ISABEL DOMINGO
VALENCIA.
Jueves, 3 de marzo 2022, 00:48
La historia de Vicky Foods (antiguo Grupo Dulcesol) no podría entenderse sin la figura de Victoria Fernández, aquella inquieta joven asturiana que dio un vuelco a su vida en 1958 cuando se casó con el valenciano Antonio Juan y ambos se trasladaron a vivir a Villalonga, donde Antonio, un emprendedor que había fracasado en varios negocios, comenzaba a trabajar en la panadería de su padre. El aterrizaje de Victoria fue, sin duda, un revulsivo para el negocio al sumarse su capacidad de organización y su visión innovadora con las ganas de crecer de Antonio.
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A lo largo de cinco décadas se enfrentó a las numerosas dificultades que fue encontrando en su camino y consiguió no sólo su objetivo, que era pagar las deudas pendientes del negocio, sino crear una empresa sólida y con proyección de futuro.
uBiografía Victoria Fernández nació el 28 de diciembre de 1934 en Malvedo, un pueblecito ubicado en la Montaña Central de Asturias, perteneciente al concejo de Lena. Sus padres eran Rafael Fernández, albañil y que pasó varios años en la cárcel tras la Guerra Civil por una denuncia vecinal, y Carmen Prieto. Falleció en abril de 2021, a los 86 años.
uInquietud cultural Cuando tenía 13 años, enfermó de tuberculosis, dolencia que la postró en cama durante un año y por la que tuvo que abandonar sus estudios. Tres años después fue operada de un pulmón. Esa larga convalecencia hizo que se aficionara a la radio. Como curiosidad, fue colaboradora habitual de Radio Asturias, en concreto del programa de Menchu Álvarez, la abuela de la reina Letizia.
Una «visionaria y empresaria», como la definió la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) al fallecer, que ya demostró sus afán de superación y sus dotes para el comercio cuando de pequeña, junto a su hermana Gloria, se encargaba de cobrar las deudas que le dejaban a su abuelo Rafael o preparaba ramilletes de cerezas que luego vendía a los pasajeros del tren. Por eso no sorprende que el día en que descubrió que el precio de los bizcochos que se elaboraban en la panificadora familiar no daba ni para cubrir el coste de los ingredientes decidiera incorporarse a la empresa y comenzar a organizarla.
A ella se debe la orientación hacia los productos de pastelería, abandonando la producción inicial de pan. También las palmeritas, las valencianas, los pandorinos y, sobre todo, las Glorias, las magdalenas cuadradas creadas con una receta casera de una amiga suya. Supusieron una revolución por su original forma y su precio competitivo y situaron a Dulcesol entre las diez empresas más importantes de pastelería de España.
Con gran empatía, cercana, práctica y con una visión conservadora pero siempre pensando en cómo mejorar la calidad de los productos y el valor para los consumidores, al fallecer su marido en 1983 tuvo que ponerse al frente de la compañía y allí estuvo hasta 2007, cuando pasó el testigo a la segunda generación aunque se mantuvo activa. Su legado es tal que, en 2019, la compañía se transformó en Vicky Foods para adaptarse a los nuevos tiempos y rendir homenaje a su cofundadora.
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