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El mundo del fútbol no es ajeno a la necesidad que tiene el Valencia de hacer caja por venta de jugadores. Es la ley del deporte, al igual que los equipos descendidos siempre son objetivo para sacar tajada de piezas a precio de saldo con respecto a lo que cuestan en Primera. El último ejemplo, el de Morales con el Villarreal.
El gran problema para el proyecto de Peter Lim es que sus cartas están muy marcadas y que salen reflejadas en su cuenta de resultados. A corto plazo, Soler y Gayà son los dos jugadores por los que Meriton puede sacar más beneficio neto por sus ventas, ya que están libres de amortización al ser canteranos. Eso sí, terminan contrato en 2023 con lo que en su penúltima ventana de venta (la de este verano) ha bajado su valor con respecto a un traspaso hace un año. De los dos, Soler es el que ya tiene encima de la mesa ofertas para salir. El problema para el Valencia es que la que cotiza al alza a día de hoy, la del Atlético, no supera los 15 millones. Teniendo en cuenta que el internacional está a menos de seis meses de firmar libre con cualquier equipo, la horquilla que siempre se ha manejado en las oficinas de Mestalla ha sido de 25-35 millones. Cifra que, a estas alturas, nadie ofrece.
Uno de los grandes problemas que ha heredado Sean Bai de la gestión de Anil Murthy es que el club necesita hacer una buena venta antes del 30 de junio si no quiere abocarse a una pérdidas ruinosas en la temporada 21-22, que pese a que ha acabado ya la competición deportiva aún no ha terminado su ejercicio contable.
El presupuesto aprobado en la última junta gracias al rodillo accionarial de Meriton es de todo menos alentador. A las pérdidas acumuladas durante los siete años de proyectos de la mercantil de Singapur en el Valencia, que son de 134,54 millones a 30 de junio de 2021, habrá que sumar a la cifra actual. En las cuentas previstas se asumieron pérdidas de 36,59 millones pese a sumar 37,7 millones de beneficio neto en venta de jugadores. Es decir, que el agujero real es de 74,3 millones si no llegaba ninguna partida de ingresos extraordinarios. Con el equipo fuera de competiciones europeas, y sin la firma durante el último ejercicio de un gran contrato publicitario, si no se produce ninguna venta en las próximas semanas el golpe será durísimo, pese a que la salida de Wass en enero por unos 4 millones -entre traspaso y ahorro de ficha- ya contabiliza en ese apunte de reducción de plantilla. En 2021 las pérdidas reales del ejercicio fueron de 73,64 millones, que se redujeron a 31,2 tras facturar 42,44 de beneficio neto en venta de jugadores. La deuda acumulada es de 391,28 millones en la última tasación, con lo que volverá a superar los 400.
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En ese contexto al límite financiero se sitúa la subasta por Carlos Soler, que se encuentra concentrado con España con la que mañana disputará el tercer partido de la Nations League frente a Suiza. Barça, Juventus, Inter, Nápoles o United también han realizado las primeras consultas por el valenciano con un club donde a falta de director deportivo -la opción de Ramón Planes pierde fuerza y otra de las posibilidades abiertas es la del regreso de Braulio Vázquez a Mestalla- la figura de Jorge Mendes emerge como apoderado más factible. Es una práctica habitual en el mundo del fútbol que en ciertos traspasos de relevancia, las gestiones del club vendedor o comprador las ejerza un intermediario. En una entidad que comienza el mercado descabezada en el área deportiva, con Corona sin poder ejecutivo, Mendes va a ser clave.
Aligerar masa salarial y recaudar con beneficio neto de venta de jugadores -además de para preguntarse cada día si para este modelo deportivo hacía falta la entrada de un millonario de Singapur- es una obligación a medio plazo hasta que el Valencia no encuentre una vía alternativa de financiación; por razones deportivas (una temporada europea suele cifrarse en una media de 50 millones de ingresos) o por inyección económica, que de forma indirecta fue la elegida por Peter Lim con la capitalización de la deuda que tenía el club con sus préstamos. La auditoría de Ernst & Young desveló que a 30 de junio de 2021 la entidad estaba en quiebra técnica al estar en 558.000 euros por debajo del límite que marca la Ley de Sociedades. Tras la doble ampliación, el nuevo capital social del Valencia es de 34,72 millones tal y como recogió el BORME a finales de marzo. Si se siguen acumulando ejercicios con pérdidas volverá a bajar el patrimonio neto.
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