El discurso delirante de Corona

A la pregunta de si había tenido libertad para confeccionar la plantilla, la respuesta es sublime: «He sentido, o he sentido junto con el técnico (Rubén Baraja), sin el cual no haría absolutamente ningún 'deal', una libertad absoluta en la elección de las salidas y las entradas. Lo habéis percibido todos». Ojo. Todos lo hemos percibido. Hemos percibido su libertad en la caprichosa compra de Cenk por parte de Peter Lim, con el pago de la mitad del presupuesto para fichajes (5 millones), en contra de la opinión del técnico y en contra, se supone, de la opinión (si es que tiene) del director deportivo. Cuestionado por ese fichaje, Corona insiste: «Apuesta del Valencia. Yo me sentí libre en la toma de decisión de Cenk».

Y agárrense que viene lo más duro: «(...) Hasta su lesión, fue de los mejores», en referencia al rendimiento del, hasta ahora, uno de los peores centrales del campeonato. Tampoco explica (porque no se le pregunta) la adquisición, aprisa y corriendo, de uno de los peores delanteros hasta la fecha, Yaremchuk, pero hace gala de su humildad al referirse al fichaje de Pepelu hablando en tercera persona de sí mismo («para que veáis que no soy oportunista, es un fichaje del Valencia, no de Miguel Corona»). El director deportivo, por otra parte, encuentra natural no saber, a finales de noviembre, si dispondrá de dinero para reforzar la plantilla en diciembre. Eso sí, deja muy contento a uno de los líderes del vestuario, el central brasileño Gabriel Paulista, cuando, preguntado por si prevé renovarle el contrato, responde: «Si contestara, no le gustaría nada».

Solo dice dos verdades incontestables: «La plantilla se ha demostrado muy competitiva» (para mantenerse en Primera y gracias a Baraja y a la rebelión de los canteranos), y la segunda: «Tenemos una situación financiera muy delicada» (tras la pésima gestión de Lim y de sus acólitos: menos ingresos, menos presupuesto, peores jugadores, peor clasificación, menos ingresos (y así, en bucle).

Rubiales quería ser Eastwood. Cada día entendemos mejor por qué las jugadoras de España le tenían tantas ganas a Rubiales como para acabar con él tras su inaceptable comportamiento tras ganar el Mundial de Australia. Esta semana hemos visto un vídeo bochornoso en el que Rubiales trata a las jugadoras como a niñas sintiéndose él el 'Sargento de Hierro': «A ver Alexia, ¿quién tiene más ovarios? ¿Ellas o nosotras (en alusión a las rivales de la final, las inglesas?». «Nosotras», se oye de fondo. «¡No te he oído, más fuerte!», responde el expresidente después de que el entrenador y pelota oficial, el exseleccionador Jorge Vilda, diera paso al macho alfa a fin de aleccionar a las chicas.