M. R.
Lunes, 19 de mayo 2008, 04:00
Decididamente, a las civilizaciones milenarias les gustaba Camp de Túria. Poblaciones como Llíria y Ribarroja pueden dar buena cuenta de ello. Tanto la cabecera de comarca como la localidad que albergará la nueva Ciudad Deportiva del Valencia encierran en las entrañas de su territorio numerosos yacimientos de origen romano, visigodo e íbero.
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Esto parece ocurrir en la Fonteta Raquea, donde aparecieron restos de cerámica de procedencia íbera y romana que pueden ir desde los siglos I a IV d. C. En su momento, los vestigios pusieron en entredicho el Plan Porchinos.
"Existiendo informe provisional favorable de fecha 23 de marzo de 2006, se deberá presentar informe definitivo emitido por la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano... En el supuesto que dicho informe resultara desfavorable, así deberá entenderse de la presente declaración de impacto ambiental". Este último documento fue aprobado el 29 de junio de 2006.
Esta declaración de impacto ambiental (DIA) incluye informes de diferentes instituciones municipales, autonómicas y estatales competentes en diversos asuntos que afectarán a la zona de Porchinos con la ejecución de la Ciudad Deportiva y cientos de viviendas. Entre estos, se halla el escrito de la Dirección General de Patrimonio.
En los últimos meses, un grupo de arqueólogos contratados por Nozar han realizado el estudio. Al parecer, los restos quedan fuera del Plan Parcial de Porchinos, por lo que el proyecto de la Ciudad Deportiva no parece peligrar por un asentamiento de hace más de 1.500 años. Los expertos, en efecto, han concluido que en el lugar donde se encuentran los restos hay cerámica del S. IV, de procedencia íbera y romana. Sin embargo, estos vestigios parecen hallarse fuera de las parcelas donde estarán los campos de entrenamiento.
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Menos mal, porque al parecer guardan interés por ser en su mayoría restos de colmenas de procedencia íbera. Según comentaron fuentes municipales, este yacimiento podría ser único en España al haber muy pocos vestigios de cómo fabricaba la miel esta civilización.
Tapado tras el estudio
Una vez descartado que estos restos afecten el Plan Porchinos, este grupo de arqueólogos habrá concluido con su trabajo en Ribarroja. Por ello, lo normal es que el yacimiento vuelva a taparse. Quedará todo como está a la espera de que el Ayuntamiento u otra institución decida estudiar el enclave.
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De momento, desde el ente municipal no hay nada decidido, aunque no se ve con malos ojos poner en valor estas colmenas. Una vez restauradas, ofrecerían un amplio abanico de posibilidades turísticas, como otros muchos vestigios que hay en el término de Ribarroja.
Una de las opciones podría ser una ruta íbera en la comarca, Camp de Túria, y en la de los Serranos. Desde Llíria ya se planteó algo similar cuando se presentó la restauración del Castellet de Bernabé, otro de los grandes exponentes de esta cultura en la zona. Se trata de unas poblaciones que son ya el segundo anillo del área metropolitana. Están muy cerca de Valencia y cuentan con grandes restos para promocionar su turismo cultural.
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Una propuesta desde estas líneas: si las colmenas están a salvo del proyecto de Porchinos, un buen plan puede ser, en el futuro, ir a ver entrenar al Valencia y, en el futuro, los restos íberos.
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