El fútbol profesional, restando el sueldo medio, no es muy distinto a cualquier trabajo. Además del talento para realizar una tarea, para poder triunfar es necesario tener la fortuna de estar en el momento y el lugar adecuado. Poniendo el foco en el Valencia, la patada a la puerta del primer equipo que están dando las perlas de Paterna no es muy distinta a la que ocurrió a mediados de los 80, cuando Giner, Voro, Fernando o Robert se unieron a los Arias, Sempere o Subirats para reflotar un club que bajó a Segunda en 1986. La gran diferencia, es un dato objetivo, es que aquel Valencia no tenía capacidad de más recursos económicos y el de ahora tiene una plantilla donde cada año se desinvierte porque esa es la decisión de un máximo accionista que, recordemos, es millonario. Tener y no querer.
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Salvando esa distancia sideral en cuanto a los motivos para tener una plantilla basada en gente de la casa, lo que no cambia es la situación. Baraja ha sabido entender el contexto para alimentar la revolución valenciana que el pasado curso salvó al equipo del descenso y que en el arranque del presente están aguantando al equipo para tapar la evidente falta de inversión en la plantilla. Cogiendo como muestra la brillante victoria contra el Atlético de este sábado, Mosquera, Fran Pérez y Javi Guerra brillaron con luz propia. En el banquillo estaban Rivero, Mario Domínguez, Iranzo, Pablo Gozálbez, Tàrrega, Diego López y Jesús Vázquez. A ellos hay que sumar a Alberto Marí, que era el máximo goleador de la pretemporada cuando se lesionó, y a Martín Tejón y Hugo González que también han tenido participación este verano con el primer equipo.
Los 9 puntos de 15 posibles en el arranque de curso son oro puro teniendo en cuenta que el propio club ha marcado la permanencia como gran objetivo de la temporada. En el análisis pausado, aunque sea complicado hacerlo en un clima de alegría deportiva por ver despuntar a los chavales, la gran duda es comprobar si se puede exprimir ese jugo durante todo un curso. La realidad es que los canteranos no están jugando, como suele ocurrir, por problemas de lesiones... sino que son los titulares. El mejor ejemplo es el de Fran Pérez. Cuando comenzó el mercado de fichajes, el consenso interno con el extremo es que se marchara cedido para apuntalar las buenas sensaciones que mostró la pasada temporada. En ese escenario, Baraja confiaba en que, tras las salidas de Kluivert, Lino o Lato, el club le fichara jugadores de banda. Sólo llegó, y a última hora, Canós con lo que se abortó la opción de ceder a Fran al Elche. El de Rafelbunyol, de 21 años, convenció al técnico durante el verano gracias a su gran rendimiento y ha participado en los cinco partidos del inicio de campaña. Renovado hasta 2026, la banda derecha del Valencia es ahora mismo de su propiedad. Su padre, Rufete, disfrutó el sábado en la grada de Mestalla con su gran partido.
Cristhian Mosquera tampoco olvidará el triunfo contra el Atlético. El alicantino de nacimiento y colombiano de sangre se marcó un partido descomunal en el eje de la zaga. De esos que marcan una tendencia y te ponen la etiqueta de titular por delante de Cenk. Mosquera, que el 27 de junio cumplió 19 años, llegó a Paterna con 12 años y con 14 Julen Guerrero ya vio que tenía una presencia en el campo muy por encima de lo que marcaba su edad. Su debut en la sub-16 fue un aviso a su precocidad. Cuando Bordalás le hizo debutar en la Liga en enero de 2022 en un partido contra el Sevilla, el central se convirtió en el cuarto jugador más joven en hacerlo en la historia del Valencia (17 años, 6 meses y 26 días). «La sensación es increíble. He estado en la academia viendo al primer equipo en la grada y ahora tener la oportunidad de jugar es una experiencia increíble», manifestó tras el partido.
Javi Guerra es el caso más claro de irrupción por la puerta grande. Tras su golazo ante el Valladolid en el tramo final de la pasada temporada, ya es un fijo en el once. Un especialista en marcar golazos, como demostró en Sevilla o contra el Atlético. Lo mejor del futbolista de Gilet es que no ha perdido nada de la humildad con la que fue progresando poco a poco en Paterna desde que decidió cambiar la camiseta del Villarreal por la del Valencia. Es cierto que tiene 20 años y que aún pueden ocurrir muchas cosas para modelar una personalidad definitiva en el mundo del fútbol, pero sigue con los pies en el suelo. «Voy día a día, intentando crecer como jugador para ir mejorando. El míster me pide que cuando tenga ocasión busque disparos, que tengo buen disparo. Cuando terminó el partido al saludarlo le dije que si quería que tirase lo hago», manifestó tras su gran partido contra el Atlético, antes de confirmar que el vestuario trabaja para aislarse de un contexto que saben que es muy complicado –económico y social con una afición que quiere que Peter Lim se marche del club– para dedicarse a realizar su trabajo. Ni más, ni menos: «En el equipo nos dedicamos a jugar y a dar nuestra mejor versión cada partido. Ha sido una gran lección de todo el equipo en conjunto, debemos centrarnos en lo nuestro que es jugar al fútbol». La revolución de Paterna, de las generaciones de 2002 a 2004, lideran el proyecto de Baraja. Es el único soplo de aire fresco para una grada orgullosa de sus chavales sin perder la lucha.
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