La campaña de quema de la paja del arroz comenzó el pasado 10 de octubre, y con ella toda la polémica que envuelve a esta práctica. Por un lado, su impacto negativo con el medio ambiente, y por otro, la incomodidad que produce a ... las poblaciones limítrofes el movimiento del humo según la dirección en la que sopla el viento. Mientras tanto, los agricultores defienden la medida como la «más adecuada para acabar con los restos», y Medio Ambiente justifica su autorización. Al mismo tiempo, ecologistas y vecinos de poblaciones del Parque Natural defienden acciones alternativas.
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«Al quemar la paja del arroz desinfectamos lo que es la tierra. Ya no sólo nos deshacemos de los restos sino también podemos ahorrar en herbicidas innecesarios gracias a que la quema acaba con posibles males para el cultivo», explicaba José Pascual Fortea, agricultor en el Parque Natural de la Albufera. El delegado de Ava-Asaja ha defendido que la permisión de estas quemas «ayuda a evitar que proliferen los hongos». Según el arrocero, la paja no se puede quedar en el campo. Es lo único que hay que evitar porque si entra en contacto con el agua se puede producir el fenómeno conocido como aguas negras o anoxia (falta de oxígeno) que puede generar la muerte de muchos peces como ya ha ocurrido en otras ocasiones.
En este sentido, Fortea ha defendido que se permitan las quemas, aunque se ha mostrado comprensivo con las poblaciones cercanas. «Es normal que la gente se queje, pero el humo en alguna dirección debe de ir», explicaba. «Hemos calculado que en estos pocos días habremos quemado fácilmente el 50% de la paja que teníamos en mente. Pedimos un poco de comprensión, porque tras un par de días más, la poca paja que quede se realizará a muy pequeña escala y ya no tendrá la afectación de estas primeras jornadas«, ha asegurado el arrocero.
La conselleria de Medio Ambiente ha vuelto a defender que «la quema de la paja del arroz es una de las alternativas que se han autorizado en la instrucción técnica, junto a otras como son el fangueo de los campos o la recirculación del agua, debido a ser uno de los métodos que los informes técnicos determinan como eficaces para controlar los problemas fitosanitarios y de malas hierbas en el cultivo del arroz». Además, Medio Ambiente ha querido puntualizar que se trata de una decisión en la cual también intervino Salud Pública y la conselleria de Agricultura.
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Desde Medio Ambiente han mostrado comprensión a que en determinados momentos o circunstancias pueda ser «efectivamente molesto el humo generado», y por ello han recordado que su aplicación móvil, QUEPAR, ayuda a saber en tiempo real si la calidad del aire y las condiciones son óptimas para realizar las quemas.
Sin embargo, los vecinos de El Saler mostraron su descontento el pasado viernes al ver como la humareda invadía su entrono urbano. «Hoy no debería haberse quemado la paja del arroz. No hay nada de viento y todo el humo se ha quedado encima de la pedanía», explicó Pere Pau Carrillo, vecino de la zona. Además, éste denunció que el colegio e instituto del lugar tuvieron que dar clase con las ventanas cerradas por la molestia del humo. Lo mismo ha ocurrido este lunes en las calles de varios municipios de la Ribera, donde se han despertado este lunes envueltos en una intensa niebla producida por el humo de la quema.
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Con la polémica al rojo vivo, Eva Tudela, miembro de la Comisión de Territorio de la asociación Acció Ecologista Agró, afirmaba que la Generalitat «debería apostar por alternativas valientes a la quema de la paja del arroz, como por ejemplo, la retirada mediante el empacado». La ecologista ha explicado que su asociación se sentó con las administraciones el pasado febrero para pedir la prohibición de las quemas, y sustituirlo por un sistema de retirada de la paja sin coste para los agricultores. «Desde nuestra cita no tuvimos ninguna noticia más hasta que nos enteramos por la prensa de la reunión entre arroceros y las consellerias implicadas de la autorización de las quemas», explicaba Tudela, quien añadía, «Estamos súper decepcionados porque llegamos a plantear alternativas y no se nos ha escuchado. Esperemos que el año que viene cambien las cosas, está claro que la quema es un problema innecesario».
Por último, desde la asociación de vecinos de El Palmar han defendido que estas quemas impactan negativamente en el medio ambiente y en la salud de los vecinos, pero también han afirmado que cualquier alternativa debe tener en cuenta la labor de los agricultores: «Abordar el problema prohibiendo las quemas es un enfoque simplista que no tiene en cuenta las realidades complejas que rodean la precariedad del sector primario», apuntaba en un comunicado su presidenta, Cintia Sancanuto. «La opción del empacado de la paja, siendo la más favorable tanto a nivel medioambiental como de salud pública, no ha logrado imponerse debido a la falta de aceptación social y política, principalmente por generar un mayor coste económico que la quema», defendían los vecinos de El Palmar.
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En definitiva, Sancanuto defendía que las decisiones sobre la gestión de la paja «deben basarse en un consenso informado que tenga en cuenta a todas las partes afectadas, garantizando que los costes se repartan de manera equitativa y que se proteja tanto la salud pública como el entorno natural».
La diferencia de opiniones en torno a la paja del arroz se mantiene latente. Mientras tanto, estas quemas están permitidas hasta el 31 de diciembre, pudiéndose repetir episodios como el de El Saler o Alzira durante los próximos dos meses y medio.
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