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A José Bordalás era relativamente más fácil que a otros entrenadores adivinarle quiénes iban a jugar cada fin de semana. Le gustaba más bien poco ... cambiar porque la cosa le funcionaba medianamente bien. El problema ahora empieza a ser acertar con el sistema y eso hace que el resto de elucubraciones que se hacen semanalmente se venga abajo. Es ahí donde empiezan las verdaderas dificultades para determinar el dibujo táctico que va a emplear el Valencia cada semana.
La incógnita sirve para este mismo sábado, por ejemplo, cuando tenga que vérselas contra un Rayo que llega con aires de Europa. Catorce jornadas se han disputado y el Valencia ha mutado de fisionomía hasta en cuatro ocasiones de manera más o menos tangible, aunque lo cierto es que ver a Gayà rematando dentro del área pequeña -como pasó ante el Mallorca en el tiempo de prolongación- da a entender que a veces puede más el corazón y el empeño del capitán de evitar la debacle que el rigor táctico de grupo.
Ahora que parece que Lato ya está más o menos disponible y que a Paulista y Correia les falta bien poco para ponerse a las órdenes de Bordalás por culpa de las lesiones (además de que Guillamón ya cumplió la sanción), las opciones de seguir cambiando de molde aumentan en beneficio del preparador blanquinegro. Lo realmente complicado es acertar ahora cómo saldrá el Valencia, por ejemplo, este sábado y eso siempre supone un hándicap para el entrenador rival. Que le pregunten a Emery y a Imanol Alguacil.
En este caso, el afectado es Andoni Iraola, que se ha puesto de moda ya que con 59 partidos dirigidos en total como técnico del Rayo, se ha convertido en el entrenador con mejor porcentaje de victorias en la historia del club vallecano. Por eso está ahora en una posición en la tabla (sexto clasificado) que despierta la envidia del Valencia.
Si el partido del sábado se trasladara al arranque de temporada, no habría dudas para determinar con qué sistema va a jugar el Valencia: 4-4-2. Y como Maxi ya ha superado su lesión y entró el domingo pasado en los últimos minutos, hasta se podría apostar por esa opción de jugar con dos delanteros. Es verdad que falló un gol cantado que hubiera supuesto el 0-1 en San Sebastián, pero pensar que Guedes va a ser el único delantero en casa y contra el Rayo produce cierta aspereza.
Se volvería de esta forma, con Guedes de mediapunta y Maxi arriba al mismo patrón que puso en práctica el Valencia en las primeras jornadas y que no le fue del todo mal. Además de la disposición sobre el terreno de juego, en ese comienzo de curso el equipo se caracterizó por una presión muy alta y bastante efectiva, aspecto que empezó a difuminarse con el 1-4 ante el Real Madrid y que ahora ya no se hace. Más bien todo lo contrario: mejor todos juntos detrás.
Con ese 4-4-2 del inicio, el Valencia sumó diez puntos en las primeras cuatro jornadas. Todo parecía ir bien, hasta que vino el Real Madrid (1-2) y principalmente las lesiones. Ahí se empezó todo a trastocar. Hasta tal punto la cosa se fue torciendo que con la entrada de sustitutos, motivado por las bajas, el equipo bajó a todos los niveles y al entrenador no le quedó otro remedio, tras perder consecutivamente contra Madrid y Sevilla y llegar más empates, a buscar alternativas. No sólo en hombres sino en disposiciones tácticas.
Llegó ese 4-1-4-1 con muchísimo hincapié en no encajar goles, sobre todo después de que el Barça le metiera tres, dos el Mallorca y otros cuatro el Betis. Demasiados goles en contra para un equipo que teóricamente iba a tener ahí su punto fuerte.
Por eso llegó un momento clave. El de la visita del Villarreal. Vuelta de tuerca de Bordalás. Y éxito. Sorprendió al extécnico del Valencia de tal manera que los amarillos acabaron naufragando. Del 4-1-4-1 se pasó en fase defensiva a un descarado 5-4-1, con Foulquier casi como un central más y Hélder Costa actuando de lateral derecho. Guedes fue ese día la única referencia en ataque y durante muchos minutos el portugués tuvo 50 metros de césped por delante. Demasiados. Al líder el domingo pasado, la Real, se le empató en su campo con un 4-2-3-1, con Carlos Soler por el centro y dos pivotes muy definidos: Wass y Racic. Versatilidad o búsqueda de la solución ideal, según se mire.
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