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Marta y José Ramón, en el balcón de su casa.

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Marta y José Ramón, en el balcón de su casa. Iván Arlandis

Vivir con un árbol en casa

Residentes del barrio de Benimaclet de Valencia denuncian que hace años que se no poda un almez enorme tan pegado a la fachada que no pueden ni abrir las ventanas

Paco Moreno

Valencia

Viernes, 23 de abril 2021, 11:30

«No tengo luz, debo trabajar con un flexo todo el día». La vida de José Ramón Fernández, la de su familia y la del resto de vecinos del número 47 de la calle Dolores Marqués está muy vinculada al desarrollo de un almez. Y no es para menos, dado que el enorme ejemplar oculta buena parte de la fachada del edificio de Benimaclet.

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«No sólo es que lo tenga cerca de casa, es que las ramas llegan a entrar. Si abrimos las ventanas es peor, por lo que las tenemos cerradas o con una celosía para que no entren mosquitos», asegura. La insólita situación se produce desde hace mucho tiempo. Según la denuncia presentada en el Ayuntamiento el pasado 29 de marzo, no ha sido podado los últimos cinco años.

Los residentes desean que se cambie por otro ejemplar con menor porte, adecuado al entorno y sin perjuicio de las viviendas. «O en su defecto, una poda completa», se ironiza en el escrito. Antes de eso, José Ramón realizó varias gestiones telefónicas, aunque sin ningún éxito. «Me dijeron incluso que no veían ningún problema. En fin, lo mejor es dejar constancia por escrito y por eso presenté el escrito», afirma.

Iván Arlandis

Las peripecias con el almez han llevado a José Ramón y su esposa Marta a tener que «empaparse» de normativa en materia de jardines, algo que nunca hubieran imaginado: «La ordenanza dice que cuando las plantaciones estén cerca de edificaciones, se elegirán aquellas que no puedan producir por su tamaño o porte una pérdida de iluminación, daños en las infraestructuras o levantamiento de aceras», dice.

Lo primero es lo que ha ocurrido claramente en este edificio. Con una acera de dos metros de anchura, el primer problema es que la fachada sobresale un metro a partir de la primera planta. «La finca tiene unos 25 años y enfrente hay naranjos bordes. El almez sólo está aquí y en el tramo de al lado, donde hay viviendas adosadas, pero sin ventanas en la parte de los árboles», relata.

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«Las palomas anidan, las ratas suben a comerse los huevos y de vez en cuando entran cotorras, esto es insoportable», critican

Nadie sabe muy bien el motivo de que el promotor inmobiliario eligiera un árbol de crecimiento tan rápido para una acera tan estrecha, pero el caso es que el Consistorio lo autorizó y ahí empezaron los problemas. «Hace tiempo, alguien intentó acabar con esta historia echando salfumán, pero encima acabó con una denuncia. Nosotros queremos que lo solucione el Ayuntamiento, que es lo que toca«. Hasta entonces, tendrán que seguir soportando toda la fauna que sube por el árbol con frecuencia.

«Las palomas anidan, las ratas suben a comerse los huevos y en verano estamos plagados de mosquitos. Estamos al completo. Incluso intentaron robar en una vivienda subiendo por el árbol», se lamenta desde una de las habitaciones de su casa, oscurecida por el follaje del almez. «Todavía le quedan una semanas para que salgan todas la hojas que toca».

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