El Ayuntamiento activa la auditoría externa para fijar la fianza sobre el nuevo Mestalla

Con estos dos recientes movimientos, aparentemente parece que por fin el reloj se ha puesto en marcha. De hecho, de manera paralela el club está en plena fase de negociación con Goldman Sachs en la búsqueda de una financiación que permita cubrir sobre todo este frente que se va a abrir de manera inminente y que como reflejaba en su memoria el Valencia, ya ha supuesto un incremento en lo que a materiales de obra se refiere de 20 millones de euros sobre la previsión inicial.

Es evidente que al Valencia le interesa finiquitar esa operación financiera porque sólo así se dará cobertura suficiente al conflicto urbanístico. Lo curioso es que durante meses, por no decir años, el Valencia se aferraba a una teoría que conforme ha transcurrido el tiempo se ha caído por su propio pie. De nada sirve asegurar repetidamente, como decía el club, que iba a terminar el estadio con o sin ATE cuando realmente ha planteado por un lado un litigio judicial al respecto y, por otro, se ha demostrado en vista de todos los hechos que no tiene músculo suficiente para soportar la obra hasta el final. Y Peter Lim, para que nadie se lleve a engaño, ya ha dicho que no va a entrar de ninguna forma en ese juego. El Valencia tiene que taponar por sí mismo el agujero por el que se está desangrando.

Y todo, sabiendo que la patada a largo plazo que se pretende dar de alguna manera puede afectar a los futuros proyectos deportivos que se puedan hacer. La realidad actual es una muestra de lo que puede venir.

Al menos, en lo que al aspecto urbanístico se refiere, el respiro colectivo que se ha dado con la presentación de la documentación por parte del Valencia es más que evidente. Los políticos, principalmente el PP, porque ven respaldado el paso que dieron con la aprobación de licencias y fichas, y el club porque ve cómo se refuerza su implicación –después de años de incumplimientos y que sea el principal responsable de la pérdida del Mundial de 2030– en la obra. La auditoría externa será un nuevo capítulo.

Era este un punto que ya aprobaron en febrero los grupos municipales pero que curiosamente quedó un poco en el aire. Hasta se extendió de alguna manera la versión semioficial de que era prácticamente imposible hacer la auditoría porque eso supondría pisar un jardín que correspondía al ámbito privado del Valencia. Algo que tampoco se sostenía viendo todo lo que arrastra el nuevo y el viejo Mestalla.

Es evidente que el Ayuntamiento no quiere que el Valencia vuelva a regatear su compromiso de concluir la obra y esa auditoría externa servirá para cuantificar el montante que deberá poner el club como garantía, cuestión que contó en su momento con los votos de PP, Compromís y PSPV. De hecho, este mismo viernes, Papi Robles (Compromís) solicitaba públicamente al gobierno del PP que pusiera en marcha lo antes posible esta iniciativa para conocer la situación de manera «exhaustiva y rigurosa» y que, además, sea realizada por «una institución pública –con capacidad para realizarla– o por el Colegio Oficial de Arquitectos. Precisamente, esta última entidad, dio validez cuatro días antes de que se presentara al Ayuntamiento al proyecto de ejecución.

«Para que el coste resultante sea el utilizado para el depósito de la fianza, para preservar que no se materialicen los derechos urbanísticos sin asegurar el cumplimiento de las obligaciones, como requisito previo... Todo ello derivado de la necesidad de garantizar que no se produzca un nuevo incumplimiento», recogía la moción municipal.