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LOLA SORIANO
Sábado, 5 de enero 2008, 04:58
El hombre flecha, equilibrios con pértiga, saltos al vacío desde alturas impensables o las torres humanas de la familia Romero fueron algunos de los números estrella de unas familias de circo valencianas -de origen o de adopción- que hicieron posible la mítica frase de 'el más difícil todavía'.
Todos estos personajes de finales del siglo XIX y del XX forman parte de una memoria colectiva que con nombres artísticos como circo Maravillas (de la familia Romero), circo Mariano, circo Cortés o circo Segura hicieron crecer más felices a los niños y supieron arrancar la sonrisa a los adultos.
En plenas fiestas de Navidad y Reyes, en un momento clave para las múltiples compañías de circos que visitan la Comunitat Valenciana, cabe recordar a aquellas familias de artistas que consiguieron alzar las carpas y poner en carteles luminosos uno de los máximos referentes de las artes escénicas: el circo.
Hoy en día los artistas circenses nos sorprenden con números imposibles, muy vistosos o acompañados de animales, pero quizá no todos sepan que algunos valencianos dejaron hace décadas el listón muy alto. Uno de los casos más sorprendentes es el de Atilina Segura, hija y nieta de artistas circenses que se afincaron en Mislata, y que se convirtió en la única mujer que daba el salto mortal en alambre. "En todos los espectáculos que participé se anunciaba en el cartel mi número. Yo he sido alambrista y era la única que lograba dar el salto mortal en alambre. De hecho, me dieron varios premios", explica Atilina Segura.
Esta heroína trabajó en el circo hasta dar a luz a su segunda hija, pero sus descendientes han continuado y llevan sus números de equilibristas por todo el mundo.
Circenses por tradición
El mundo del circo llegó a esta saga con José Segura, nacido en Alcoy y abuelo de Atilina. El padre de esta alambrista tomó el testigo como payaso, trapecista y acróbata y Atilina y sus hijos (cuarta generación de una misma familia de artistas) han continuado con el circo.
Si de familias hablamos, tampoco se puede olvidar en Valencia al circo Romero. Fue a finales del siglo XIX cuando Eugenio Romero se dio a conocer en el mundo artístico. En sus primeros números se presentó como y mantenía el equilibrio de una lanza en cuyo extremo se situaba un joven. Uno de sus números más llamativos era el del hombre flecha.
Después vino el circo Romero y Eugenio enroló a toda la familia. Sus hijas Marina, Rosita y Sabina eran parte esencial del espectáculo. "En un número muy vistoso, el padre se recostaba en el suelo y sujetaba un barco. Dos de sus tres hijas se subían al mástil y Eugenio tenía que soportar todo ese peso. Sus hijas mantenían el equilibrio y a la vez tocaban el violín. Un momento clave era cuando prendían fuego al barco", explica Juan José Díaz Prósper, coleccionista de fotografías antiguas.
Precisamente este gran coleccionista valenciano -que posee un fondo de cerca de 13.000 fotografías, carteles e imágenes en general y de ellas, 800 exclusivamente dedicadas al circo- ha conseguido rescatar la memoria fotográfica de esta familia y preservar su papel en la historia del circo valenciano.
"Aunque ya tenía algunas imágenes sobre circo, mi colección se ha enriquecido con aquellos retratos que Sabina Romero (hija de Eugenio Romero) guardó con tanto esmero y que he podido adquirir a sus descendientes", indica Díaz Prósper.
Ensayos en la playa
Entre las imágenes para el recuerdo, destaca la foto del personal del circo que ilustra el reportaje, carteles que anunciaban la llegada del circo, "incluso bandos municipales donde se comunicaba a la ciudad que la función se suspendía por enfermedad del dueño del circo", añade.
"Hay anécdotas curiosas, como los ensayos que las hermanas Romero realizaban en la terraza de su casa. Además, era habitual que toda la familia entrenara en la playa de Valencia y muchas personas que estaban tomando el baño se ponían en corro a contemplar el número porque era espectácular", explica Díaz Prósper.
Estas fotografías (de principios del XIX y hasta 1940) formarán parte en el mes de marzo de una gran exposición sobre el circo que tendrá sede en el MuVIM de Valencia.
Lazos de unión
Que el circo era una gran familia, es algo conocido por todo el mundo, pero en Valencia también se dio el caso de miembros de una saga que emparentaron con otra. "Es el caso de Marina Romero, que se casó con Salvador Riquelme, que venía de otra gran familia de artistas", añade el coleccionista de imágenes valencianas Díaz Prósper.
Otro valenciano que trabajó en el circo como mago fue Manuel Rojas Valle, conocido como , que comenzó en 1949 y que hoy día -con 79 años- también recuerda su apasionante trayectoria. "He estado en circos de todo el mundo, en algunos valencianos como circo Radio Teatro de Catarroja y cuyo propietario era don Salvador Herbás. También fui de gira con los espectáculos de Juan Bau y Bruno Lomas".
Este artista, primera medalla de oro de Valencia, concedida por la sociedad Española de Ilusionismo, confiesa que aunque ha realizado números para adultos, su especialidad han sido los niños. "Muchos magos decían que no querían montar espectáculos para niños porque les perturbaban la actuación y, sin embargo, yo los manejaba muy bien porque me gustaban mucho como público", explica.
Este mago valenciano relata orgulloso que algunos de las litografías que servían de cartel anunciador de su espectáculo figuran en la actualidad en el Museo de Magos de Nueva York.
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