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Valencia contra el invasor
Vida y Ocio

Valencia contra el invasor

El pueblo valenciano tuvo un papel relevante en el transcurso de la guerra contra los franceses desde que un campesino lanzó su grito en favor de Fernando VII

E. PÉREZ

Domingo, 18 de mayo 2008, 06:36

Q." Así resume una copla de la época el intento del mariscal francés, jefe del Ejército Imperial de Observación, de tomar la ciudad el 28 de junio de 1808. Habían pasado casi dos meses del levantamiento del 2 de mayo en Madrid y 37 días de la sublevación popular valenciana simbolizada en un grito que pasó a la historia y del que el viernes se cumplen 200 años: . Al primer intento de Moncey le sucedieron otros dos. Finalmente, en enero de 1812, Valencia capituló ante el mariscal Suchet.

Valencia, ciudad clave

No era una ciudad más. Los historiadores coinciden en destacar la importancia del Reino de Valencia en el transcurso de la guerra. Fue almacén, tanto de provisiones como de soldados, del interior peninsular, según subraya Vicent Genovés Amorós en su obra (1967). De su tierra y mar surtía de arroz, alubias o bacalao a las tropas. La aportación humana también fue importante. En 1809 el contingente valenciano superaba los 102.000 hombres, según precisa Genovés en su libro.

Fue un hueso duro de roer por los franceses. "El dominio del Reino de Valencia se hace imposible por el heroísmo de dos ciudades estratégicamente situadas sobre los dos caminos que conducen a aquel: Zaragoza y Gerona", apunta Federico Martínez Roda, historiador y profesor de la Universidad Cardenal Herrera-CEU. Los franceses incluso no llegaron a tomar parte del territorio. Alicante nunca cayó, recuerda Manuel Ardit, profesor de Historia Moderna de la Universitat de València.

Su homólogo en la Universidad Autónoma de Barcelona, el catedrático de Historia Moderna, Ricardo García Cárcel, resta trascendencia al papel desempeñado por Valencia: "Fue retaguardia de los frentes de guerra. Uno de los territorios españoles en que menos duró la presencia francesa".

Antecedentes

El sentimiento antifrancés había arraigado, antes que en el pueblo, en algunos sectores sociales. Los hermanos Beltrán de Lis ya tenían preparado un golpe. Especialmente relevante fue el papel de Vicente, explica el historiador Manuel Ardit. Incluso había escrito algunos libros antes del 23 de mayo en los que decía que tenía 500 hombres armados en la huerta de Valencia preparados para dar un golpe contra Napoleón.

Las confidencias de Vicente Beltrán de Lis se caracterizan por la falta de detalles, por lo que se desconoce si realmente contaba o no con ese apoyo. Lo que es cierto, apunta Ardit, es que Beltrán de Lis "intentó manipular el levantamiento a través de Rico", algo que consiguieron a partir del 24 de mayo.

Retirada de Moncey

Pero ¿por qué desiste Moncey tras el primer asalto? Martínez Roda apunta dos argumentos de peso. "El mariscal Moncey creía que venía de una operación de policía para acabar con la revuelta y se encontró con un ejército en frente. Con muchas carencias pero un ejército al fin. Además, es muy posible que creyera que se le iban a abrir las puertas de la ciudad por los que estaban en connivencia con él. De hecho, sólo trajo consigo artillería ligera, incapaz de derribar las murallas de la ciudad".

El historiador valenciano aporta otro aspecto: "El 6 de junio los somatenes catalanes, en el Bruc, derrotaron a las tropas francesas. Moncey al no poder recibir los apoyos de estas fuerzas procedentes del norte, decidió retirarse. Hasta 1812 no volverían las tropas napoleónicas, en esta ocasión al mando del mariscal Suchet".

Estos tres años de margen, indica Martínez Roda, "fueron muy fructíferos en cuanto a la participación valenciana en la preparación de la resistencia y de la obra política de las Cortes de Cádiz incluida su Constitución".

El historiador valenciano, que coordinó en diciembre un congreso en la Cardenal Herrera sobre la Guerra de la Independencia, llama la atención sobre "la contradicción de la revuelta popular", ya que "por una parte se oponía a los efectos de la revolución francesa encarnada en Napoleón; y por otra se reproducía la iconografía revolucionaria", por ejemplo, con la constitución de una Junta Suprema en la que, al mantener "en gran proporción a las autoridades vigentes, tenía en su seno a que estaban en connivencia con Murat".

Guerra de guerrillas

Manuel Ardit, que hizo su tesis doctoral sobre la guerra de la Independencia en Valencia, coincide al destacar que Moncey esperaba que Valencia cediera a sus pies y, a la vez, subraya la torpeza de las tropas españolas en esos primeros compases de la guerra. "Ni vencieron a Moncey ni le obstaculizaron el regreso (para volver a Madrid tomó el camino de Almansa). El único que lo paró fue el pueblo". Uno de los motivos que apunta el historiador es que la base de los ejércitos era popular -milicias-, algo que pudo incidir en su nivel de preparación.

La guerrilla fue capital en el transcurso del conflicto. El significado moderno del término guerrilla empezó a generalizarse a partir de la guerra de la Independencia. En esencia es la guerra que llevan a cabo partidas de civiles contra un ejército regular, bien contra un invasor extranjero (como el caso que nos ocupa) o bien una guerra revolucionaria contra sistemas opresivos.

El profesor Adit rompe una lanza en favor de las guerrillas. "Se ha dicho que eran más bandoleros que militares, pero no es totalmente cierto. Muchos se sometieron a la disciplina militar". En la captación de guerrilleros pesaron dos motivos, el sentido patriótico y la necesidad. La propaganda religiosa ejerció en muchos casos de factor movilizador. ante el temor del clero, sobre todo el regular, a infuencias ilustradas o del nuevo régimen. Pero la miseria, la inestabilidad y la desesperación de muchas familias ante una grave crisis económica desatada por la escasez de recursos agrícolas animó a muchos hombres al frente.

El papel de la guerrilla fue importante: "La guerrilla valenciana no ganó la guerra de la Independencia, pero fue muy molesta". Su papel era desestabilizador. Atacaban las comunicaciones, hacían inseguros los transportes y obligaban a dedicar esfuerzos militares por parte de las tropas francesas.

El historiador valenciano Ricardo García Cárcel considera que la guerrilla tuvo una vertiente positiva, la aportación alternativa a las limitaciones del ejército regular, pero también negativa: la sobredosis de violencia y crueldad que significó el desarrollo del conflicto.

El ejército español, a consecuencia de la alianza con Francia, estaba dividido. "Tenían orden de no intervenir contra los franceses; en Valencia todos los oficiales incumplieron las órdenes", apunta el coronel Ángel Manuel Adán, director de la Asociación Amigos del Museo Histórico Militar de Valencia. Además, apunta el coronel, los franceses dispersaron al ejército español y "mandaron a los más aguerridos a Dinamarca". Valencia, que no era una ciudad especialmente militarizada, se quedó sólo con una compañía de 1.000 hombres.

Cambio dinástico

El profesor Manuel Ardit hace hincapié en la reacción del pueblo en 1808 ante un cambio dinástico -de los Borbones y Napoleón- y se retrotrae un siglo antes para evocar una situación parecida ante la que el pueblo no reaccionó para defender el statu quo anterior. En 1700, explica, "algunos piensan que el testamento de Carlos II (austria) fue forzado". Lo firmó en su lecho de muerte en favor de Felipe de Anjou (Felipe V de Borbón). La reacción, prosigue el historiador, llega más tarde, con la guerra de Sucesión. El archiduque Carlos comenzó a ejercer como monarca en los territorios del la Corona de Aragón y reclamó el derecho a reinar como sucesor de Carlos II.

Con esta referencia histórica, el profesor de la Universitat de València apunta que el pueblo sí reaccionó de forma inmediata ante las noticias de las abdicaciones de Bayona, al entender que la voluntad de los monarcas españoles había sido forzada o, al menos, embaucada.

El historiador Federico Martínez Roda dice al respecto que las Juntas que se constituyen en cada demarcación provincial o comarcal parten de una doble creencia que justifica su existencia. Primero, que la renuncia de Fernando VII "no ha sido libremente otorgada y, por tanto, no es válida". Segundo, cautivo el titular de la soberanía "y ante la actitud equívoca o resueltamente afecta a José I de los tradicionales órganos de gobierno, la iniciativa corresponde a la sociedad, bien para defender los derechos soberanos de Fernando VII (tesis absolutista), bien para que el pueblo reasuma una soberanía que el cautiverio del monarca ha dejado vacante (tesis liberal). Aquí tenemos a los absolutistas y a los liberales defendiendo la misma causa pero por motivos distintos". Además, apunta Martínez Roda, gran parte de los patriotas no tenían clara su ideología, pero sí su anhelo de independencia.

Gran violencia

En la guerra de la Independencia todo no era blanco o negro. "La lucha contra los franceses no fue unánime ni en Valencia ni en España", asegura el historiador García Cárcel. "Al lado de la España patriótica y afrancesada hubo una tercera España perpleja que sólo deseaba terminar la guerra", apunta.

Los primeros compases de la sublevación popular fueron especialmente violentos. "Hubo hostilidad a lo francés, pero sobre todo hubo gran agitación social por los viejos problemas pendientes del feudalismo". El radicalismo, en opinión del profesor de Historia de la Universidad de Barcelona, se debió al protagonismo de algunos clérigos como Baltasar Calvo. Según García Cárcel, la posición radical del clero pretendía defender los intereses del Antiguo Régimen.

En los primeros compases del conflicto, a pesar de los esfuerzos de los Beltrán de Lis y del Padre Rico, no podían controlar a los revueltos. Ellos dirigieron a partir del 24 de mayo el levantamiento, asegura el profesor Ardit, la sublevación sólo fue espontánea el 23 de mayo, cuando se produjo el Crit del Palleter.

El historiador subraya la "profunda xenofobia" de la revuelta: "El odio al francés es fundamental", subraya. En Valencia había mucha población gala, que fundamentalmente se dedicaba al comercio. "Habían llegado a adquirir un papel económico importante". Ello, en un contexto de crisis económica, ayudó a promover un resentimiento hacia los franceses. "El pueblo se levantó no sólo contra Napoleón, sino contra la población francesa, atea, revolucionaria".

Este estado de opinión corrió como la pólvora entre los valencianos y dio origen a numerosos ajusticiamientos de franceses en Valencia, Segorbe, Ayora, Castellón... Uno de los más graves se produjo en la Ciudadela, donde las autoridades y la Junta Suprema -constituida el 25 de mayo- reunieron a los súbditos franceses para protegerlos. En la madrugada del 5 al 6 de junio, explica Ardit, murieron más de 400 franceses a manos del pueblo, "más o menos dirigidos por un canónigo de Jérica, Baltasar Calvo".

Pero la primera víctima (27 de mayo) fue el Barón de Albalat, Miguel de Saavedra, uno de los aristócratas designados para componer la Junta Suprema. Cuando se produjo el motín valenciano, el barón, coronel de las milicias, ordenó disparar contra los alborotadores; eso le granjeó antipatías, según explica Genovés en su obra València contra Napoleó.

El profesor Ardit señala que entonces se sospechó que el Barón de Albalat era afrancesado. No sólo le degollaron, sino que pasearon su cabeza por las calles de Valencia. "Ni siquiera en la guerra de las Germanías, 300 años antes, se encuentra un acto similar; tal vez es un acto de imitación de los hechos de la toma de la Bastilla", subraya el historiador.

Consecuencias

La guerra, que se prolongó seis años, tuvo consecuencias negativas. "Medio millón de muertos, de ellos la mitad españoles, y la institucionalización del insurreccionalismo sociopolítico, fuente de ulteriores pronunciamientos", precisa Ricardo García Cárcel, quien también apunta algunos puntos positivos como "el nacimiento de un nuevo concepto de nación, la nación de ciudadanos que abrirá el paso del Antiguo Régimen al Nuevo". El coronel Ángel Adán subraya que la guerra napoleónica, que fue de independencia, religiosa, social y económica, "dejó España hundida y costó más de 100 años de guerras civiles superarla".

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