«Si no els paren, arriben al Palmar»
LAS PROVINCIAS CON LA ALBUFERA ·
'Sebastianet el Bola'. Sebastián Bou rememora el trabajo de quienes ganaron arrozales aterrando el lagoLAS PROVINCIAS CON LA ALBUFERA ·
'Sebastianet el Bola'. Sebastián Bou rememora el trabajo de quienes ganaron arrozales aterrando el lagoVICENTE LLADRÓ
Sábado, 29 de febrero 2020
A sus 90 años y pico (cumplirá 91 el 10 de octubre), Sebastián Bou, 'Sebastianet el Bola' para los amigos, se mantiene increíblemente fresco y jovial, y seguro que influye poderosamente en ello su práctica filosofía de vida y el hecho de seguir ocupándosde directamente sus campos de arrozal y huerta. Todo lo tiene muy a mano, alrededor de Alfafar, su pueblo, y muy cerca de la Albufera. Tan cerca, que una de sus parcelas de arroz, de 16 hanegadas, era terreno del lago un siglo atrás. Pertenecía al 'Tancat de la Pipa', que abarcaba unas 500 hanegadas, pero el propietario se quedó con las 300 que ya tenía transformadas y parceló las otras 200, que aún eran de 'fangar', para venderlas a diversos agricultores modestos. Eso ya fue después de la guerra civil, y 'Sebastianet', que aún era un niño, «pero anava a treballar tots els dies en mon pare, ell en l'albuferenc i jo en una barqueta, transportant terra», lo convenció «per a que comprara ú d'aquells camps».
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De todo ello, de su larga vida y de su experiencia a lo largo y ancho del lago, se derivan los amplios conocimientos de 'Sebastianet', memoria viva de cómo se produjo aquel proceso de aterramientos para ganarle campos de cultivos a la Albufera, aunque él no lo vivió todo en directo, pero recuerda muy bien «cóm m'ho contaren».
Fueron los poderosos, «els rics», gente influyente o allegada al poder, quienes se empeñaron en la tarea. Cuando 'Sebastianet' comenzó a ir por la Albufera, los lindes de las nuevas fincas o 'tancats' estaban trazados. A partir de ahí su trabajo, y el de tantos, consistía en acarrear barro, tierra o «tarquim» (cieno) para componer las motas que aislan las parcelas del lago. El agua se bombeaba entonces con máquinas de vapor.
Era época de escasez y el arroz era muy rentable. «Els rics» de Alfafar, Massanassa, Catarroja... conseguían licencias en los ayuntamientos, el topógrafo marcaba los hitos de la nueva propiedad y contrataban abogados «que conseguien les escritures en Madrid». Luego buscaban «cuadrilles d'enterraors que s'ocupaven de fer les motes divisòries i d'alçar un poc el terreny del nou camp per a millorarlo i ferlo cultivable».
Si se mira el mapa de Alfafar sorprende esa larga y estrecha lengua del municipio que llega hasta El Saler». 'Sebastianet' recuerda que el proceso duró hasta que se prohibieron más aterramientos, pero señala que «si no els paren, hagueren arrivat fins al Palmar, i aixina i tot encara pugueren aterrar algo més per l'atra banda, al sud».
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Él presume de que a base de esfuerzo de años logró que aquel campo que compró su padre «fora el millor», porque «jo tirava terra roja que deixaven les sèquies i la mesclava en el fang del fondo».
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