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Son las 9 de la mañana y las seis mesas de una cafetería situada en la gran vía Ramón y Cajal están llenas. En la terraza, también. Es de una franquicia, pero en esto del coronavirus ni las más grandes se libran de haber pasado los peores meses que se recuerdan. «Hemos estado semanas de ERTE», explica una de las empleadas, que no quiere dar su nombre. La imagen, pese a que es habitual (o lo era hasta hace exactamente un año), no deja de sorprender. Al final, el alma de la ciudad sobrevive, y parte del alma de Valencia es disfrutar en torno a una mesa.
En el primer día con el interior de los locales de hostelería abiertos al público (con aforo reducido, eso sí), la inmensa mayoría de ellos han decidido abrir. Al menos así lo ha comprobado este diario a pie de calle. No sólo en el centro de la ciudad, sino también en localidades más alejadas de Valencia, como Sueca, donde los bares estaban llenos ya desde primera hora. El 'esmorzaret' como forma de vida.
«Nosotras nos veíamos siempre y dejamos de hacerlo durante meses. Ahora quedábamos en la terraza pero la verdad es que a estas horas hace frío», explicaba Matilde, una mujer de mediana edad (se niega a decir cuánto de 'mediana' es esa edad) sentada en una mesa con otras tres amigas. Ellas tuvieron suerte: siempre fueron 4. No más de cuatro personas pueden sentarse a la misma mesa, tal como indica el último decreto de la Generalitat que entra en vigor hoy.
En Sanchis Sivera se encuentra una institución del barrio de Arrancapins: el Nuevo Oslo. Hoy ha vuelto a abrir el interior con espacio para 25 personas. No se ha llenado, pero la terraza está a rebosar. «Lo que no tengo dentro lo tengo fuera», dice una de las camareras. La barra estaba preparada desde primera hora. Aunque no se puede servir en ella, los clientes entraban para ver de qué se podían pedir el bocadillo para el almuerzo en uno de sus templos en la ciudad.
Queda por ver cómo se da el servicio de comidas. La Coordinadora de Hostelería de los Barrios de Valencia esperaba que se abrieran más locales que la semana pasada. Calculaban que unos 2.000 podían abrir, aunque lamentaban que pierden el ticket de la cena. A la hora de la verdad, apenas un 60% de estos cerca de 2.000 decidieron abrir, porque ven inviable «abrir con el 30% de aforo y sin el servicio de cenas», según las mismas fuentes. «Muchos esperarán al fin de semana para decidir», indican.
Como en casi todo, la reapertura fue por barrios. En un extremo de la balanza estaría la zona de playa. Según la Asociación de Hosteleros de las Arenas, la mayoría de locales decidieron abrir. No habían podido hacerlo en semanas anteriores porque no tienen terraza. «Optamos por cerrarlas hace muchos años», explicó en su momento Fernando Turanzo, secretario de la entidad. «Han abierto prácticamente todos y se ha notado que hay más afluencia de clientes», comenta con respecto a la jornada de ayer. «Nos sigue penalizando mucho que no se pueda juntar gente de varias unidades de conciencia», indica. En el mismo Cabanyal se encuentra La Revoltosa, un bar especializado sobre todo en almuerzos que ha tenido la terraza llena toda la semana. Además, la semana que viene, dicen desde el local, tienen reservas para comer todos los días. Así las cosas, en la zona marítima la situación es mucho mejor que en otros barrios, influida en parte por el buen tiempo de estos días.
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El viaje continúa hacia el interior de la ciudad, en concreto hacia el entorno de la plaza Xúquer. Desde la Bodega Los Hermanos, situada en la esquina de Ramón Llull con Serpis, indican que las persianas de los pisos de alrededor «se ven bajadas». Con una semana casi festiva en las universidades de la ciudad, la mayoría de vecinos del entorno, sobre todo estudiantes universitarios, han vuelto a sus lugares de origen. «Hoy han venido cuatro personas a comer», lamentan desde este emblemático establecimiento. No descartan tener que cerrar en próximas semanas si la cosa no mejora.
Y luego están quienes todavía no han abierto. Por ejemplo, Pancomido. A ellos les pilló el anuncio de reapertura con las neveras vacías y ha habido que tomarse un par de días de descanso (ayer y hoy) para poder abrir con normalidad el miércoles. Como ellos, cientos de locales de hostelería creen que en las próximas semanas se decidirá, en buena medida, su futuro.
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