PACO LLORET
Viernes, 5 de junio 2020, 22:55
Tres finales jugadas por el Valencia en menos de un año y medio y las tres ganadas. Dos de los títulos, el primero y el tercero, tuvieron a Pasieguito en el banquillo. La Copa de 1979 ante el Real Madrid y la Supercopa europea frente al Nottingham Forest. De la primera hay apenas alguna prueba gráfica de su presencia. De la segunda sí, porque los jugadores, después de alzar la copa, retuvieron al entrenador cuando ya se iba camino del vestuario y le obligaron a salir para posar a regañadientes. Pasieguito cedió, forzado por sus pupilos, tras vencer en Mestalla a los ingleses. El vasco se sentía incómodo en las celebraciones y en los tumultos, le repelía el protagonismo. Lo consideraba una frivolidad innecesaria. Este carácter huidizo era uno de sus rasgos más acusados, desaparecía del escenario y se refugiaba en la intimidad de la caseta. Aquella foto tomada en diciembre de 1980 sobre el césped de Mestalla supone un tesoro por el momento y por su excepcionalidad. A diferencia de otros técnicos históricos de la entidad valencianista, Pasieguito destaca por haber protagonizado períodos cortos, destellos brillantes, golpes de timón y conseguir un par de títulos de enorme relevancia que abrieron y cerraron un ciclo exitoso, preludio de una prolongada sequía posterior.
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De hecho, Bernardino Pérez Elizarán solo completó una temporada entera como entrenador, la 80-81, en la que la grave lesión de Mario Kempes arruinó las enormes expectativas de un equipo que desplegaba un fútbol de gran nivel y que compitió en el torneo liguero con mayor regularidad que en los ejercicios precedentes. El técnico tomó las riendas tras la marcha de Di Stéfano porque era consciente de las prestaciones del plantel y se aplicó en luchar por la Liga.
Su irrupción en el banquillo valencianista resultó prematura y se saldó con su salida en el ecuador del campeonato 63-64. Pasieguito, que había dirigido al Levante UD en segunda durante 5 partidos y se había curtido en el banquillo de la UD Carcaixent, dio el salto a primera división al frente de un equipo que venía de conquistar dos Copas de Ferias consecutivas. Su debut oficial tuvo lugar con un triunfo por la mínima en tierras irlandesas ante el Shamrock Rovers . En la Liga, cara y cruz. Severa derrota en el feudo del Sevilla en el choque inaugural del campeonato para luego, en su presentación en Mestalla, vencer por 5-3 en el primer derbi de la historia en la máxima categoría. Sendas goleadas en contra en el cierre de la primera vuelta y en el inicio de la segunda en La Romareda y en el Camp Nou forzaron su relevo.
Pasieguito se hizo entrenador en Sabadell, club al que subió a primera en su estreno y al que mantuvo durante siete temporadas seguidas entre los mejores. Con una numerosa legión de destacados futbolistas valencianos, entre los que sobresalían el portero Pepe Martínez y el defensa Alberto Arnal, ambos con pasado en Mestalla, el club arlequinado llegó a clasificarse para jugar en Europa. Una proeza. Después de su etapa en la Nova Creu Alta, vino un paso efímero por Los Cármenes y una estancia de tres temporadas, aunque solo la segunda completa, en Gijón. Al banquillo valencianista regresó para protagonizar una jugada magistral. Después de asumir la dirección deportiva principios de 1976, le tocó reemplazar a Marcel Domingo en abril de 1979 con el equipo descolgado en la Liga, fuera de Europa y un panorama sombrío en la Copa del Rey. Gracias a su astucia y fe, el Valencia le dio la vuelta a una eliminatoria de octavos que se antojaba imposible. La goleada al Barça por 4-0 permitió seguir vivo en un torneo que se llevó, finalmente, a sus vitrinas. Con una alineación de marcado carácter ofensivo, con Saura y Felman por las bandas y el 'Lobo' Diarte como ariete, y una medular en la que formaron Bonhof, Solsona y Kempes, se obró la gesta. Noche memorable.
En ese período Arias quedó reconvertido por decisión de Pasieguito en defensa libre y, en su debut en esa demarcación, el Valencia batió por 2-0 al Atlético después de seis visitas consecutivas de los colchoneros puntuando. Pasieguito volvía al banquillo pese a un paso testimonial que había tenido lugar dos campañas antes, cuando fue destituido Heriberto Herrera, aunque prefirió ceder a Mestre el papel de entrenador para echar una mano desde fuera. Pese a su aparente tranquilidad y a ejercer un dominio de la situación, Pasieguito sufría por dentro un tremendo desgaste, fruto de su ambición por ganar. El sentido de la responsabilidad le afectaba cuando se producían resultados adversos, la exigencia le devoraba. Esa sobretensión le llevó a tirar la toalla a mitad de la campaña 81-82, última como técnico del Valencia. Un sector de la afición le increpaba más de la cuenta, el descontento, en ocasiones gratuito y caprichoso, le generaba una profunda irritación. Se retiró a los despachos en el ecuador del ejercicio tras vencer en Mestalla al Zaragoza. En una fría tarde de invierno tomó la decisión con la cabeza y el corazón, prefirió irse antes de ser devorado.
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