Las reinas de las tartas con sello valenciano

Cuando era pequeña, cualquier celebración suponía una buena excusa para que Lara Guerrero le pidiera a su madre Pepa que hiciera una de esas tartas que a ella le parecían tan deliciosas. Ya fuera cumpleaños, santo, que había aprobado un examen o incluso porque tenía mucho que estudiar. Lo que aún no sabía es que ese iba a convertirse años más tarde en el negocio de su vida. Resultó que no sólo a ella le encantaban estas tartas, sino que ya tienen una legión de fans, y por eso puso en marcha con su madre el proyecto 'Pepina pastel', que en menos de tres años no ha parado de crecer y para este 2022 prevén facturar un millón de euros.

Ambas son de Carcaixent y empezaron solas en un pequeño obrador de Alzira. Su madre hacía las tartas y Lara, de 30 años, se encargaba de venderlas por los restaurantes. «Tuve la idea en un cumpleaños de mi pareja, los 40 invitados probaron las tartas de chocolate y les encantaron, preguntaban que de dónde eran, así que yo vi que ahí había negocio. Empecé a darle vueltas, se lo dije a mi madre y me preparó una muestra de tartas con la que me fui a la hostelería de las comarcas de la Ribera a vender por restaurantes», comenta Lara.

El proyecto empezó a coger fuerza y llegó el confinamiento de 2020. Pero fue precisamente esa situación la que le abrió las puertas del éxito. «Los restaurantes cerraron, pero yo dije 'no vamos a cerrar, nos vamos a quedar para redefinir el negocio y vamos a triunfar después'. Hice campañas de marketing, para que la gente celebrara su cumpleaños en confinamiento con una de nuestras tartas, mostrábamos cómo enviábamos las tartas, velas, dedicatorias, todo eso resonó mucho y terminamos el año con 15 empleados», explica, ya que no ha parado de contratar cocineros y repartidores para satisfacer la creciente demanda que tiene, y de hecho actualmente son 25 trabajadores.

«Empezamos en casa, pero al ganar clientes fuimos a un obrador que era un antiguo horno familiar abandonado, tuvimos que comprar dos hornos de casa, luego otro, hasta que poco a poco invertimos y mejoramos». Eso les permitió dar beneficios desde el primer momento, y poco a poco fueron invirtiendo más. «Pronto se nos quedó pequeño y nos cambiamos en noviembre de 2021 a un nuevo obrador en una nave logística de 800 metros, bien acondicionada para almacenar materia prima, cajas, y toda la fabricación que conllevan las tartas», asegura. Y es que ahora tienen una media mensual de 3.000 pedidos de tartas.

Lara estudió Derecho y ADE, pero no tenía claro a qué dedicarse hasta que vio esta oportunidad. «Tracé mi plan de negocio, pero tuve que cambiar cosas porque yo pensaba sólo en venta online y que la gente pudiese personalizarlas, pero eso no es viable».

Aunque sus momentos más fuertes de trabajo son en San Valentín y Navidad, mantienen un promedio de ventas muy estable. Incluso en verano. «Pensábamos que con el calor bajaría pero sacamos la tarta de horchata y fartons y triunfó tanto que fue una locura. Ahora en abril la volveremos a sacar mejorada, es la tarta con más éxito, toda una sorpresa», señala.

El año pasado empezó a enviar pedidos por toda España, con especial demanda en Madrid y Zaragoza, y a finales de este 2022 quiere dar el salto a Portugal y Francia. Aunque su principal mercado sigue siendo la Comunitat. «Esperamos cerrar el año con una facturación que llegue al millón de euros, es el objetivo. El año anterior pasamos del medio millón pero este ya hemos aumentado un 40% en ventas».

Lara destaca la «gran relación y comunicación» con su madre con la que que forma «un dúo perfecto», que es la creadora de las 30 tartas que tienen ahora en la carta y pronto habrá más.