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Paella valenciana hasta con plátano

La receta clásica valenciana sufre una mutación brutal cuando cae en manos ajenas. Así se cocina al otro lado del Atlántico para el Mundial de Fútbol

David Burguera

Miércoles, 25 de junio 2014, 20:32

Para hacer boca ante los acontecimientos globales como el Mundial de Fútbol, el planeta Tierra apela a su conceptos más globales, y en lo tocante a lo español y en cocina, poquitas cosas más socorridas que la paella valenciana, que va de boca en boca y de mano en mano con dispar suerte. Todo depende de la cuchara que mece la paella, más allá del remoto lugar del mundo donde se cocine.

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ITALIA

En Portomaggiore, localidad de 12.000 vecinos de la provincia de Ferrara, una asociación, Pro Loco, se compromete todos los años a organizar las fiestas municipales de septiembre, y para eso se recaudan fondos a lo largo del año. El fin de semana del 14 y 15 de junio llamaron a un quinteto de valencianos que, capitaneados por Javier García Bermejo, prepararon una paella para un millar de personas y no sobró ni un grano de arroz.

"Nos llamaron para hacer una paella gigante", explica García Bermejo, que no es cocinero de profesión pero sí por devoción, si bien antes de la de Portomaggiore no se había visto frente a una paella para un millar. Como mucho para un par de cientos. No obstante, logró un importante éxito de crítica y público, ya que les solicitaron volver pronto. Lo harán el año que viene con la receta tradicional. "Con su pollo y su conejo, garrofón y judía verde, auténtica y clásica. Sin inventos", explica García Bermejo, que junto a su equipo empleó 30 pollos, 20 conejos, 120 litros de agua y 50 kilos de arroz. Lo que toca.

INGLATERRA

En el Covent Garden, en el cogollito cultural de Londres, se perpetra habitualmente una cosa que, bajo la marca 'Hola Paella', reparte los fines de semana a un precio nada barato (3 libras esterlinas) raciones confeccionadas con una receta similar al arroz chino tres delicias, pero sin ser muy delicioso. Más bien, nada delicioso. Durante su confección, delante de todo el mundo que visita el Covent Garden y sin cortarse un pelo, se descongela el producto y se agita cual salteado en el que se aprecia de todo un poco, desde salchicha de frankfurt hasta mejillones, pasando por pimiento rojo, el verde o el amarillo. Como un arcoiris gastronómico y arrocero. Se acompaña con sangría con el sabor y el color de un vino peleón con macedonia tropical. Tremendo. Lo bueno de esta paella es que si uno deja en el suelo su plato (de plástico) y vuelve el año que viene no tendrá que temer por si perros, gatos, insectos y el resto de la fauna londinense se la haya comido. Sólo los humanoides pueden atreverse con lo que sirven en el Covent Garden bajo el nombre de paella. Por si fuera poco, ha inspirado a los cibercocineros. En el foro 'Recetas de cocina tradicional', se explica que la paella se sirve "con tajadas de pan francés de ajo" después de meterle, todo junto, almejas, costilla de cerdo, habichuelas, apio, mantequilla y tocino. Y si alguien sobrevive, que llame a la ambulancia o a la polícía, quien le agarre primero el teléfono.

ESTADOS UNIDOS

En Nueva York se expande la carta gastronómica mundial como se expande el universo: de manera infinita. ¿Y la paella? Pues uno se la encuentra en el Moma. Mucho nivel. Si bien no se aprecia en el formato grano, sino encuadernada en papel. Alberto Herráiz es el autor de 'Paella', libro que se vende esta semana en la tienda del museo de arte moderno más importante del mundo y en el que, a falta de una, se ofrecen 108 maneras de cocinarla.

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Herráiz, que en Francia es un especialista en hacer paellas gigantes y que dirige el restaurante Fogón en París, se atreve a proponer hasta paellas dulces. La estrella Michelín le avala ante el mundo, si bien él mismo advierte que no tiene el horno para puristas de la paella valenciana. Con decir que en su libro que vende el Moma aparece una paella con fresas, pues está dicho todo. Igual que el concepto de arte postmoderno señala que todo puede ser susceptible de ser considerado arte, pues una paella, igual, es todo y es nada, o cualquier otra cosa.

LATINOAMÉRICA

Con motivo del Mundial, en la previa del España-Chile (sin comentarios), en el canal Univisión para toda la América hispana se invitó a los responsables del restaurante 'Love is blind', en Miami, a abrir boca durante la previa del partido. De este modo, y de costa a costa americana para todos los hispanos del mundo en el continente, se pudo ver al chef asturiano del local explicar que la clave de una paella es "el sofrito de chorizo". Pimentón, sí, le ponen (asado y ahumado, de bote, picado y para decorar como toque final), pero sobre todo chorizo español, que se reparte a razón de 250 gramos para ocho comensales. Una mezcla de cerdo y caldo de pescado, una versión libre de la paella mixta, pero con alcachofas y guisantes congelados. Suma y sigue. Ojo, porque en la web del canal de televisión se pudo disfrutar de la receta completa, también para el partido contra Australia, y no tiene desperdicio si a uno le gusta el plátano y la miel.. que también se los endiñan a la paella como si más que un plato fuese un trastero.

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Que a nadie extrañe, pues, que, excepto los italianos de Ferrara, cuando los turistas del resto del mundo se pasen por Valencia y se les ponga una paella de toda la vida, les sabrá raro. Lo raro es no morir en el intento.

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