Pablo Alcaraz
Valencia
Lunes, 30 de octubre 2023, 01:05
Los alumnos de primera matrícula han podido experimentar algunas de las tradiciones de la etapa universitaria como las presentaciones o las novatadas durante su primer mes de estancia en Valencia. El cambio con respecto a sus anteriores etapas educativas es notable, más si cabe para ... los estudiantes venidos desde otras ciudades que tiene que tomar la decisión de dónde mudarse. La oferta es bastante limitada puesto que solo hay tres opciones: el piso o la habitación de alquiler, la residencia estudiantil o el colegio mayor. La treintena de instalaciones dedicadas al alojamiento de los estudiantes universitarios en la ciudad cuelgan el cartel de 'no hay plazas'.
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El precio medio de una habitación con el servicio de comida en una residencia está alrededor de los 700 euros al mes, según el portal Uniscopio. Cabe matizar que las tarifas ofertadas son diferentes en cada uno de los recintos y, además, su coste depende de la cantidad de servicios que se contraten. Estas prestaciones suelen ir desde los más básicos como el comedor, las salas de estudio o el gimnasio hasta las necesidades más personalizadas que demanden los residentes.
Desde Resa, la propietaria de tres residencias en la ciudad como la Damià Bonet, La Concepción y la Patacona presenta distintas gamas que van desde un estudio doble con cocina por 402 euros hasta un estudio individual con cocina en régimen de media pensión por 1.070. Desde la empresa encargada de la gestión de estas instalaciones comentan que entre las tres residencias que poseen en la ciudad tienen una capacidad para albergar a 897 clientes. El objetivo que se marcan desde la compañía es convertir a cada uno de los jóvenes en «parte de una familia y que se sientan como en casa desde el primer día».
Los alquileres destinados a los estudiantes siguen disparados en toda la ciudad y llegan a rozar el importe del salario mínimo interprofesional. Una cifra que queda lejos del alcance de muchos jóvenes. El incremento de los precios en el mercado de la vivienda ha hecho que cada vez se haga más pequeña la diferencia entre los importes de firmar un alquiler privado o una habitación en una de estas modalidades de residencia. Es por ello por lo que tanto las residencias como los colegios mayores han notado un incremento en la demanda de solicitudes en los últimos tiempos y en los que cada vez se acaban antes el número de plazas disponibles, según apuntan fuentes del sector.
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Elísabeth Rodríguez
Las residencias estudiantiles y los colegios mayores parecen tener la misma finalidad, es decir, alojar a los estudiantes durante el curso académico, sin embargo existen algunos puntos que las diferencian. El principal elemento diferencial es que los colegios mayores buscan fomentar una serie de valores asociados a la propia institución y están adscritos a un centro de enseñanza postobligatoria mediante la firma de un convenio. A pesar de mantener dicho vínculo con una determinada entidad universitaria, los colegios mayores pueden dar cobijo a estudiantes procedentes de otros centros. Además, estos no tienen ánimo de lucro y eligen un decanato mediante votaciones, mientras que las residencias sí tienen un interés lícito de beneficio. En definitiva, el negocio de las residencias para estudiantes está en plena ebullición en la ciudad. Una muestra de ello es cómo Valencia se ha situado en el punto de mira de compañías internacionales como Amro que ha decidido invertir en la apertura de una nueva instalación en la calle Palleter este mismo año.
En la otra cara de la moneda, el director del Colegio Mayor Albalat, Santiago Regadera, opina que el crecimiento de la demanda recibida en los colegios mayores durante los últimos años se debe a que las generaciones anteriores a la crisis económica de 2008 eran mucho más numerosas que las que han nacido después. De acuerdo con este argumento, los nacidos en dicho periodo son los que hoy en día se encuentran dentro del rango de edad de la formación universitaria. El director apunta también a un cambio de tendencia social en el que los estudiantes optan por estudiar fuera de sus ciudades natales para formarse en otros lugares. Este centro lleva cincuenta años adscrito a la UV, cuenta con un total de 83 plazas ocupadas y en la actualidad tiene lista de espera para admitir nuevos universitarios.
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Regadera lleva diez años en la institución, nueve de ellos como subdirector, pero este es su primer curso al frente del Colegio Mayor Albalat. Comenta que el centro revierte gran parte de sus beneficios en el alumnado mediante becas de colaboración o de excelencia académica que reducen de manera significativa la pensión que deben abonar los estudiantes. Respecto a las novatadas, al director no le gusta que les metan en el mismo saco porque defiende que el tipo de residentes que acogen «busca algo más que un alojamiento». «El día a día del colegio mayor hace que los jóvenes mantengan más relaciones sociales que acaben siendo amistades», explica.
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Pero, ¿cómo es el día a día de la vida dentro de las residencias o los colegios mayores? La entrada principal de la residencia Galileo Galilei en el campus de la Universitat Politècnica de València presenta poca actividad los viernes por la mañana. El desfile de jóvenes se produce a cuentagotas y los pocos que salen lo hacen cargados con maletas camino de sus hogares para pasar el fin de semana. Alguna que otra cara revela que alguien se lo pasó bien durante la noche del 'juernes' y ahora toca lidiar con la resaca. La Galileo Galilei o 'Gali', para los amigos, es uno de los centros más conocidos y grandes entre la comunidad universitaria de Valencia. Al otro lado de la avenida se encuentra el campus de la Universitat de València donde se ubica la Resa Damià Bonet, otro centro residencial afamado por la juventud de la ciudad.
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Los integrantes de la Damià Bonet y de la Gaileo Galilei mantienen un pique histórico y amistoso curso tras curso. Un grupo de alumnos de primer año que se hospedan tanto en la Resa como del 'Gali' afirman que la rivalidad es y seguirá siendo sana pase lo que pase. Entre risas, estos universitarios de primero de carrera afirman haber pasado un primer mes «muy activo» en las que las clases han quedado en un segundo plano.
«En esta mesa estamos dos personas de cada residencia y no pasa nada», afirma uno de ellos en referencia a los altercados que tuvieron lugar durante el pasado mes de septiembre con motivo de las novatadas. «Hubo momentos en los que la broma se les fue de las manos», reconocen.
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Los jóvenes también apuntan a que la repercusión mediática de las imágenes fue excesiva así como que recibieron un tratamiento inadecuado, a su juicio. En el vídeo que corrió como la pólvora por las redes sociales resultaba curioso el hecho de ver a gente disfrazada, los universitarios informan de que ese día la novatada consistía en que había que vestirse del sexo contrario.
Una de las residentes que se dispone a pasar el fin de semana con sus familiares comenta que los alumnos más veteranos organizan otro tipo de actividades como los bingos de manera independiente a la dirección de la residencia destinadas a integrar a los recién llegados. «Dentro de la residencia hay mucho ambiente y no todo consiste en beber alcohol», comparten el resto de entrevistados. Por último, todos concluyen en que las novatadas que se realizan en Valencia en ningún caso buscan molestar sino que se hacen para divertirse.
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