La acequia de Rovella y las cloacas de la ciudad
DANIEL SALA
Viernes, 1 de diciembre 2006, 05:56
Sea o no cierto éste el origen de las cloacas, vestigios romanos de la primera red de saneamiento de la ciudad han sido hallados por los arqueólogos ya desde tiempos de la Ilustración; el primer emplazamiento de la ciudad, en la acrópolis de la misma, abrazada por el último meandro que el Turia describe antes de su desembocadura, necesitaba hacer fluir sus aguas residuales hacia el río sirviéndose, además, del antiguo brazo del mismo que discurría por la plaza del Mercado. Y ello explica el trazado de los dos valls majors, o grandes colectores, que saneaban la ciudad.
J. Lop en su obra De la Institució, govern politich i juridich Obra de Murs e Valls nos da el trazado:
El llamado vall vell tenía dos brazos: uno que salía del Tros Alt dirigiéndose hacia la plaza del Mercado, Trench, cementerio de San Martín, San Vicente, Barcelona, Transíts, Barcas y, junto al Colegio de Santo Tomás, se unía al segundo brazo que, desde la Calderería, por las calles Alta, Santa Cruz, Roteros, Temple, Gobernador Viejo, plaza de las Comedias y calle de la Nave, llegaba a la calle de las Barcas. Desde allí, atravesando las murallas de la ciudad junto al portal de los Judíos, se internaba en las tierras de Ruzafa.
El vall nou tenía dos secciones claramente uniformes, discurriendo por fuera de la muralla, costruidas en épocas diferentes: la primera, en tiempos del Ceremonioso, iba desde las torres de Quart hasta el portal de los Judíos; la segunda, se abrió en 1543 por temor a los ataques berberiscos procedentes del mar e iba desde el portal de los Judíos hasta la puerta del Real y desde el portal de Quart hasta el de Santa Cruz o portal Nou. En este vall nou se abandonaban animales muertos, crecía la vegetación selvática, llena de reptiles e inmundicias, por lo que se hacía necesrio desbrozarlo periódicamente a cargo de lObra de Murs e Valls, bajo la atenta supervisión del sobrestante.
La acequia de Rovella y su contribución a la limpieza de la ciudad
Mas, el sistema de saneamiento de la ciudad no hubiera sido efectivo sin el concierto de las aguas de la entonces caudalosa acequia de Rovella, ayudada en ocasiones, por la acequia de Favara, ya que ambas se internaban en la ciudad medieval. La primera, última de las de la margen derecha del río, tomaba el agua en su desaparecido azud, a la altura de la que fue Cárcel Modelo, penetraba en el huerto de Santa Bárbara y se dirigía por la actual calle de Castán Tobeñas hacia el antiguo matadero para seguir hacia Cuarte extramuros, girando por la calle Turia hacia un antiguo matadero que la ciudad tuvo en los solares del actual Colegio Cervantes. Junto a la puerta de la Corona, penetraba en la ciudad y, siguiendo esta calle, llegaba al marcado de Mossén Sorell (aquí, distintos rolls o cadiretes sangraban su caudal para el riego de huertos; así nos la muestra, descubierta, el plano de Mancelli de 1608). Desde aquí, por la calle de San Miguel y Tros Alt, cruzando el huerto de la Puridad (por la actual Moro Zeit), describía la curva de Santa Teresa, Pie de la Cruz, Molí de Rovella, Magdalenas y Porchets, para buscr la calle de San Vicente y, a la altura del Convento de San Gregorio, torcer hacia el Convento de San Francisco (actual plaza del Ayuntamiento) donde se dividía en dos ramales: uno atravesaba las tierras del Convento y desde la confluencia de las calles Ribera y Ruzafa, por Mossén Femades, se dirigía hacia la muralla y huerta de Ruzafa; el otro, conocido como Braç dEn Roca, por la calle de Correos hacía un recodo en Féliz Pizcuela y al entrar en don Juan de Austria, enviaba un brazal hacia la plaza de Predicadores, que desaguaría en el río, mientras la acequia madre, por las inmediaciones de la puerta de los Judíos, entraría en la huerta de Ruzafa.
La acequia de Favara tenía su azud cercano al de Rovella y, paralela a ésta, discurría junto a la calle del Brasil moviendo las muelas del molino de Nou Moles y, por Pérez Galdós, llegaba hacia la huerta de Patraix. Sin embargo, algunos de sus ramales acudían en auxilio de las necesidades de la ciudad: el del portal de Quart; el del portal del Coixo (que venía desde los conventos de San Sebastián y San Felipe) penetraba por el convento de la Encarnación hacia el Pie de la Cruz; el del portal dels Ignocents (conocido como acequia Podrida) desaguaba, como los anteriores, en la acequia de Rovella; el brazo del Hospital, delante de la portería del convento de San Agustín se dividía en dos ramales, el que junto al muro de San Pablo iba hacia la puerta de Ruzafa para salir de la ciudad y el que por la calle de san Vicente iba a morir a la acequia de Rovella.
El sobrestant de la Junta de Murs e Valls y sus competencias
Es fácil observar como el trazado del vall major del Mercado y de la acequia de Rovella discurren paralelos por estas inmediaciones de la ciudad, pero a cotas diferentes, lo que permitía lanzar las aguas de ésta y, si se hacía necesario, también las de Favara, en los fosos de la ciudad. Cada sábado, cuando terminaban los turnos de riego de la huerta, el sobrestante de la Fábrica de Murs e Valls, abría las compuertas, rolls y cadiretes, así como les Motes o compuertas del vall vell, para que las aguas limpiaran todo el alcantarillado y llevaran hacia el valladar de Ruzafa todas las inmundicias. Tan importante era su función, que la acequia de Rovella, incluso en épocas de sequía, debía disponer de la mola de sang i foch (la mola es la cantidad de agua necesaria para mover una rueda de molino) para poder atender a la limpieza e incendios de la ciudad. Los privilegios concedidos por los monarcas forales cuidaron de ello.
Se entiende así la importancia que para el saneamiento de la ciudad tenia el oficio de sobrestante de lObra de Murs e Valls que, si al crearse el cargo debía ocuparse de guardar materiales y aparejos para las obras, desde 1588 la Junta decidió que exclusivamente se encargara de limpiar los fosos, controlar que periódicamente se escurara la red del alcantarillado y cuidara de los caminos que llevaban a la Ciudad. La Delliberacio, y capitols fets per la Ilustre Iunta de la Fabrica de Murs y Valls, dela Ciutat de Valencia, en lo primer de Març 1696 tocants à les obligacions del Ofici de Sobrestant, editada por Vicent Cabrera, Impressor, y Llibrer de la Ciutat, en la Plaça de la Seu, establece sus competencias.
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