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Anna Devís y Daniel Rueda tienen más de medio millón de seguidores cada uno en Instagram. A. DEVÍS/D. RUEDA

Anna Devís y Daniel Rueda: «La primera vez que nos contactó Facebook para un trabajo pensábamos que era spam»

Las fotografías que por afición tomaban esta pareja de arquitectos, donde mezclan belleza, humor y creatividad, les han permitido conseguir un éxito profesional que nunca habían buscado

Miércoles, 16 de octubre 2024, 00:43

Pedir a Anna Devís y Daniel Rueda que se definan es quizás la labor más complicada a la que se tienen que enfrentar en una entrevista, porque esta pareja, ella de Albuixech, él de Albacete, ha hecho de la creatividad su seña de identidad. La fotografía era en principio una afición que fue mutando hacia algo más serio, un proceso que contarán hoy en el foro Somos Más Creativos, organizado por LAS PROVINCIAS. Anna y Daniel han logrado reconocimiento internacional con sus imágenes, donde utilizan la arquitectura para crear composiciones donde se mezcla el humor y lo estéticamente bello. Con una agenda apretadísima, pueden presumir de trabajar con empresas como Amazon, Meta o Netflix, figurar en la lista Forbes o que su obra esté presente en galerías de medio mundo.

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-Es difícil definirse cuando hacéis algo que nadie ha hecho hasta el momento...

-Anna. Es que hacemos tantas cosas que Daniel y yo hemos llegado al consenso de que nos definimos como artistas; lo decimos con la boca pequeña pero todo nos lleva ahí.

-Daniel. Nos llaman de un festival de fotografía y no nos sentimos fotógrafos; si nos invitan a festivales de ilustración tampoco nos reconocemos como ilustradores, pero sin embargo nuestro trabajo muchas veces ilustra portadas, artículos o campañas publicitarias. En el mundo del arte igual; organizamos exposiciones y vendemos obra limitada a coleccionistas pero al mismo tiempo hacemos mucho trabajo comercial para clientes y marcas. Antes lo sufríamos más pero nos hemos dado cuenta de que esta indefinición de lo que somos nos viene bien porque nos permite jugar a todo, y lo hace más interesante.

-Anna. Daniel se ha olvidado de que somos arquitectos de formación, y siempre empezamos así: «somos arquitectos, pero…».

-¿Qué os ha dado la arquitectura como formación en vuestra labor creativa?

-Anna. La formación de arquitectura es la herramienta principal para construir las imágenes; nos hemos vuelto arquitectos de la imagen y seguimos usando los mismos programas que nos servían para construir edificios. Y esa formación de geometría, de perspectiva, de cálculo, nos permite poder transformar dibujos en realidad.

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-Daniel. Va más allá incluso, y tiene que ver con la forma de observar. Ayer estábamos en un 'shooting' y Anna y yo no teníamos ni que hablar entre nosotros para saber que había algo mal en la imagen que el resto no veía. Suena un poco clasista pero yo creo que es casi una enfermedad.

-Anna. Yo lo veo como una deformación profesional, porque vemos el milímetro torcido.

-Daniel. Es que hay una cuestión de exigencia que la propia carrera de Arquitectura te condiciona ya para siempre; nosotros lo hemos podido convertir en un sello de identidad, que es la obsesión por la rigurosidad.

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-Habéis convertido la perfección en un objetivo, incluso de esa forma obsesiva de la que habláis. ¿Cómo es ese proceso?

-Daniel. Aunque un proyecto aspire a ser perfecto, el proceso es tremendamente caótico, a veces cometes errores, y aunque a mí me cueste mucho aceptarlo, es parte de intentar llegar a algo bueno. Hay que meter mucho la pata y mancharse las manos, y en eso Anna es experta.

-¿Ha sido un camino buscado el llegar a vivir de vuestras fotografías?

-Anna. Ha sido un camino encontrado, porque ninguno de los dos pensaba que esto iba a ser nuestra profesión. Nosotros nos conocimos estudiando Arquitectura, y sí que es cierto que ambos teníamos muchas inquietudes; yo siempre he pintado y luego estudié Diseño e Ilustración. Mientras, Daniel estaba en el mundo de la cultura y trabajaba también haciendo fotografía de arquitectura… Siempre nos ha interesado mucho la parte más estética, e incluso cuando presentábamos los proyectos nos deteníamos más en la presentación y cómo enseñarlo que en el proyecto en sí. Obviamente la fotografía siempre fue una pasión para los dos y poco a poco lo que empezó siendo un hobby empezó a llamar la atención tanto de personas particulares como de marcas.

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-¿Creéis que habéis logrado el éxito profesional con aquella afición convertida en trabajo?

-Anna. Si el éxito profesional es no tener fines de semana... -«lo hemos petado», ríe Daniel-.

-Daniel. Bromas aparte, dedicarse a lo que uno quiere es una suerte, un lujo y es el mayor éxito que a día de hoy uno puede imaginar, pero no, no lo pensamos en ningún momento. Ha sido un proceso gradual, como una pérdida de peso, en la que tú no te das cuenta pero de repente alguien te ve después de dos años y te dice qué delgado estás. Nosotros no tenemos la impresión en nuestro día a día de tener éxito, pero es cierto que vivimos solamente de esto, y en el mundo creativo no todos pueden decir que se dedican a lo que quieren. Es también el fruto de no haber dejado de trabajar, de siempre apostar por nosotros, de creer en lo que hacemos y de confiar en el equipo.

-¿Cuál fue el primer logro o premio en el que pensastéis: «esto va en serio»?

-Anna. Yo creo que un premio está muy bien porque es como una palmadita en la espalda que significa que lo estás haciendo bien, pero cuando nos dimos cuenta es en el momento en que grandes marcas internacionales llegan a nosotros y nos piden trabajo. Cuando nos llamó Facebook la primera vez pensamos incluso que no era real aquel encargo, y tuvimos que asegurarnos dos veces de que el mail no era un spam.

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-¿Y en qué estáis ahora?

-Anna. Pasaremos las navidades en Corea porque vamos a inaugurar allí una exposición muy importante, tenemos el trabajo con Meta, además de una portada para una publicación aquí en Valencia. También estamos ayudando a crear las imágenes inspiración de un catálogo de una empresa grande de materiales y a final de año tenemos un par de trabajos más con Amazon.

-¿Es difícil decir que no a encargos de empresas de este nivel?

-Anna. Ahora mismo estamos diciendo que no a proyectos muy interesantes de marcas internacionales porque no nos da el tiempo. No podemos hacer más.

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-Daniel. De hecho, pecamos mucho de no decir no a ciertas cosas porque caben en el calendario, y luego, al acercarse la fecha, todo se acumula y se va comiendo el tiempo de ocio y de descanso. Y eso puede ser un problema.

-Habéis trabajado mucho en Valencia y las imágenes de esta ciudad han traspasado fronteras gracias a vosotros. ¿Creéis que Valencia es bonita?

-Anna. Nosotros no queremos vivir en otra parte del mundo porque creemos que tiene las condiciones ideales, pero sí que es cierto que a nivel visual deberíamos reaprender ciertos valores estéticos. Por ejemplo, hablamos de las cartelerías de los comercios, cómo se instala el mobiliario público, las farolas, los cables… y ese mirada sí la encontramos en lugares como París o Dinamarca. Aparte de esto, la ciudad nos encanta y apostamos por vivir aquí porque estamos muy a gusto.

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-Daniel. Valencia es muy bonita pero podría serlo aún más.

-¿Es más fácil ver la fealdad de las cosas con el ojo tan entrenado a la belleza?

-Daniel. Nos hace ser más conscientes de las cosas que no encajan a nivel estético o funcional, que a veces es lo mismo, y nos permite apreciar como locos los momentos aleatorios de belleza con los que nos encontramos día a día, en una película, en casa, en el barrio.

-Anna. Por ejemplo, los objetos de nuestra casa, que son muy pocos, están ahí porque nos dan felicidad.

-Daniel. Si estuviéramos siempre rodeados de belleza nos seguiríamos sorprendiendo día a día, y creo que eso es lo inspirador de lo que hacemos, ir siempre persiguiendo esa belleza.

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