
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Bajo un sol radiante Valencia festejó este lunes a su patrón: San Vicente Mártir. La catedral y sus inmediaciones, así como el resto de enclaves vicentinos de la capital, se vistieron de fiesta para una jornada repleta de celebraciones que se inauguraron a las 10.30 horas en la Catedral con la misa presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. El prelado reivindicó la presencia de la fe en todos los ámbitos, su visibilidad más allá de la vida privada. Llamó a recobrar para Valencia y la diócesis «el vigor de una fe vivida» al considerar que ahí residen «nuestras raíces» y señalar que «Valencia no es otra realidad que la que se asienta en la fe».
La eucaristía concelebrada por el obispo auxiliar Esteban Escudero, el cabildo de la catedral y sacerdotes de la Universidad Católica, estuvo acompañada por las voces de la Coral Catedralicia bajo la dirección de Luis Garrido. No faltaron asociaciones vicentinas como la de Benimàmet o la cofradía de San Vicente de la Roqueta, además de los Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer. Asistieron también concejales de los grupos políticos PP y Ciudadanos. No hubo representación de los grupos que forman el gobierno municipal, si bien el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, estuvo en otros enclaves de la fiesta como la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer o en la entrada de la iglesia de San Esteban en momentos previos a la celebración del tradicional bautizo.
Autoridades militares y representantes de la Universidad Católica San Vicente Mártir también asistieron a la misa en la que el cardenal llamó a reavivar la fe y a vivirla con intensidad, apuesta para la que invitó a vivir la fe «sin ocultarla ante el mundo, ni en la vida social, cultural o familiar». Cañizares, que regresó el domingo de su viaje a Perú junto al Papa, aclaró que la fe no debe ser ajena «a ningún ámbito de la vida». Refirió la existencia de corrientes sociales y culturales dominantes que creen que «la libertad está en el relativismo, y esto nos está conduciendo a un indvidualismo total» que, como apuntó, «nos conduce a una cultura o ideologías en las que Dios no cuenta».
Tras la comunión salió de la Seo por la puerta de los hierros la imagen de madera plateada del santo mártir para celebrar la procesión. Le esperaba una agradable mañana soleada en una plaza de la Reina hasta donde se había acercado un buen número de ciudadanos que no quisieron perderse el paso de su patrón por el corazón de la ciudad en un día casi primaveral, con una temperatura máxima de 27 grados en la capital. La imagen salió acompañada de las asociaciones vicentinas, el cabildo catedralicio, el cardenal arzobispo, fieles y el resto de autoridades que se sumaron a la celebración. El desfile procesional fue cubriendo su recorrido habitual seguido por la mirada de amplio número de ciudadanos. Llegada a la plaza de la Almoina, la comitiva procesional y la imagen regresaron a la Seo por la puerta románica para finalizar la misa con la bendición del arzobispo.
Casi al mismo tiempo la jornada vicentina tenía abierta la agenda en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, en la calle del Mar. En torno a las 12 horas, allí estaba todo dispuesto para la tradicional y alegre cabalgata del bautizo que tuvo lugar, conforme a la tradición en la iglesia de San Esteban. Con este acto, organizado por la Asociación de la Pila Bautismal de San Vicente Ferrer, se rememora el bautizo de este santo dominico en 1350. Participaron los Bultos de San Esteban, representación de los personajes de la sociedad valenciana que asistieron al bautizo del santo dominico a quien pusieron el nombre del mártir. Entre ellos, la virreina Germana de Foix, representada por la fallera mayor de 2017, Raquel Alario.
El alegre acto de la cabalgata, acompañado por la música de banda y trasladando a los protagonistas en calesa, discurrió por la Glorieta, calle Paz y plaza de la Reina para seguir por las calles Mar, Avellanas y Venerables hasta la plaza de San Esteban en cuyo templo recibió el bautismo, de manos del obispo auxiliar Javier Salinas, el niño Luis Enrique Vicente Calabuig Mira, hijo del notario Luis Calabuig y de Neus Mira. Fueron padrinos por parte de la familia, Javier Fuertes y Nuria Mira, mientras que la asociación estuvo representada por Serafín y Gabriela Ríos Tevar. La tradición que rodea al bautismo se completó con la visita a la Basílica de la Virgen de los Desamparados, donde el recién bautizado fue ofrecido a la patrona de los valencianos. Ofició este acto el rector de la Basílica, el también canónigo Jaime Sancho.
Los actos en honor al patrón de Valencia siguieron por la tarde con una completa programación en distintos enclaves de la ciudad, todos ellos de alguna manera vinculados al martirio de quien fuera diácono de San Valero. Así, en la parroquia dedicada al mártir, junto a la plaza de España -lugar que recuerda dónde fue abandonado por sus verdugos el cuerpo del santo en el siglo IV-acogió misa cantada.
Antes estaba programada en la cárcel de San Vicente una eucaristía en rito hispanomozárabe organizada por el Oratorio San Felipe Neri y el Centro Ecuménico Interconfesional. Más tarde, a las 20 horas, estaba prevista otra eucaristía, también en rito hispanomozárabe, en la parroquia Cristo Rey, conocida popularmente como la Roqueta. El gremio de Sastres y Modistas también celebró su fiesta.
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