Así es el peritaje de un coche destrozado por la DANA

En las últimas semanas, y sobre todo a partir del arranque de los traslados de estos vehículos de más de 60 campas hasta la cantera de Picassent el pasado lunes, se ha utilizado el término 'siniestro total' para hacer referencia a los automóviles afectados por la DANA. Sin embargo, ¿qué significa que un coche sea evaluado bajo esta categoría? La explicación es bien sencilla: será 'siniestro total' cuando el valor de los costes de reparación sea superior al valor que tenía el turismo antes del siniestro. En el lenguaje técnico el precio anterior a la catástrofe es conocido como 'valor venal'.

Por tanto, la indemnización que recibirán los propietarios de los automóviles destrozados será el importe establecido por la póliza de la aseguradora sumado al 20% del precio antes del siniestro fijado por el Consorcio de Compensación de Seguros. Este tope legal se ha estipulado de acuerdo con los parámetros fijados en el BOE por la Asociación Nacional de Vendedores y Reparadores de Vehículos (GANVAM). En el cuadro de la GANVAM se marca la depreciación del vehículo en relación con los años de uso, por ejemplo, hasta un año el valor venal computa como el 100% del precio sin embargo va cayendo de manera gradual hasta el 10% cuando su uso sobrepasa los 12 años.

En definitiva y hablando en plata, un coche tasado en 17.100 euros, con cinco años de uso, condición por la que habría que aplicarle un 39% de depreciación, tendría un valor venal de 6.669 euros. A esta cantidad habría que sumarle, en este caso concreto, 1.333,8 euros gracias al citado 20% aportado por el Consorcio. Es decir, el propietario percibirá finalmente 8.002,8 euros en concepto de indemnización.

Las revisiones realizadas por los más de 400 peritos del Consorcio de Compensación de Seguros junto a los del resto de compañías aseguradoras en los municipios afectados consisten en examinar sobre todo el interior de los vehículos pues el exterior está lleno de abolladuras y cristales rotos. Pero antes de empezar la inspección, primero se identifica el vehículo a través de su matrícula y bastidor para corroborar que se corresponde con el asegurado en la póliza por parte del propietario. Luego se dictamina si los daños son suficientes para categorizarlo como siniestro total o todavía es reparable. En caso de poder ser arreglado, se enviará a un taller, siempre y cuando el asegurado esté de acuerdo, o a un punto de depósito intermedio como la cantera de Picassent como paso previo al desguace.

Según los técnicos, la altura a la que el agua inundó cada vehículo marca en gran medida que sean 'siniestro total' o no. Y es que si el lodo alcanzó el cambio de marchas y el salpicadero es casi seguro que hayan quedado inutilizados. La razón de esto es que la mayoría de sistemas electrónicos, es decir, las piezas más costosas del automóvil se encuentran entre el salpicadero y el cambio de marchas.

No obstante, esta máxima no tienen el porqué cumplirse con los vehículos de alta gama dado que el precio de los componentes, pese a ser altos a la hora de la reparación puede no ser suficiente para cubrir todo el importe total del coche. «Alomejor un Porsche Panamera de 120.000 euros sólo puede ser indemnizado con 60.000 euros porque comparte elementos con un Peugeot», explican voces periciales. Por ello, las mismas fuentes ponen como solución realizar un estudio más detallado de los de alta gama análisis pieza por pieza con programas que estiman los importes de reparación lo más fidedignos posible.

De hecho, los expertos periciales aseveran que el grado de siniestralidad depende de la ubicación en la que haya sido encontrado cada vehículo. Por ello, en la zona cero, la práctica totalidad de los mismos son 'siniestro total'.

Algunos de los peritos consultados alertan del peligro de no desplazar de manera urgente los vehículos hasta campas alejadas de los cascos urbanos. «No se está haciendo una retirada de los residuos líquidos como el combustible o las baterías eléctricas a centros de tratamiento de residuos autorizado», alegan antes de citar el riesgo de vertidos y explosiones con los consecuentes daños medioambientales y sanitarios que ello conlleva.