«Sin la colaboración de trabajadores del Puerto es muy difícil meter la droga»

-¿Qué es esta red de fiscales Iberoamericanos que se celebra en Valencia?

-Es una de las redes especializadas de la asociación iberoamericana de ministerios públicos. Es una cumbre que reúne a los fiscales generales de los 22 países de habla hispana o portuguesa de América, más Portugal, España y Andorra.

–Aquí están el fiscal general de Colombia, el antidroga de Brasil, de Chile, de Guatemala... ¿Ya no se puede luchar contra estas organizaciones desde una perspectiva nacional?

-Es imposible. Si hay un delito transnacional ese es el de la droga. Todas las herramientas de cooperación internacional se han hecho, en su origen, precisamente para esto.

–Y las investigaciones se han complicado. Los grandes grupos utilizan mensajería encriptada como Encrochat y Sky. La Interpol consiguió entrar en ese sistema. ¿Europa ha validado el acceso a estos mensajes?

–Al margen de esos dos programas, hay muchos más. Se trata de plataformas encriptadas propias, que cuestan mucho dinero y tienen sus propios teléfonos. Hasta ahora, respecto a Encrochat, no hay sentencia que los invalide. En Reino Unido se ha condenado a más de 1.000 personas con mensajes extraídos de esta plataforma. Y mientras, nosotros somos tan lentos que no tenemos aún una sentencia donde se haya validado el uso.

–Uno de los puntos de la jornada habla de las entregas controladas y los agentes encubiertos. ¿Qué dificultades existen?

–Hablamos de cómo utilizar estas herramientas especiales, que son fundamentales para vigilar la entrada de la droga. Todo tiene sus dificultades, y necesitamos trabajar mejor. Hay aspectos de los que evidentemente es mejor no hablar.

–El Puerto de Valencia es uno de los puntos calientes del narcotráfico. ¿Por algún motivo en especial?

–Sí, lo es. Es el primer puerto del Mediterráneo. Llega mucha droga porque tiene mucho tráfico. Pero, afortunadamente, aún no hemos alcanzado los niveles de Amberes y Rotterdam. Tras ellos, se sitúan Valencia y Algeciras, el orden depende de los años.

-En muchas ocasiones, las redes tienen contactos con trabajadores del Puerto o con agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. ¿Qué se está haciendo para frenar esto?

-Este es uno de los focos en los que queremos trabajar. Sin colaboración de dentro del Puerto es muy difícil meter la droga. Esto está muy ligado a la corrupción, que no siempre es pública. Puede ser de agentes, de aduaneros... Pero también de los trabajadores de las empresas que operan en el recinto. Hay que hacer trabajo de coordinación y colaboración y exigir a las empresas medidas de vigilancia. En octubre, la UE ha lanzado una hoja de ruta donde focaliza el trabajo en estas instalaciones. Se trata de crear sistemas de vigilancia, de coordinación de aduanas con empresas privadas y de exigirles a estas firmas determinadas medidas, aunque esto suponga dinero.

 

–¿El consumo en España está relacionado con ser una vía de entrada? 

–Bueno, Europa en general es bastante consumidora. Pero sí, hay quien dice, por ejemplo el jefe de la Udyco que por donde pasa la droga algo queda y por aquí pasa mucha. Cercanos a Marruecos, donde está el hachís y, aparte, tenemos una relación comercial y cultural muy fácil con Iberoamérica de donde procede la cocaína.

–Existe la sensación de que no se percibe un gran riesgo en el consumo de drogas, especialmente en el cannabis. ¿Lo comparte?

–Completamente. Hay que hacer un trabajo de explicación, divulgación de los daños del cannabis y más ahora que el que circula no es del hace 20 años sino que las modificaciones genéticas han hecho que aumente THC, y los daños son muy importantes. Ahora que tanto se habla de la salud mental, habría que ver qué ingresos y asistencias en unidades de psiquiatría se deben a este consumo.

–En ocasiones se habla de la legalización...

–Hay una tendencia, sí. Como Fiscalía, soy contraria. No me parece una buena medida la legalización del uso recreativo, otro asunto es la necesidad de una legislación clara del consumo medicinal o estético. Tenemos miles de campañas contra el tabaco y numerosos jóvenes creen que es menos perjudicial que el cannabis. Y eso no se ha producido porque sí. Hay intereses en que se considere que eso es bueno.

–¿Por qué España se ha convertido en un productor de cannabis?

–Porque la planta crece muy bien aquí. Es una cuestión de clima y geografía.

 –Los grandes grupos empiezan a dedicarse a esto, ¿no? Antes parecía un espacio acotado a la cocaína.

–Ese es el peligro, que a través de eso se instalen aquí grupos de narcotraficantes. La semana próxima comienza un gran juicio de una organización china. Pero también hay kosovares, albaneses, serbios... Y, además, en muchos casos utilizan a trabajadores en régimen de semiesclavitud.

–Ha habido polémica con los clubes de Cannabis.

–Cuando se trata de promover o vender, pedimos la legalización y se acusa a los responsables. Veremos qué sucede en el futuro. Alemania va a legalizar el consumo y lo va a hacer a través de los clubes. Dejarán seis plantas por persona para uso personal.

–Fentanilo. Parece la droga de moda por los vídeos que llegan de Estados Unidos.

–Estamos alerta, pero por el momento no tenemos grandes incautaciones. Pero debemos estar vigilantes porque es muy barato y se utiliza para mezclar con otras sustancias.

–¿Con cocaína?

–Algún caso ha habido. Por eso insisto en que hay que estar muy alerta. La gente debe ser consciente de lo que consume. En EE UU tienen un mensaje: «One pill can kill». No pruebes porque por una dosis puedes morir. Es algo terriblemente destructivo.

-Desde la Fiscalía se apuesta por las jurisdicciones especiales para abordar este tipo de delitos.

-Creo que la Audiencia Nacional, en este sentido, está superada. Habría que repensar las competencias, ahora son la de delincuencia organizada y que afecte a varias provincias, pero el criterio debería ser el internacional, es decir, por número de países implicados. O mientras llega eso, por ejemplo, crear jurisdicciones especiales regionales como ha hecho Francia. Tienen fiscales, jueces y funcionarios especializados en esta materia y evita que se colapse un juzgado de Instrucción o un mixto. A cambio, ese órgano se dedica en exclusiva a estos asuntos o recibe menos reparto de otras áreas, tal y como se hace en Francia.