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VICENTE LLADRÓ
Domingo, 3 de diciembre 2006, 05:10
Lo primero que sorprende es encontrarse cultivos de kiwis tan cerca de Valencia, porque se trata de una fruta que proviene de Nueva Zelanda y que, en España y en otros países europeos, se da bien en climas más húmedos y con menos insolación. En nuestro país abundan las explotaciones sobre todo en Galicia, Asturias, Navarra..., en valles protegidos, donde hay lluvia abundante, muchos días nublados, ausencia de vientos fuertes y temperaturas suaves, sin golpes de calor ni heladas.
Francisco Medina es un agricultor valenciano que decidió apostar por lo diferente, por salirse de la rutina y de la masificación. Vio que todo eran cítricos alrededor y prefirió adentrarse con pasión en lo que creyó que le podría dar nuevos triunfos: los kiwis.
Su explotación, asentada en dos fincas de Lliria, se denomina Kiwival, y es de las pocas que hay en la Comunitat Valenciana. Tiempo atrás hubo algunas más pero han ido desapareciendo. Paco Medina ha hecho gala de la perseverancia de quien tiene fe en lo que hace.
Ahora está en plena recolección de la cosecha, que comercializa directamente a través de unos grandes almacenes y en mercados centrales de Valencia, Barcelona, Madrid, Sevilla, Alicante y Almería, donde se está apreciando la diferencia a su favor en cuanto al buen calibre de los frutos y su mejor sabor, que se distingue claramente de la producción italiana, la competencia más directa.
Porque la producción de Nueva Zelanda, país originario de esta fruta, madura a contraestación, en primavera, y la que llega ahora masivamente a los mercados es la italiana, en gran parte comercializada por las marcas neozelandesas y habitualmente con prácticas comerciales muy agresivas que revientan los precios.
En medio de esta avalancha, los kiwis valencianos de Medina se abren camino por su calidad, pero su mayor precio acaba seleccionando puntos de venta y consumidores. Aún así, debido a la presión italiana del momento, difícilmente logra sobrepasar el euro por kilo en origen, incluyendo envases y empaquetado. Según el, las ganancias no son grandes, en comparación con las fuertes inversiones necesarias de cubiertas de mallas, riego a goteo y microaspersión, que oscilan entre 6.000 y 9.000 euros por hanegada.
Medina también participa ahora en cursillos de formación de la Conselleria de Agricultura, para divulgar sus conocimientos entre otros agricultores, y no le importa que algunos de ellos se aventuren a plantar kiwis; al contrario, les anima a ello, porque sabe que, lejos de suponer una competencia negativa, si se lanzan a plantar, conseguiremos entre todos formar un mercado propio, con una oferta en cantidad adecuada y en continuidad, que es lo que pide la distribución, porque ahora nos encontramos aislados, no somos conocidos, y tampoco tenemos fuerzas suficientes para luchar.
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