Secciones
Servicios
Destacamos
Ya se han cumplido dos años de aquel fatídico agosto de 2022 cuando un incendio forestal arrasó unas 19.000 hectáreas alrededor de Bejís, además de obligar a desalojar centenares de vecinos de la zona. No sólo Bejís, otros de los municipios también afectados fueron Torás, Teresa, Sacañet, el Toro y otros pueblos de sus alrededores. Tras dos años, el espacio vacío y desolador, únicamente ocupado por aquellos árboles quemados que se mantuvieron en pie y que tiñen de blanco y negro los alrededores de Bejís.
Dos años ya del fatídico incidente que sacudió a las comarcas del Alto Palancia, en Castellón, y en Los Serranos en Valencia. La vegetación que los rodea, prácticamente calcinada en su totalidad, es un constante recuerdo de la tragedia que tuvieron que atravesar hace ya dos veranos. Cada vez que los vecinos de Bejís miran por la ventana, están obligados a recordar un acontecimiento que ha condicionado el devenir de muchos de los negocios que sostenían a un municipio de 400 habitantes.
Tras el devastador incendio forestal que asoló la localidad de Bejís en 2022, la comunidad local todavía se enfrenta a serias dificultades económicas. Al sector de la ganadería se dedicaban ocho familias del municipio. Javier Capilla, ya jubilado, todavía recuerda los momentos previos a la catástrofe. «Nos llamaron de otra zona avisando e que había fuego, y yo ya me llevé una mala espina. Aunque aún estaba lejos de Bejís, decidí acercarme a buscar a mis ovejas que estaban pastando», explica visiblemente emocionado. «Una de las líderes del rebaño empezó a seguir mi coche y el resto vino tras ella. Conseguí llevarlas a una zona de pasto a la que el fuego no llegó, y se salvaron», relata Capilla.
Sin embargo, Javier Capilla, tras la extinción del incendio, vio como todo su esfuerzo poco a poco se desvanecía. «Cuando todo se calmó, las administraciones marcaron un área alrededor de todo el pueblo donde quedaba prohibido pastar. Toda esa zona era nuestro lugar de trabajo, y había ubicaciones que se libraron del fuego, pero ni ahí podían ir los rebaños. Incluso las zonas en las que se empezó a replantar, las ovejas podrían haber servido de poda natural para controlar el crecimiento de la maleza. Pero nada», Capilla interrumpe su propio discurso debido a la emoción. «Con esta situación, yo acabé vendiendo mis ovejas. Otra familia hizo lo mismo y montó un bar. Los demás, entre el panorama que tenemos delante y al no tener relevo generacional, también han vendido. Sólo queda un vecino con 10 ovejas, y las tiene por hobby, ya no hay negocio», sentencia.
Por otro lado, atiende a LAS PROVINCIAS José Burgal, que se dedica al turismo en Bejís y la promoción, difusión y venta del producto local. Burgal abrió una tienda en la plaza del pueblo justo un año antes del desastre natural que azotó al municipio. Su local, de un atractivo innegable, ofrece aceites, cervezas y vinos de la zona, así como merchandising de Bejís. Además, la tienda funciona como punto información turística, donde José Burgal informa a los visitantes de la riqueza de la zona a nivel gastronómico, o la amplia oferta de senderismo o zonas naturales donde darse un baño.
«Un año después de abrir el negocio, cuando empezamos a coger ritmo, llegó el incendio», comenta Burgal, y añade «la realidad es que desde entonces el turismo ha descendido sobre manera en la zona, y es uno de los motores principales de la economía del pueblo». Según cuenta el emprendedor, los vecinos con negocios en el pueblo crearon la Asociación de Empresarios de Bejís, quienes estiman las pérdidas de los dos últimos años en torno al 60% u 80% en comparación a las temporadas previas al incendio. «La situación actualmente comienza a ser crítica, algunos negocios ya se plantean el cierre, con el efecto dominó que eso supondría para el pueblo: despidos de trabajadores, disminución de los servicios en el municipio y una crisis aún más profunda», analiza Burgal.
Burgal, agradece la rápida gestión de las administraciones en algunas zonas para comenzar a replantar y empezar a ver esos brotes verdes de lo que un día fue el entorno de Bejís, pero considera que se puede hacer más. «La realidad es la que es. Uno llega por la carretera y el paisaje es desolador. Por eso creemos que con tanto que hay que hacer, los recursos deben destinarse a potenciar aquello que fomente la vuelta del turismo», explica. Para Burgal es esencial comenzar a repoblar las principales rutas senderistas y acondicionar mejor los accesos a los puntos turísticos de la zona. «El trayecto hasta el camping es un camino en mal estado, con árboles calcinados todavía sin talar y sin quitamiedos. Esa es la misma carretera que te lleva a la cascada o a los Clóticos, que son lugares donde van los visitantes. Ahí es donde hay que destinar los recursos», explica.
Noticia relacionada
La misma línea de pensamiento tiene Yolanda Adrián, dueña y gestora del Camping de Bejís, un pequeño oasis verde entre tanta desolación. Adrián explica que estos dos últimos años su negocio se ha sostenido gracias a la clientela «de toda la vida» y a los campamentos juveniles que se hospedan en su terreno. Sin embargo, afianzar a los nuevos turistas «es un imposible» según explica. «Ha llegado a venir gente que no sabía que el entorno era así de desolador. Parejas o familias que tenían reservadas cuatro o cinco noches y que tras permanecer una deciden marcharse», comenta y añade, «Los clientes fieles vuelven todos los años porque han creado amistades aquí, este ya es su lugar de verano, pero los nuevos no se arraigan».
Unido al incendio, en Bejís la sequía también ha afectado a su entorno, lo que perjudica aún más a los negocios de la zona. El río ha visto reducido su caudal, por lo que las zonas de baño son menores y se dificulta un poco más el recorrido de los visitantes. Aún así, Yolanda Adrián lo tiene claro: «Las lluvias volverán y el agua volverá a correr con fuerza. Lo importante ahora es que todos los esfuerzos que hacemos los vecinos por fomentar la zona reciban el apoyo de las administraciones».
Noticia relacionada
La sequía también ha afectado a los cultivos de la zona. En Bejís no ha habido nunca una familia dedicada exclusivamente a la agricultura, según cuentan los vecinos, pero muchos tienen terrenos de olivos con los que sacar aceite para uso personal o sacarse un sobresueldo con su venta en pequeñas cantidades. Con el incendio, muchos de estos campos quedaron arrasados, aunque las administraciones actuaron con rapidez. Andrés Escribano, uno de los vecinos con terrenos en Bejís, ya ha sido indemnizado para repoblar todos los olivares calcinados durante la catástrofe: «La administración puso un precio por árbol. Yo notifiqué cuántos había perdido y me los pagaron para poder replantar».
Sin embargo, Escribano comenta que donde los propietarios de campo más han sufrido es por aquellas zonas sin trabajar. «Muchos tenemos terrenos heredados que nunca se han trabajado. Algunos vecinos vendían las parcelas a aquel que quería trabajarlas, pero ahora con todo calcinado, el precio es irrisorio sabiendo toda la inversión que hay detrás para poder empezar a labrar esas tierras», explica Andrés Escribano.
Hablar con los vecinos de Bejís es una experiencia realmente emocionante. Su manera de poner en valor el pueblo, de luchar por volver a lo que fueron, sus ganas de no rendirse son indescriptibles. La emoción en sus rostros cuando miran al pasado y se plantean el futuro no se puede explicar con palabras. Magdalena Lázaro es vecina de Bejís y actual presidenta de la Asociación Oriwa, organización creada por vecinos de la zona comprometida en la recuperación del territorio después de la devastadora catástrofe que afectó a Bejís y otras pedanías en agosto de 2022. «Es imposible pasar página. Te levantas por la mañana y al salir de casa el paisaje te recuerda nuestra desgracia. Es imposible olvidar cómo salimos corriendo del pueblo pensando que nos quedábamos sin nada», explica Lázaro.
«Cuando ocurrió el incendio no sólo se quemó el campo, también nuestra niñez, adolescencia y nuestra vida entera», sentencia Magdalena Lázaro. Por eso, desde Oriwa trabajan en estrecha colaboración con las autoridades, voluntarios y otras entidades en tareas de reforestación para lograr su ambiciosa y deseada meta de volver a ver Bejís y sus alrededores tal y como era antes. Además de reforestar la zona para crear un ecosistema estable, desde Oriwa tienen muy en cuenta cuidar la biodiversidad y especies autóctonas de la zona. La recogida de la llamada 'basuraleza' en zonas donde todavía los terrenos están impracticables, o el trabajo conjunto con otras asociaciones como la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente ayudan poco a poco a que Bejís, vuelva a ser algún día aquello que fue.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.