegido libremente que sea VULLC quien hable por todos y no tenemos ningún otro interés que no sea el de regularizar de una vez nuestras casas».
En los cinco años que lleva la plataforma al frente de las reivindicaciones vecinales se han mantenido reuniones con los técnicos de Patrimonio, Urbanismo, Alcaldía y Plan Cabanyal y se ha colaborado «en todo lo que se nos ha requerido». Aun así «sentimos que estamos dejados de la mano de Dios». Lo último a juicio de Vullc «es escudarse en un proceso judicial que puede durar varios años, para no hacer absolutamente nada, ni unos ni otros». Precisamente es el consistorio quien tiene ahora la oportunidad de posicionarse o no, de parte de los vecinos. Como dice Ríos «con voluntad política todo se soluciona».
Precisamente ahora que hay luz verde a la venta del suelo en Pavimar y que los vecinos de la Lonja conocen los precios y condiciones que se están ofertando, «es la ocasión idónea para solucionar nuestro caso y de paso, cerrar la puerta a la especulación de terceros que amenaza el barrio».
A juicio de la Plataforma, «no hay nadie mejor que la gerencia de Plan Cabanyal» para llevarlo a término no sólo porque esta empresa lleva adelante un proyecto de rehabilitación que «seguimos necesitando urgentemente» y que ahora duerme en un cajón a la espera de una decisión política «porque hay dinero consignado para ello» sino que por proximidad y por compromiso con el barrio «se ha tomado la molestia de conocer nuestras singularidades arquitectónicas, históricas y sociales al detalle».
Vullc anima al ayuntamiento puntualizando que «negarnos la venta del suelo sería claramente discriminatorio y tendría dudosa justificación hasta en el mismo barrio».
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