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La hipótesis de que haya un inversor detrás del fichaje de Carlos Corberán, contratado por dos años y medio como nuevo entrenador del Valencia CF, se difumina al verlo flanqueado en una foto por Miguel Ángel Corona y Javier Solís, los dos principales ejecutores ... del proyecto de liquidación de Peter Lim. Ni Solís ni Corona son conscientes de que devalúan cualquier producto con el que aparezcan. El director deportivo entró con el equipo en Champions y lo tiene ahora penúltimo en la tabla, pero no piensa en rendirse. Un héroe. Cobra 300.000 euros anuales y profesa una máxima sumisión a Lim, además de ser un mago en el arte de nunca decir nada. «Desde que entré, la presidenta sabe que mi cargo está a su disposición, y si ella o el consejo de administración piensan que es mejor tener a otro, lo aceptaré». Tampoco parece que vayan a llegar refuerzos.
El discurso de Corberán tampoco nos quita la mugre pesimista porque la idea central es una obviedad: «El fútbol en defensa es buscar el equilibrio entre ser sólido y agresivo. Cuando un equipo tiene el balón, es buscar el objetivo entre control y progresión». Y la parte emotiva («he crecido en una casa donde encima de la estufa del salón estaba el escudo del VCF») solo servirá si va acompañada de destreza para sacar el máximo rendimiento a una plantilla muy escasa. Los hechos importan más que las palabras. La salvación no es una utopía. El VCF está a cuatro puntos y queda toda la segunda vuelta.
En un viaje a Birmingham la temporada pasada, a fin de visitar a los amigos del Aston Villa (Vidagany, Ayestaran y Emery), me hablaron muy bien de un técnico valenciano al frente del tercer equipo de la ciudad, el WB Albion. Al regresar, escribí una columna laudatoria del modo de entender el negocio de la Premier y Corberán me envió un mensaje de agradecimiento. Lo avala su trabajo en el humilde Huddersfield, al que llevó a las puertas de la Premier (cayó en la promoción de ascenso frente al Nottingham Forest, ahora tercero en la Primera inglesa de la mano de Nuno). La tarea de rescatar al VCF es infinitamente más complicada, por toda la presión que acarrea y más todavía para un valenciano como él, pero vale mucho la pena intentarlo. Estamos en sus manos.
El camarote de los Marx. Tras rendir pleitesía a Florentino Pérez, el nuevo presidente de la Federación, Rafael Louzán, ha metido en su junta directiva al camarote de los hermanos Marx: el presidente de la Liga, Javier Tebas, el del sindicato de futbolistas, David Aganzo, al tío de Rafa Nadal (Miguel Ángel), a un 50% de mujeres y a la exesquiadora y expresidenta del CSD, María José Rienda. Ha excluido al jefe de los árbitros, Medina Cantalejo, pero sí cuenta con la de las árbitras, Yolanda Parga, esposa a su vez de Megía Dávila, empleado del Real Madrid. El señor de los clubes, Tebas, ocupa otro cargo: como si no tuviera suficiente con vigilar el orden de los equipos de la Liga. Fue él quien tildó de «perfecta», hace unos meses, la gestión de Lim al frente del VCF. Es todo credibilidad.
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