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El Valencia vive ahora mismo dos realidades paralelas. La deportiva y la económica. Ambas, que circulan por vías diferentes, siempre tienen un vínculo de dependencia. Si el balón entra mejorará la cuenta de resultados. El fútbol es así. El club de Mestalla se encuentra instalado en una plácida segunda posición que, de terminar así la Liga, da acceso a la Champions, el cuerno de la abundancia de los grandes clubes europeos. Descabalgarse de los cuatro primeros puestos de la clasificación obligará otra vez a un exhaustivo ejercicio de ingeniería financiera.
El momento clave del futuro del Valencia tiene fecha: 30 de junio de 2018. Ese día la entidad de Mestalla, tenga más o menos ingresos, debe iniciar el pago de la amortización de los créditos que mantiene con las entidades de crédito. Los contactos entre el club y Bankia, que es el máximo acreedor de la entidad, son constantes y el banco espera que el Valencia cumpla con lo firmado en los contratos de compra venta de las acciones. Peter Lim ya logró modificar el calendario de amortización y el máximo acreedor no está por la labor de conceder nuevas demoras en el plazo de los pagos. Si el Valencia, llegado el momento planteara un nuevo plan de amortización, la postura de Bankia es rechazar el ofrecimiento y obligar cumplir lo rubricado por las dos partes en la novación del acuerdo.
El préstamo de 155 millones, que es el principal que se mantiene con Bankia, presenta un plan de pagos que se alarga hasta el 30 de junio de 2029. El calendario de amortización se abre el próximo 30 de junio con un pago inicial de 12.916.667 euros. A partir de ahí, once anualidades más con la misma cantidad de amortización -excepto la última que son tres euros menos- hasta cubrir los 155 millones de euros prestados por Bankia.
Al final de la memoria de cada ejercicio se recogen los indicadores que marca la Liga de Fútbol Profesional sobre el reglamento del control económico. Los clubes deben cumplir una serie de ratios relacionados con el punto de equilibrio entre ingresos y gastos, el gasto de personal asociado a la primera plantilla y el indicador de deuda neta sobre los ingresos relevantes. El Valencia cumple los dos primeros parámetros mientras que en este último no está dentro de los límites establecidos.
En la relación entre la deuda neta y los ingresos relevantes, se considera una situación de posible desequilibrio cuando la deuda neta a 30 de junio de cada temporada deportiva supera el 100% de los ingresos relevantes del club de fútbol.
Aunque el Valencia ha logrado mejorar el ratio al cierre de la temporada 2016/17 respecto a la campaña anterior, el porcentaje sigue muy por encima del punto de equilibrio. Es del 128% cuando debería estar en el 100%. En el ejercicio anterior, el indicador alcanzó los 164 puntos.
La deuda neta del Valencia a 30 de junio de 2017 era de 227,2 millones de euros mientras que los ingresos relevantes sumaron 177,3 millones de euros. Un año antes, la deuda neta era de 264,3 millones de euros mientras que en el apartado de ingresos la cifra alcanzó los 161,1 millones de euros. Como factor mitigante, según consta en la memoria que se defenderá en la junta de accionistas, la deuda neta a 30 de junio de 2017 con un vencimiento inferior a 30 meses es de 63,5 millones de euros, lo que representa un ratio sobre los ingresos relevantes del 36%.
La realidad económica del Valencia la dibuja el último ejercicio cerrado con 27 millones de euros en pérdidas y un fondo de maniobra negativo de más de 80 millones de euros. Una radiografía preocupante si no se logran nuevas vías de ingreso para una entidad que ya presupuesta un ejercicio presente con pérdidas -todo podría cambiar de cara a la temporada que viene si el Valencia se clasificara la para Liga de Campeones y se asegurara al menos 30 millones de euros sólo por participar en la fase de grupos de la competición-.
Además del calendario de pagos del crédito de 155 millones de euros, hay otra póliza de 15,5 millones de euros que a partir del 1 de julio de 2018 se debe reducir en 1,5 millones de euros cada año hasta el 30 de junio de 2027. Al final de la presente temporada, entre los dos pagos, la entidad tiene que hacer frente a un abono global de casi 14,5 millones de euros para iniciar el largo camino de la amortización de los préstamos.
En el último ejercicio, el gasto financiero por los créditos suscritos por el Valencia ascendió a 2,7 millones de euros. El tipo medio de interés de la financiación a a que ha hecho frente el Valencia, que es lo que se ha pagado hasta la fecha, ha sido del 1,50%.
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