![El fútbol-carajillo reina en Europa](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/06/02/cayetano-web-RZ0yR3TpUbEc9wjgtcW82dN-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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En la era de la máxima tecnificación (el entrenador de estrategia del Aston Vila, por ejemplo, salta del banquillo cada vez que su equipo dispone de una acción a favor o en contra a balón parado para dirigir las operaciones), tres técnicos de la vieja ... escuela, Carlo Ancelotti (64 años), Gian Piero Gasperini (66) y José Luis Mendilibar (63) han roto la banca en Europa. Vamos a llamarlo fútbol-carajillo. Los tres se han basado en métodos tradicionales (la experiencia, la intuición, las sensaciones y el tufillo de Luis Aragonés) para conquistar la Champions con el Real Madrid, la Liga Eurocopa con el Atalanta y la Conference con el Olympiakos, respectivamente. No se necesita más. El fútbol de toda la vida: organizar a un grupo de jugadores a fin de sacar su máximo potencial. Bienvenidos sean los 'big data' y toda la especialización posible (los entrenadores de hoy en día llevan equipos de trabajo de más de 20 personas), pero, al final, lo más importante es el factor humano; el ojo clínico para saber tratar a las personas y el juego. Cada entrenador con sus características, por supuesto: Ancelotti se ha llevado a un chico pelirrojo del filial, Jeremy de León, porque creía que le daba suerte (la 'scaramanzia' italiana); y Mendilibar resumió con una frase muy 'sofisticada' el agradecimiento al pueblo de Atenas tras el recibimiento por ganar el trofeo: «¡Viva la madre que parió a todo Dios!», mientras, a su lado, una jovencita rubia, trataba de traducir al griego la intempestiva alusión a los dioses.
El triunfo del Madrid en Europa no debe enmascarar el declive de la Liga en los dos últimos años, alejados los equipos de las fases finales tanto de la Liga Europa como de la Conference. Además de la huida hacia adelante del Barça (con un vendedor de humo de presidente), la clase media y media-alta de la Liga ha bajado varios peldaños. Y el peor el Valencia CF, en tierra de nadie desde que, tras la Copa de 2019, Peter Lim dinamitara el proyecto de Marcelino y de Mateu Alemany.
La etapa de Lim en el VCF, después de 10 años, parece más que agotada. Y solo la ambigüedad de la alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, que no sabemos si sube o si baja, le da aire a Lim. Los veranos son para ilusionarse, corre el aire fresco de los fichajes. Pero aquí, desgraciadamente, hablaremos de las fichas urbanísticas, el terciario, Atitlan, las obras del estadio, el pelotazo, la condena del viejo Mestalla... ¿Dónde está la bolita? Si atendemos a los precedentes, todo apunta a que a Baraja, renueve o no, lo van a dejar solo y desatendido. Las necesidades están claras: mantener la retaguardia (hay tres jóvenes centrales para confiar en ellos: Mosquera, Yarek y César Tárrega, conservar al portero Mamardashvili, y, a partir de ahí, la revolución. Habría que mejorar exponencialmente el medio del campo y la delantera. Falta calidad. Toda la que le sobraba a Baraja como centrocampista. Y tampoco hace falta invertir cifras millonarias. Manu Fuster, el talentoso media punta valenciano del Albacete, se va a la UD Las Palmas por 1,5 millones. O espabilan los del 'local management' o no saldremos de esta manera del infierno.
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