![Bordalás se rebela y alza la voz](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202205/08/media/cortadas/Imagen%20Quay%20(170171178)-Rly1nfJSKvAU8fLuYGE9kHO-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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En apenas treinta horas, dos andanadas de las que no dejan indiferente a nadie. José Bordalás Jiménez parece haber dicho basta y ha decidido cambiar de registro. En lugar de defenderse y mostrar un perfil conservador, da la impresión de que ha optado por pasar al ataque en este final de curso. A sus 58 años cumplidos hace pocas semanas y pese a que la temporada del Valencia va camino de ser bastante discreta, el técnico alicantino ha movido ficha en dos direcciones, una más doméstica y otra de cara al exterior, que tienen un denominador común: la defensa de su trabajo que, por añadidura, tiene la consecuencia de sus aspiraciones profesionales.
El viernes, en un ambiente cómodo como la sala de prensa de la ciudad deportiva de Paterna, se percibía un Bordalás dispuesto a poner encima de la mesa su estrategia de futuro respecto al proyecto que tiene en mente Peter Lim. El sábado, en las tripas de San Mamés y ante las preguntas de periodistas locales, el entrenador no se achicó respecto a las críticas de siempre hacia el juego del equipo y hasta tuvo un ligero rifirrafe que no pasó a mayores por la aclaración posterior del periodista y las disculpas inmediatas del propio Bordalás.
No han sido desde luego las dos últimas comparecencias de prensa intrascendentes. En la primera, que tuvo una definida clave valencianista dirigida sobre todo al máximo accionista, el club lógicamente se limitó a mostrarse de perfil. En la de Bilbao, en cambio y pese a que el presidente no se pronuncia al respecto, el Valencia sí reaccionó y a través de las redes sociales se posicionó con dos guiños de claro refuerzo al entrenador: "Don José Bordalás", en mayúsculas con "Respect" como 'hashtag' publicó en el primero. El segundo iba en la misma línea: "¿Se acordó usted de Bordalás?" añadiendo 'padreando' (término ahora muy de moda) al 'respect'.
Las reflexiones del preparador valencianista en San Mamés duraron seis minutos y 16 segundos (justo la mitad de tiempo de lo que estuvo instantes después Marcelino) y se vio una versión del entrenador cansado de que prácticamente todas las semanas se ponga en cuestión las maneras de su equipo sobre el terreno de juego. Bien es verdad que llegaba a Bilbao con cierto caldo de cultivo por lo que pasó en las semifinales de Copa, cuando Marcelino habló tras aquel partido de ida de que se había parecido más a un choque de regional por lo poco que se había jugado. En esta ocasión, por cierto, el asturiano volvió a insistir en la mentalidad del juego que exhibió el Valencia pero con algo más de tacto, con "mucha gente por detrás del balón... Salió el partido que preveíamos. El rival quiso conformarse con el cero a cero, algo lícito por su parte... tengo la sensación de que el juego estuvo detenido bastante tiempo".
Eso es lo que empieza a hartar a Bordalás, al que las críticas le sitúan como responsable poco menos del 'anti-fútbol' por el que supuestamente apuesta el Valencia. Hasta tal punto está cansado ya que se rebeló contra los insultos de la grada y con el trato que al respecto intuyó por parte del periodista que se lo planteó: "Usted –respondía el alicantino– dice muy explícito con los cánticos y se sonríe. A mí no me hace ninguna gracia que me insulten".
Si Peter Lim, que se ha pasado un año rehuyéndolo pese a que el planteamiento era que se iba a reunir con él, cree que le espera un verano plácido internamente, quizás empieza a percibir la sensación de que el asunto se le puede ir de las manos. Bordalás no es Marcelino y cuenta además con la experiencia de saber cómo respondieron en Singapur a la labor de desgaste que continuamente les sometió el entrenador asturiano.
Pero ese paso que ha dado Bordalás mostrándose ambicioso y planteando el escenario idóneo al club choca frontalmente con las situaciones que se han producido en los últimos años en el Valencia. Javi Gracia, su antecesor, puede dar fe de lo que tuvo que pasar con Meriton, obligado cada verano a ventas de futbolistas para tratar de cuadrar unas cuentas que siguen en signo negativo.
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