El ritual de las visitas a Paquita Ors

La pintura al fresco en los techos marca la decoración de las tiendas de la farmacéutica. Los colores pastel dominan los espacios. Detrás de los mostradores, centenares de frascos, botes y recipientes. Crema hidratante con células madre, contorno de ojos vitamina K, suero redensificante, crema antiarrugas marina, etcétera.

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El ritual empieza con una súperlupa con luz iluminando la cara de la clienta. Tras el vidrio de aumentación, la atenta mirada de Paquita Ors. Observa primero un lado de cara, luego el otro y, por último, el cuero cabelludo de espaldas. A partir de ahí, algunas preguntas: ¿comes fresas? ¿fumas? ¿bebes alcohol? Y luego la prescripción de cremas de noche y de día y el modo de aplicación. Casi siempre recomendaba vitaminas de su marca y algunos consejos de alimentación, como no abusar de la ingesta de plátanos, café o chocolate. Todo quedaba debidamente anotado en un papel para la clienta, que salía del establecimiento con un cita para meses posteriores. Con los años, el seguimiento de la clientas corría a cargo de las empleadas de Cosméticos Paquita Ors.

El boca a boca ha sido la fórmula que fortalecía la clientela de Paquita Ors: la madre se lo decía a sus hijas, las hijas a las amigas y las amigas a sus amigas. El negocio ha funcionado así años. Cuando la farmacéutica dejó de pasar revista, fue su hijo Jerónimo Ors quien tomó el testigo. Él continúa con la profesionalidad y atención de su madre.