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Te ha ganado el Celta, Las Palmas, Mallorca, Rayo... y no has podido ganar ni a Osasuna, ni al Leganés ni tampoco al Getafe. La clasificación hay que mirarla de abajo –de muy abajo– a arriba y aunque es verdad que te faltan dos partidos ... y que te hemos dejado una plantilla casi de Segunda RFEF, lo peor de todo es que las sensaciones que transmites son paupérrimas. Hoy juegas tu decimoquinto partido de Liga, llevas la peor estadística de toda la historia de este club en el inicio de un campeonato y pase lo que pase hoy seguirás en puestos de descenso a Segunda. ¿Qué quieres que hagamos? No hay que esforzarse mucho para imaginarse un dialogo similar entre un Miguel Ángel Corona –que lleva muchísimas semanas sin hablar públicamente– y un Baraja acorralado –para muchos también superado– por las circunstancias. El diálogo podría considerarse hasta 'normal' en un club ajustado a los estereotipos habituales del fútbol moderno, pero el Valencia desde 2014 no funciona así. En realidad, el Valladolid-Valencia podría hasta ser un motivo de cariño teniendo en cuenta que es la vuelta, como entrenador de Primera, de Baraja a su tierra. Pero esas circunstancias que envuelven hoy en día al equipo hacen que lo que podría ser motivo de cierta emoción por el reencuentro, en realidad sea puro dramatismo para un entrenador al que la vitola de 'leyenda' se le vino abajo el sábado pasado, cuando parte de Mestalla cargó contra él, señalándole como responsable de la debacle ante el Rayo Vallecano.
Baraja no ha confeccionado esta defectuosa plantilla pero le ha dado el visto bueno, confiado en participar en un proyecto del que prácticamente todos recelaban. Salvó al equipo del descenso hace dos años, lo mantuvo con cierta dignidad el pasado campeonato y en este va camino de llevarlo a Segunda si no empieza desde esta noche a enderezarlo. Si el colista –que sólo ha sido capaz de ganar al Espanyol en casa y fue el 19 de agosto– te deja sin puntos y encima te supera en la clasificación, la gran sorpresa sería que Baraja no fuera destituido.
La cuestión es quién sería su relevo y más en concreto quién se encarga de elegirlo. Sobre todo porque Miguel Ángel Corona, director deportivo, quedaría todavía más en entredicho: firmó la renovación y mejora de contrato (hasta 2026) de Baraja hace apenas seis meses. Con Corona vinieron anteriormente Javi Gracia, Bordalás y Gattuso. Dos novenos puestos y un decimosexto lugar es el curriculum del teóricamente máximo responsable deportivo. La afición no lo quiere ver ni en pintura y sólo la protección que le dejó en herencia Gattuso le salva por ahora ante Lim. La deshonra sería también para él.
Luego habría que incluir en la ecuación el tema del dinero. A Baraja habría que pagarle una suma importante, sin olvidar tampoco el pellizco que se llevaría el que se firmara, salvo que se decidiera promocionar a Angulo. Las incógnitas de cualquier forma se empezarán a despejar sobre las once de la noche, cuando termine un partido que tendrá el foco principal lógicamente en el banquillo valencianista. Ayer, Baraja se encargó de mostrar su opinión de manera bastante medida. Sin el tono ácido de las últimas comparecencias pero con la extraña y fuera de lugar atención hacia su teléfono móvil, Baraja dijo: «»Imagínate las ganas que tengo de que cambie esto y que las cosas vayan bien. Trato de ser fuerte pero hay momentos que te afectan las cosas. Siento que tengo que mejorar esto y sacar fuerzas de donde sea. No tengo esa sensación de ultimátum. Hay preocupación, la realidad es que los números son indefendibles. Cuando crees en un proyecto y crees que el entrenador es la persona adecuada, ahora es cuando tienes que demostrar esa confianza. Puedo venir a desmentir cosas, no es mi estilo«.
El técnico trató este jueves de dejar claro su valencianismo, su compromiso, su capacidad pero también su coherencia. «Sé lo que significa estar en este club y la presión que eso lleva. Si no consigo resultados acepto determinadas cosas... si no se falta al respeto a la persona, eso es lo último. Tengo que aceptar y lo asumo. No hay nadie en Valencia que se está jugando más que yo, a nivel de prestigio como jugador, porque soy valencianista y siento el club, siento el momento difícil que estamos viviendo y por responsabilidad y coherencia».
El técnico tuvo una conversación esta semana con Layhoon, con Corona y hasta con sus futbolistas. «Tenemos contacto diario –refiriéndose al club– y hablamos de cosas. No estamos contentos con los resultados, son muy malos. Hay que asumirlos. Aposté por el Valencia. El club está demostrando que confía en mí, piensan que soy la persona que puede dar la vuelta a la situación. Si tú sabes otra información –dirigiéndose al periodista– no la puedo valorar».
Una de las cuestiones que más inquietan es lógicamente la respuesta que puede tener el grupo de jugadores ante esta presión añadida del descenso y sabiendo que su entrenador se juega el puesto. «Los veo con la convicción de que somos capaces de revertir la situación. Puedo coger y llenar una hoja entera de excusas y normalizar que podamos perder jugadores importantes, no es mi estilo. No hay que buscar excusas ni lamentarme. Cada partido es una oportunidad de poder mejorar. Esto nos puede servir para mejorar». Precisamente hacia ellos tiene claro la estrategia a seguir: «Darles un mensaje claro y directo».
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