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La triste eliminación del Valencia en la Copa –por cierto el vigente campeón ya cayó antes frente el Granada la pasada temporada en los cuartos de final del torneo– fue la última gota del vaso de la evidencia del proyecto desquiciado que 'pilota' Meriton. Desde la ausencia del presidente Anil Murthy en el palco a la apuesta del once de Javi Gracia para medirse a los de Lopetegui. El problema es que ese clima comienza a detectarse en el propio entrenador. Y eso es un problema. El navarro, eso sí, ha ido siempre de cara. En la hemeroteca no se encuentra un precedente de un técnico que haya puesto su cargo a disposición de un club al día siguiente de terminarse el mercado de fichajes de verano al entender que su club le ha engañado. El curso 20-21 comenzó fallido puesto que si el profesor sigue dando clase a sus alumnos es simple y llanamente porque tenía que pagar para abandonar la escuela por una cláusula de su contrato. Algo demoledor para un vestuario que, cierto es, supo aislarse de todo para exprimir el poco zumo que ha dejado Lim en la plantilla.
Cosas de la vida, ayer se cumplió un año de una de esas reflexiones que definen un proyecto. Anil Murthy, en una entrevista para la revista The Athletic, definió lo que para Meriton significa la figura del entrenador en un equipo de fútbol: «El que no siga nuestras pautas ya sabe dónde tiene la puerta. Hay mil entrenadores esperando para entrenar al Valencia. Si sigues las instrucciones de Lim puedes quedarte aquí para siempre, pero si empiezas a discrepar de la política del club, ya puedes ganar la Champions, que al día siguiente serás despedido. Queremos que ese entrenador diga: 'Yo no soy más que un funcionario, si estoy en el Valencia es para ejecutar las instrucciones del propietario como un funcionario». La reflexión quería ser un dardo a Marcelino pero, al final, se ha convertido en un epitafio de las miserias del proyecto fallido de Lim.
El discurso de Javi Gracia en las últimas ruedas de prensa ha ido mutando a reflejar la cruda realidad, al señalar varias veces que no sabe cuando será su último partido con el Valencia o que su intención es «tratar» de terminar la temporada. Tiene contrato hasta 2022. La elección de Sobrino, Jason, Koba o Kang In para medirse al Sevilla tuvo aroma de mensaje al máximo accionista. Una proyección del 'es lo que hay' que hizo famoso Murthy. El problema de lo ocurrido en el Pizjuán es que de no ser por esos códigos que son comunes en todos los vestuarios, el Sevilla hubiera firmado a buen seguro un marcador vergonzoso para un club con 101 años de historia.
La gran miseria de la elección de la segunda unidad, si así puede llamarse, para el partido contra el Sevilla es que el Valencia recibe mañana al Elche en Mestalla con sólo tres puntos de ventaja con respecto al equipo alicantino y sin fichajes a la vista. El maquillaje del retorno de Piccini, que ayer seguía con ejercicios de bici estática en solitario, o la ficha con el primer equipo de Álex Blanco, para hacerle hueco en el filial al recién llegado Fadiga Outtara, no esconde que el club está a pocos días de concluir un segundo mercado de fichajes fracasado de forma consecutiva. El Valencia se ha instalado en el caos que ha provocado Meriton donde, al menos, de momento no se ha debilitado la plantilla en enero con ninguna venta que sirva para hacer caja. Algo que, por cierto, nadie se atreve a descartar dentro del club. Lo más peligroso es que Gracia comienza a dar síntomas de víctima del caos.
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