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Las viejas palmeras de Vallejo, ayer, en el solar donde se levantará un nuevo edificio. jesús signes
Las viejas palmeras de Vallejo, contra las grúas

Las viejas palmeras de Vallejo, contra las grúas

El Consistorio obliga a la empresa promotora a no intervenir en los ejemplares hasta que diga qué pretende hacer con ellos

ÁLEX SERRANO

VALENCIA.

Martes, 12 de marzo 2019

La construcción de un edificio de viviendas en el número 2 de la calle Almazora amenaza las palmeras del antiguo estadio del Levante UD, el mítico Vallejo, desaparecido en 1968. El Consistorio ha obligado a la empresa que está construyendo en la parcela situada entre las calles Almazora, Pintor Vilar y Poeta Bodria a mantener los ejemplares y a elaborar un informe que remitir al Ayuntamiento en el que diga qué va a hacer con las palmeras en cuestión.

La historia se remonta a 2008. Entonces, el Consistorio exigió ya un informe a la promotora del edificio sobre qué iba a hacer con los árboles situados en la zona donde iban a construir. El documento nunca llegó y en 2011 se les volvió a exigir, sin respuesta de la empresa, con la que este diario intentó contactar ayer en varias ocasiones sin éxito. Así las cosas, cuando la concejala de Parques y Jardines, Pilar Soriano, conoció la situación de las palmeras, ayer mismo, volvió a requerir el informe a la empresa, conminándoles a no dañar las palmeras en ningún caso hasta saber qué van a hacer con ellas.

En cualquier caso, se trata, según explicaron fuentes municipales, de una actuación habitual cuando unas obras afectan al arbolado. El Consistorio está en la obligación de proteger los ejemplares en las parcelas, tanto públicas como privadas, donde se vayan a construir edificios, de ahí que la decisión de exigir el informe no tiene que ver con la trascendencia histórica de las palmeras, sino con unas gestiones «normales» en cualquier caso parecido.

Está por determinar la importancia histórica de los ejemplares que ahora peligran. Una de las historias más conocidas en torno al Levante UD es la que reza que en 1963, cuando el equipo que presidía entonces Eduardo Clérigues luchaba por subir a Primera, un gato muerto apareció a los pies de la palmera que había junto al pórtico de entrada del estadio, recayente a la calle Poeta Bodria. Junto a él había un cartel que indicaba: «Cuando el gato suba a la palmera, el Levante estará en Primera». Desde entonces, las palmeras han pasado a formar parte del imaginario colectivo del club centenario más histórico de la ciudad.

De ahí que ayer los especialistas en la historia del club de Orriols se afanaran en comprobar que las palmeras que corrían peligro de desaparecer pertenecieran en realidad al recinto del viejo estadio. Emilio Nadal es uno de los mayores expertos en historia granota y ayer confirmaba que las palmeras «podrían pertenecer al viejo estadio», en concreto a unas que aparecen en imágenes aéreas del estadio de la década de 1950. Fuentes del Levante UD confirmaron ayer que el club estará pendiente del futuro de los árboles en cuestión.

Esos ejemplares, de gran porte, se pueden ver en las fotografías de la zona, junto a una edificación que terminó convirtiéndose en la sede social del club valenciano. En esas capturas, además, se ve otra palmera junto a la entrada principal, que es el famoso ejemplar bajo el cual apareció el gato muerto. En esas tomas aéreas del entorno del estadio también se ve otra hilera de árboles junto a la tribuna occidental de Vallejo, pero se encuentra más al norte de la zona en la que ahora se están haciendo obras.

Se da la circunstancia de que el espacio que ocupaba el estadio de Vallejo era de «enormes dimensiones», según explica Nadal. Ocupaba lo que ahora son dos manzanas, dado que se encontraba entre las calles Almazora, Alboraya, Convento de las Carmelitas y Poeta Bodria, aunque el estadio propiamente dicho llegaba hasta donde ahora se encuentra Pintor Vilar. Esta última calle nació cuando se vendió el estadio de Vallejo por los problemas económicos del club y el Levante UD se trasladó a jugar al actual Ciutat de València, entonces Antonio Román, en 1969 (tras, por cierto, disputar una temporada sus partidos de local en Mestalla).

Además, en el tramo situado entre la entrada principal y el estadio propiamente dicho, había dos grandes campos de entrenamiento, además de uno para las escuelas, que se situaban donde ahora se levantan edificios y al este de las palmeras que podrían peligrar. El camino entre el pórtico de entrada y las gradas era largo dado que no había ningún acceso habilitado desde la calle recayente hacia la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen.

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