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PACO LLORET
Sábado, 12 de diciembre 2015, 00:28
La presencia de Gary y Philip Neville al frente del Valencia representa un hecho sin precedentes en la historia del club de Mestalla. El entrenador y su ayudante están unidos por un parentesco que hasta ahora no se había dado en la dirección técnica. Las únicas relaciones de hermandad se habían producido entre la plantilla de jugadores, aunque la única que tuvo una vigencia sostenida en el tiempo fue la protagonizada por los hermanos Claramunt a principio de los años 70. Pep y Enrique jugaron juntos a lo largo de cuatro campañas consecutivas, compartieron alineaciones en muchos encuentros y vivieron grandes momentos como la disputa de dos finales de Copa o la conquista de un título de Liga. Los dos hermanos, naturales de Puçol, coincidieron en la primera plantilla a partir de la campaña 70-71. Pep, que llevaba ya cuatro ejercicios en el primer equipo, era por entonces uno de los grandes referentes del Valencia, internacional y jugador indispensable para todos los entrenadores. Alfredo Di Stéfano, que se estrenaba en el banquillo, también le había echado el ojo a su hermano Enrique que despuntaba en el CD Mestalla. Enrique Claramunt jugaba de extremo, tanto por la derecha como por la izquierda, y delantero centro. Fue el autor de goles importantes en aquel inolvidable ejercicio. Se trataba de un jugador sacrificado que suplía sus limitaciones con un rendimiento regular. Su trayectoria quedó condicionada por una sucesión de lesiones en su tercera campaña, la 72-73, que le tuvieron fuera de combate durante demasiado tiempo hasta el punto de disputar un solo encuentro a lo largo de la siguiente temporada, la 73-74, última en la que perteneció al Valencia antes de recalar en el CD Castellón. Antes, en los años 30, coincideron los Conde muy poco tiempo.
Los hermanos Ferrando, nacidos en Tavernes de la Valldigna con tres años de diferencia, nunca llegaron a coincidir juntos sobre los terrenos de juego aunque siguieron el mismo camino antes de llegar al primer equipo. César y Paco Ferrando, subieron desde el Mestalla, y pertenecieron a plantillas diferentes. El mayor de ellos, César, era un centrocampista que veía el fútbol fácil y que sabía situarse en el lugar adecuado aunque le faltaba llegada al ataque. Sin embargo, equilibraba al equipo y sabía canalizar la salida del balón con criterio. Pasieguito y Mestre, primero, en la campaña 81-82, y Paquito, después, en la 83-84, fueron sus grandes valedores desde el banquillo. Su carrera prosiguió en la UD Salamanca en segunda división para regresar a la élite con el CD Sabadell.
Por entonces ya había aparecido Paco en las formaciones del Valencia, su hermano mediano, puesto que el pequeño, Juan Carlos, también futbolista, estuvo en el Levante UD y en el Hércules, entre otros equipos. Paco Ferrando ascendió al Valencia junto a una amplia representación de jóvenes fogueados en el filial por imperativos económicos cuando el Club sufrió el descenso a segunda. Muchos de ellos atesoraban calidad y criterio futbolístico suficiente pero precisaban de tiempo para crecer y curtirse. Ferrando llegó a convertirse en un jugador polivalente que se adaptaba sin problema a cualquier posición según las necesidades del equipo. Víctor Espárrago lo utilizaba en la banda derecha como lateral o en posición más adelantada. Cuando en las alineaciones coincidía con Fernando y con Nando, los periodistas de otras ciudades sufrían una tortura para saber quién era quién. Su etapa valencianista concluyó en la campaña 89-90 cuando fichó por el Celta de Vigo.
Un caso similar al de los Ferrando lo protagonizaron los hermanos Cuxart, Vicent y Enric, nacidos en Cornellá, al igual que Daniel Solsona. El mayor de ellos, Vicent, debutó con el Valencia bajo las órdenes de Roberto Gil en la campaña 84-85 tras ascender del Mestalla. Se trataba de un centrocampista corpulento indicado para misiones defensivas que solía trabajar a destajo. Cuxart andaba bien de cabeza y aprovechándose de su envergadura solía subir a rematar las faltas y los córners. Su permanencia en el primer equipo se redujo a dos campañas y tras el descenso cambió de aires para jugar en otros conjuntos como el Sabadell o el Villarreal. Cuatro años después, su hermano Enric debutó de la mejor manera posible: marcó 3 goles al Logroñés en un cuarto de hora en el partido que cerraba el campeonato. Aunque ya había tenido minutos con anterioridad en Tenerife, aquella triunfal carta de presentación hizo albergar grandes esperanzas. Delantero espigado y de gran zancada, no acabó de responder a las expectativas pese a ser titular en muchos compromisos del siguiente ejercicio, 90-91, en el que consiguió media docena de tantos. Cedido al Espanyol, ya no volvió a defender la camiseta del Valencia.
Los últimos hermanos que estuvieron en el plantel valencianista aunque nunca jugaron juntos en partido oficial fueron Adrian y Sabin Ilie. Esta pareja de rumanos coincidió en la temporada 98-99. La 'Cobra' derrochaba talento a cuentagotas pero fue un jugador imprescindible en aquel Valencia que ganó la Copa en Sevilla y se clasificó para su primera Champions. Sabin fue cedido al UE Lleida y pese a las referencias nunca acreditó con hechos nivel suficiente para jugar con los de Mestalla.
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