Atlético-Valencia: historias para no dormir entre amiguetes

Un día se le presta dinero en una operación cuanto menos curiosa con un jovencísimo Fernando Torres como prenda, y otro te 'birlan' y con el permiso de Peter Lim, ya fuera del periodo de mercado, a un jugador como Kondogbia dejando al entrenador (Javi Gracia) en cueros. Un verano le cogen gusto a eso de pescar en el vestuario blanquinegro y cuando está a punto de firmar el contrato como rojiblanco, el asunto se tuerce y al chaval tienen que decirle eso de 'oye, que no vas a venir al Metropolitano, que te quedas en Mestalla'. Que le pregunten a Javi Guerra o Rodrigo Moreno cómo se les queda el cuerpo después de tener las maletas hechas y deshacerlas después para quedarse en casa.

450 millones de pesetas por Torres

Estaba intervenido judicialmente el Atlético de Madrid. Tiempos duros para los colchoneros. Pedro Cortés es el presidente del Valencia y Manuel Llorente quien maneja los hilos. Año 2001. En el lado madrileño, Miguel Ángel Gil es el consejero delegado. Al Atlético le hace falta liquidez y el Valecia interviene en la escena, ofreciéndole 450 millones de pesetas (2,7 millones de euros) más IVA con la condición de que si no se devuelve en tiempo y forma, Fernando Torres (17 años y con informes muy favorables del siempre avispado Javier Subirats) pasará a vestir de valencianista. En dos semanas, el Atlético reúne el dinero y lo devuelve al club de Mestalla. ¿Operación deportiva o crédito encubierto? Paco Roig no dudó en cargar públicamente contra el club por todo lo sucedido.

Ni Rodrigo ni Javi Guerra

Parece que siempre se repite la historia. Un día le dicen a Rodrigo. «Usted no se entrena hoy. Tiene que pasar reconocimiento médico en Madrid porque lo vamos a vender al Atlético». Corría el 13 de agosto de 2009. Lim vendía al delantero –por mediación de Jorge Mendes– a espaldas de Marcelino y Alemany. 60 millones de euros tenían la culpa. El Atlético tenía que sacar a Correa al Milán por 50 y al final ni una cosa ni otra. Marcelino ya había disparado a Singapur: «Sólo los cangrejos corren hacia atrás». Le acabó costando el puesto.

Lo curioso es que este reciente verano ha pasado algo similar. Esta vez con Javi Guerra, quien afrontará el encuentro de esta noche de una manera un tanto especial. No sólo por pisar el Metropolitano después de todo lo que pasó sino porque su propio entrenador le ha dado un tirón de orejas pidiéndole más autoexigencia. Si Rodrigo salió un año después de aquello del Atlético por 30 más 10 en variables; esta vez Javi Guerra iba a poner rumbo a Madrid por 25 más variables, teniendo en cuenta que el Villarreal se llevaba también un buen bocado. Las relaciones entre clubes son más que buenas y prueba de ello es que en enero, el que se fue abriéndole de par en par las puertas el Valencia fue Gabriel Paulista.

El 'perrito' de Leandro

Primer partido del Valencia en modo de 'pago por visión' (15-3-1997). El Valencia de Valdano llega al Calderón y barre del campo al Atlético, con goles de José Ignacio, Eskurza y Ariel Ortega. El 1-4 definitivo llega en el 89' y quien lo anota es Leandro Machado, ese brasileño que siempre será recordado en Mestalla por la escena tan desagradable y ofensiva que protagonizó. No se le ocurre otra cosa que celebrarel tanto yéndose al fondo donde estaba el Frente Atlético e imitar a un perro orinando. Primero levanta la pierna izquierda y luego la derecha. Se lo querían comer los rojiblancos. Se armó una buena tangana.

Baraja, Penev y Zigic

La sabiduría de Javier Subirats hizo que eligiera a Baraja para reforzar el centro del campo del Valencia tras las salidas de Farinós al Inter y de Gerard al Barça. Dos mil millones de las antiguas pesetas (12 millones de euros) pagó el Valencia –la cláusula de rescisión– para traerse al centrocampista, que tenía todavía un pobre bagaje en Primera. Ese fue el inicio de la trayectoria en Mestalla del hoy entrenador del Valencia. Otro entrenador, Claudio Ranieri, en plena celebración de Copa con el Valencia en La Cartuja, intentó convencer al Piojo de que firmara junto a él con el Atlético. Quien sí lo hizo, cuando quedó libre su compromiso como blanquinegro, fue Lubo Penev, que en un Valencia-Atlético en Mestalla (1995-96) acabó a puñetazo limpio con Paco Roig en el palco. Más violencia que la que Juanito aplicó con Zigic para evitar el gol.