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JUAN CARLOS VALLDECABRES
Viernes, 10 de mayo 2019, 01:20
El valencianismo no merece cerrar el centenario con amargura. Lo de anoche no fue como lo de M'Bia. Esta vez Emery se llevó el gato al agua con todas las de la ley, por algo es un auténtico especialista en competiciones europeas. La cifra es impactante: 24 rondas consecutivas lleva adelante el de Hondarribia, incluyendo en ese dato las tres finales que ganó y que ahora pueden verse incrementadas por la cita de Bakú. Ni contra Emery, ni contra el Arsenal ni contra su tremenda pegada pudo esta vez Mestalla. Y eso que lo intentaron con todas sus fuerzas. 44.481 personas (no fue la mejor entrada del año sino la quinta y habrá que preguntarse por qué si el motivo lo requería) se dieron cita anoche en el coliseo blanquinegro y si descontamos de esa cantidad los 2.500 ingleses que vinieron y que disfrutaron con su equipo, en torno a 42.000 resignados vieron este jueves la impotencia de un Valencia que nadó todo lo que pudo hasta morir en la orilla. El aliento que se dio desde el graderío fue tan espectacular como generoso. Pancarta incluida justo enfrente del túnel ('Eternas nuestras ganas de ganar, volem dos finals'), a la afición no se le puede poner ningún pero.
Aguantó estoicamente los golpes. Explotó de júbilo con el 'sí se puede' cuando Gameiro abrió la caja de los truenos al poco de empezar pero resistió el puñetazo de Aubameyang cuando apenas seis minutos después hizo el empate. Con el 1-2 de Lacazette todavía no lo dio por perdido pero tras el segundo de Gameiro, cuando Aubameyang asestó la tercera puñalada todo se vino abajo. Fueron muchos los espectadores que, en silencio, se levantaron de sus butacas y enfilaron el camino de su casa.
Todavía quedaban 21 minutos por delante pero ya no había más ganas de padecer ante la inevitable lección que el Arsenal estaba aplicando. Con el 2-4, todavía fue mayor el impacto que supuso para los seguidores y el estadio empezó a vaciarse. La gente lo hizo resignada, asumiendo que la Premier está este año un escalón -por decirlo suavemente- por encima de la liga española.
Se supone que eso ya lleva tiempo asumiéndolo Peter Lim, el dueño del Valencia que en su palco y junto a su esposa vio anoche la descomposición de un equipo tras vaciarse en ímpetu e ilusión. En Europa esos argumentos, por desgracia para el Valencia, no son suficientes. Emery sabe muy bien de eso. El técnico, dicho sea de paso, demostró haber aprendido de la lección y celebró con frenesí pero con moderación cada uno de los goles de sus futbolistas. Tan activo como siempre (Carcedo le sigue a la zaga), dejó tocado a su exequipo. Ahora el valencianismo se pregunta si el Barça le echará un cable el domingo contra el Getafe y si Marcelino es capaz de levantar el ánimo de este vestuario tras un baño de realidad.
Noticias del valencia - arsenal
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