VICENTE LLADRÓ
VALENCIA.
Sábado, 28 de diciembre 2019, 00:59
Las imágenes más populares de las aves que pueblan el Parque Natural de la Albufera son las de garzas, garcetas, cigüeñuelas, flamencos, 'collvert'... Sin embargo, a José Manuel Mora le puede su vocación por lo más recóndito e inusual y a menudo hace fijar la atención, por ejemplo, en el alcaudón, un pájaro de la parte 'terrícola' del parque, la franja de la Devesa, que tiene la peculiar costumbre de ensartar sus presas (insectos y pequeños reptiles y mamíferos) en las afiladas púas del espino negro, que le sirve así de despensa.
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Otra 'debilidad' de este guía ambiental es el lago artificial de la Devesa, una zona menos conocida del espacio protegido, a cuyo alrededor, en pequeñas oquedades del suelo desnudo, anida el chorlitejo patinegro. Es un ave tan curiosa que, si intuye cualquier presencia peligrosa, trata de desviar la atención para proteger los huevos o crías; emprende raras maniobras en las que se hace la herida, deambula con pequeños saltos y revoloteos sobre el suelo y, cuando ha logrado el objetivo de atraer las miradas, acaba escapando.
José Manuel es profesor de EGB especializado en ciencias humanas y el ejercicio de sus tareas le llevó a formarse como experto medioambiental del Parque de la Albufera, donde ha trabajado durante años como guía encuadrado en los servicios de Conservación del Bosque Devesa-Albufera, dependientes del Ayuntamiento de Valencia, institución que es la propietaria de este territorio protegido.
Mora se jubiló hace poco pero sigue acudiendo con frecuencia a la Albufera y la Devesa de El Saler, porque se enamoró por completo del parque natural, auténtico lujo a las puertas de Valencia capital. Le puede la pasión, y si se lo pide algún amigo, no le cuesta explicar lo que sabe y conducirle por donde tantas veces llevó a grupos de turistas y escolares. Y lo cierto es que esta función está ahora huérfana, porque tras extinguirse los últimos contratos de guías, el Ayuntamiento no ha cubierto el hueco.
José Manuel nos refiere uno de los trayectos típicos partiendo de la gola del Pujol, canal de 45 metros de ancho y un kilómetro de largo, que comunica la Albufera con el mar mediante 11 esclusas. Recuerda que el agua del lago era salobre hasta el siglo XVIII, narra la llegada periódica de 'arrendadores' que recaudaban a los pescadores impuestos para la Corona, detalla decenas de especies botánicas protegidas... El recorrido termina junto al algo artificial, explicando que se hizo a finales de los años 60, cuando se emprendió la urbanización de El Saler, luego paralizada. La pequeña laguna iba a ser la base de un puerto deportivo comunicado por un canal con la Albufera. Tras paralizarse aquella aberración, la laguna se ha ido naturalizando y hoy está integrada en el parque. También nos narra la decepción de cuando dos compañeros y él intentaron crear una empresa de educación ambiental, 'Eduam Activa', que no prosperó. Ofrecieron sus servicios a colegios, asociaciones e instituciones, pero no respondió nadie. Todos somos ecologistas, pero si hay que pagar, algo menos.
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