![Valencia CF | Antón obra otro milagro](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202104/02/media/cortadas/antonlloret-Rn2TpK2dEjXQtc4LFUk1iyJ-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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paco lloret
Sábado, 3 de abril 2021, 00:07
Había más valencianos en las filas rivales que en las propias. Cinco futbolistas en el once del Valencia que visitó la Nova Creu Alta por seis de su oponente, el CD Sabadell, algunos de ellos con pasado en Mestalla, como el portero Pepe Martínez y el defensa Arnal. Los otros cuatro jugadores de ascendencia valenciana eran el lateral Martín y el extremo Genaro, que habían estado enrolados en las filas del Levante UD durante tres ejercicios, el centrocampista Garzón y el delantero Quiles, nacido en Tavernes de la Valldigna. Por el bando valencianista formaron los hermanos Claramunt, Vidagany, Sergio y Forment. Por si faltaba algo, en el banquillo del conjunto catalán se sentaba Pasieguito, referente histórico del club de Mestalla y artífice del milagro de mantener en Primera al Sabadell durante varias campañas y hasta de llegar a clasificarlo para jugar en Europa.
Cuando el valencianismo aún no se había recuperado del desenlace apoteósico de la anterior jornada, con el tanto de Forment in extremis ante el Celta, se asistió a un nuevo final no apto para cardíacos. Antón logró el gol del triunfo en Sabadell con un remate espectacular desde fuera del área en el último minuto del encuentro, con el mérito añadido de golpear el balón con la pierna diestra, cuando era un declarado lateral zurdo. Aquel gol lo encumbró, tanto por su factura, un chut impresionante por potencia y colocación que sorprendió a todos y pilló desprevenido a Martínez, el guardameta del conjunto arlequinado, como por su significado, un salvavidas al que aferrarse a la desesperada para mantenerse en lo más alto de la clasificación. Los aficionados sentían una especial devoción por Antón, aquel vendaval de piel morena que arrasaba con poderío por la banda izquierda.
La fe del Valencia en aquella temporada 70-71 era capaz de mover cordilleras. En Sabadell se vivió otro instante memorable, otra victoria decisiva obtenida sobre la campana, cuando el liderato se esfumaba porque los otros aspirantes al título no fallaban. Esa misma tarde del domingo 4 de abril, muy cerca de la Nova Creu Alta, en el Camp Nou, el Barça sufrió más de la cuenta para doblegar al Málaga por la mínima con un gol de Fusté a falta de trece minutos para la conclusión. En el Manzanares, el Atlético superaba al Sporting de Gijón por 2-0. En ambos campos, la noticia del gol de Antón para el Valencia cayó como una bomba.
La visita a Sabadell correspondía a la antepenúltima jornada y se convirtió en un ensayo para la posterior invasión de Sarrià en el encuentro que cerraba el campeonato. Miles de valencianistas viajaron ese domingo de Ramos junto a su equipo hacia la Nova Creu Alta, un campo que había sido inaugurado en la temporada 67-68 y donde los de Mestalla aún no habían puntuado después de tres visitas. El ambiente en la grada estaba dominado por una afición visitante que se hacía de notar y desbordaba entusiasmo. El partido estuvo precedido de algunas polémicas. La principal afectaba al conflicto suscitado entre el club valencianista y la Federación Española por los horarios implantados en la siguiente jornada, la penúltima. El Valencia pretendía que todos los partidos en los que estaban involucrados los aspirantes al título se jugaran al mismo tiempo. Sin embargo, aunque parezca increíble, el comité de competición no atendió la reclamación formulada por Vicente Peris y replicada desde Madrid por Fernando Vara del Rey.
El club de Mestalla alegaba que en la campaña anterior se había modificado el horario de su partido de la penúltima jornada en casa. Ese duelo contra el Athletic de Bilbao, situado como líder, era decisivo para el desenlace del campeonato. El criterio de entonces no se aplicó un año después. En el entorno del Valencia había una gran preocupación por el estado físico de algunos jugadores lesionados aunque, finalmente, se pudieron recuperar dos habituales como Pellicer y Valdez, ausentes en la formación titular de la jornada anterior. Pep Claramunt y Sol llegaron entre algodones a la cita y pudieron participar en un encuentro de alta tensión. El Sabadell recibiría una prima extra de los rivales del Valencia en la lucha por la Liga si vencía. Esta costumbre de estimular a terceros estaba arraigada y se aceptaba sin problemas, se consideraba que no atentaba contra el juego limpio.
El encuentro de la primera vuelta entre ambos contendientes también había levantado ampollas en el club del Vallés por el arbitraje tildado de casero, el Sabadell acabó con diez por la expulsión de Isidro, padre de Quique Sánchez Flores, y por el gol del triunfo local, obra de Claramunt II después de una jugada muy embarullada. En la Nova Creu Alta también hubo quejas por el arbitraje de Martínez Banegas, centradas en la acción previa al gol de Antón después de la pared con Paquito al entender que el defensa había tocado el balón con el brazo, algo que los protagonistas negaron posteriormente. El alborozo entre los valencianistas contrastaba con la decepción de los arlequinados y del enfado monumental de Pasieguito. Años después, aún seguía discutiendo de forma acalorada por ese lance. Genio y figura.
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