Dos gallos de pelea se miran fijamente antes de iniciar una pelea en Fuierteventura.

La venta de gallos de pelea crece pese a estar penados con prisión los combates

El organizador de luchas de aves de Guadassuar podría ser castigado hasta con dos añosde cárcel tras la nueva reforma del Código Penal

JUAN ANTONIO MARRAHÍ

Lunes, 9 de febrero 2015, 00:29

Las peleas de gallos como las detectadas por la Guardia Civil en Guadassuar pueden salir a los organizadores más caras que nunca. El nuevo Código Penal, aprobado la semana pasada en el Congreso, prevé por primera vez penas de entre seis meses y dos años para «las personas que organicen combates de perros o gallos». La reforma incorpora, además, una inhabilitación especial de entre 10 y 20 años para ser propietario o cuidador de cualquier animal.

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PRÁCTICA SANGRIENTA

  • Pico.

  • Arma natural con la que el gallo es capaz de causar graves lesiones o dejar ciego a su contrincante durante los saltos.

  • Cresta.

  • Los propietarios se las cortan para evitar sangrados durante las embestidas y picotazos.

  • Espolón.

  • Los preparadores de gallos de pelea suelen retirar estas partes de su cuerpo y sustituirlas por afiladas prolongaciones artificiales de acero o plástico duro.

El organizador de combates de La Ribera, de 37 años, estaba a cargo de un recinto para peleas donde se realizaban apuestas. Provisto de cuatro gradas y con capacidad para 300 personas, había sido bautizado como Gallera El Tigre. La Guardia Civil comprobó que los gallos padecían severas heridas durante las peleas. Los agentes confiscaron 17 aves de combate. Otra más fue hallada muerta en la instalación clandestina.

Hasta ahora el artículo 337 de la legislación penal castigaba el maltrato animal de manera general, pero sin detenerse en la particularidad de las peleas organizadas. «El que maltrate injustificadamente a un animal doméstico o amansado causándole la muerte o lesiones será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión», reza la norma.

Pese al endurecimiento de castigos para este tipo de eventos, decenas de anuncios de venta de gallos de pelea siguen llenando impunemente páginas web de internet. Proceden de propietarios de toda España, también de la Comunitat, que exponen las características de los animales y ponen precios que oscilan entre los 50 y 250 euros.

«Se caracteriza por herir rápido de entrada. Dulce en boca. Mucha pulla, orden de pelea, ritmo, casta y belleza», describe un malagueño en referencia a un gallo al que vende por 250 euros. Su precio puede ascender a 300 si se trata de un gallo «peleado y en postura».

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«Vendo un pollo de pelea por 50 euros. Tiene 7 meses y es inglés», anuncia un residente en Carlet. Y no sólo se ofertan las aves. También su entrenamiento. «Se preparan pollos de pelea. Gallera especializada en la preparación. Te lo debolbemos (sic) totalmente en postura. Sólo cogerlo y echarlo», anuncia un residente en Badajoz que pone un precio de 60 euros para este servicio. Algunos de estos vendedores consultados se desvinculan por completo de las peleas. «Yo sólo vendo gallos, pero no tengo ni idea de cómo son los combates», asegura uno de ellos que prefiere mantenerse en el anonimato.

Otro anunciante de gallos de pelea, el andaluz Antonio, argumenta que en su región «es legal hacer combates siempre y cuando el animal no sufra. Es la única manera de que perviva la raza del gallo combatiente español». En Andalucía «las luchas de gallos se hacen poniendo esparadrapo en los picos y protecciones de goma o silicona en los espolones de los animales», asegura.

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Según fuentes policiales consultadas por LAS PROVINCIAS, las peleas de gallos detectadas en la Comunitat son «esporádicas». El año pasado, por ejemplo, no hubo ninguna intervención policial relacionada con esta práctica. En 2013 fueron 15 los detenidos y 53 los gallos confiscados.

El mapa de los combates

«La mayoría de aves confiscadas acaban muertas o enjauladas en protectoras»

  • El futuro de las aves de combate confiscadas es casi tan incierto como su destino en el sangriento ring de plumas ensangrentadas. Lo sabe bien Francisco Catalá, director técnico de Estudi Verd, una empresa de sanidad animal por cuyas instalaciones han pasado en los últimos años algunos de los gallos intervenidos en operaciones policiales en Valencia.

  • «La mayoría de aves confiscadas acaban muertas por las severas lesiones que padecen o enjauladas en protectoras de por vida», describe el experto. «Las gallinas son adoptadas sin ningún problema, pero los gallos no hay quien los coloque», explica Catalá.

  • Y expone otros problemas añadidos «El gallo es un animal que defiende su territorio por naturaleza. De ahí que los coloquen en espacios pequeños para las peleas. Una vez en instalaciones veterinarias o protectoras, tenemos que tenerlos aislados. O dejas uno por jaula o se matan, lo que a veces supone un problema de espacio en grandes intervenciones».

  • El biólogo también alude al peligro de «los intentos de robo por parte de los dueños o personas próximas. Son animales muy cotizados en los círculos clandestinos».

No obstante, ningún responsable policial conoce cuántas de estas celebraciones ilegales se pueden estar produciendo en la sombra. En el caso de Guadassuar, por ejemplo, la gallera El Tigre ya había visitado el pueblo varios fines de semana antes de ser desmantelada gracias a que algunos vecinos de la zona informaron a la Guardia Civil.

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Lo que sí se sabe es la geografía aproximada de esos encuentros clandestinos en la Comunitat: los municipios de la Ribera, las barriadas valencianas del distrito Marítimo, especialmente Nazaret, zonas desfavorecidas de las afueras de Alicante y municipios de la Vega Baja están en el mapa de una práctica que sigue reuniendo fieles pese a la presión policial.

También se ha detectado ya en nuestra región el dopaje de animales para hacerlos más resistentes. «Se les suministra multivitamínicos o activadores encimáticos, fármacos cuyo empleo es exclusivo de veterinarios y que no deberían estar en manos particulares», describe un biólogo. También se ha observado la sustitución de espolones por piezas metálicas para lograr embestidas más sangrientas.

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