Que el Valencia anda necesitado de ingresos no es ningún secreto. Apostar por que el club iba a exprimir las variables de la televisión tampoco cotizaría demasiado alto. La Liga anunció antes del inicio de la competición que este año los clubes aspiran a recibir más dinero en función de su permisividad con las cámaras. El objetivo, acercar los entresijos del fútbol a los aficionados que siguen el partido desde la pequeña pantalla.
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Ya en Sevilla se permitió el micro en el corrillo de Baraja en una de las pausas para la hidratación. En el debut en Mestalla el Valencia abrió más sus puertas y, claro está, los micrófonos captaron detalles jugosos. Para empezar, la arenga del capitán Gayà en el inicio del encuentro: «¡Que se note desde el minuto 1 que jugamos en casa! ¡Este año no se nos pueden escapar puntos aquí!».
Si Peter Lim siguió el partido desde Singapur, quizás esbozó una sonrisa... en el caso que mantenga algo ilusión por el club que compró. Lo que no le hará tanta gracia es que, sin quererlo y de forma natural, a cada miembro de la plantilla le salga una petición de fichajes. Esta vez no fue Gayà, ni Baraja, sino Foulquier, a quien Dazn entrevistó en los prolegómenos del encuentro: «El equipo necesita refuerzos, todos somos conscientes de ello, pero nuestra labor es seguir trabajando en el campo».
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Marc Escribano
Y si la petición de refuerzos va a ser recurrente durante lo que reste de mercado, también existe un peligro latente –o no tanto– en el sentido de las salidas. Sobre eso lanzó un serio aviso el director deportivo, Miguel Ángel Corona: «Está siendo un nuevo elemento muy agresivo durante este mercado y no se descarta que puedan venir a por jugadores nuestros». Claro está, no sería lo mismo que a estas alturas salieran los Castillejo, Marcos André o Comert –supondría hasta un alivio– que en Arabia Saudí se encapricharan por Almeida (a pesar de su discreto partido de ayer), Mamardashvili o, peor aún, alguno de los chavales que han despuntado con Baraja.
El vallisoletano permitió también que los micros captasen sus instrucciones en la pausa de hidratación de la segunda parte. «¡Hacemos 15 minutos buenos, vamos, vamos!», arengó Baraja, que cantó en esos momentos a sus futbolistas los últimos cambios. Sin escudos, al contrario que en el túnel de vestuarios, donde su segundo, Chema Sanz, sí se puso la mano delante de la boca.
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Una última imagen que deja esa mayor accesibilidad a las cámaras y micros de la televisión con derechos fue la entrada de Hugo Duro al vestuario. Lo llevaron en volandas varios asistentes del cuerpo técnico. El madrileño se lo dejó todo y no podía ni andar. «¡Va tieso!», exclamaron entre risotadas su compañeros. El delantero también reía. Todo era felicidad en Mestalla tras un inicio de Liga inmejorable. La vida ha cambiado con respecto al final de la temporada pasada, donde la única celebración tras la permanencia fue un suspiro de alivio.
Lo que no cambia es el ya clásico 'Peter vete ya' de cada minuto 19 en Mestalla. Quizás, incluso, esta vez con más decibelios, a pesar del vacío en la grada de animación, que cumplía su segundo partido de sanción. El club colocó brazaletes contra el racismo en casa uno de sus asientos.
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